martes, 31 de diciembre de 2013

Se termina el año 2013
Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios. 
Autor: P. Jorge Loring SJ | Fuente: Catholic.net

El tiempo pasa volando. Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí.


El día de hoy podríamos considerar tres cosas:
a) El tiempo pasa.
b) La muerte se acerca.
c) La eternidad nos espera.

El tiempo pasa volando. Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí.

La muerte se acerca. Cada día que pasa estoy más cerca de ella. Es necio no querer pensar esto. Muchos de los que murieron el año pasado se creían que iban a seguir vivos en éste, pero se equivocaron. Puede que este año sea el último de nuestra vida. No es probable, pero sí posible. Debo tenerlo en cuenta. En ese momento trascendental, ¿qué querré haber hecho? ¿Qué NO querré haber hecho? Conviene hacer ahora lo que entonces me alegraré de haber hecho, y no lo que me pesará haber hecho.

La eternidad nos espera. Nos preocupamos mucho de lo terrenal que va durar muy poco. Nos preocupamos de la salud, del dinero, del éxito, de nuestra imagen, etc. Todo esto es transitorio. Lo único que va a perdurar es lo espiritual. El cuerpo se lo van a comer los gusanos. Lo único que va a quedar de nosotros es el alma espiritual e inmortal.

Con la muerte no termina la vida del hombre: se transforma, como dice el Prefacio de Difuntos. Palabras de Santo Tomás Moro sobre la morada en el cambio de destino.

Los que niegan la vida eterna es porque no les conviene. Pero negarla no es destruirla. La verdad es lo que Dios nos ha revelado.


Hoy es el momento de hacer balance. No sólo económico, sino también espiritual y moral.

Hagamos examen del año que termina.

Sin duda que habrá páginas maravillosas, que besaremos con alegría.

Pero también puede haber páginas negras que desearíamos arrancar. Pero eso ya no es posible. Lo escrito, escrito está.

Hoy abrimos un libro nuevo que tiene todas las páginas en blanco. ¿Qué vamos a escribir en él?

Que al finalizar este año que hoy comienza, podamos besar con alegría cada una de sus páginas.

Que no haya páginas negras que deseemos arrancar.

Puede que en ese libro haya cosas desagradables que no dependen de nosotros.

Lo importante es que todo lo que dependa de nosotros sea bueno.

Pidamos a Dios que dirija nuestra mano para que a fin de año podamos besar con alegría todo lo que hemos escrito.

También es el momento de examinar todas las ocasiones perdidas de hacer el bien.

Ocasiones irrecuperables. Pueden venir otras; pero las perdidas, no se recuperarán.

Finalmente, demos gracias a Dios de todo lo bueno recibido en el año que termina.

De la paciencia que Dios a tenido con nosotros.

Y de su gran misericordia.

Mensaje de confianza

Por Misericordia de Dios. 
Llevada por el ardor de su arrepentimiento, sin preocuparse con las convenciones humanas, María Magdalena entra en la sala del banquete. Se postra a los pies de Jesús, los inunda de lágrimas. Simón, el fariseo, contempla esa escena con aire irónico: íntimamente se indigna. “Si este hombre fuese profeta –piensa- bien sabría lo que vale esa mujer. La expulsaría con desprecio...” Pero el Salvador no la rechaza. Le acepta los suspiros, el llanto, todas las señales sensibles de la humilde contrición. La purifica de sus pecados y la colma de dones sobrenaturales. Y el Corazón Sagrado desborda de una alegría inmensa, mientras que en lo alto, en el Reino de su Padre, los ángeles se rejubilan y lo alaban; un alma estaba perdida y hela aquí recuperada; esa alma estaba muerta y hela de nuevo restituida a la verdadera vida. 
 (De "El Libro de la Confianza", P. Raymond de Thomas de Saint Laurent) 
Comentario: 
Siempre es la Misericordia de Dios la que nos ha salvado, porque si hemos sido grandes pecadores, y Dios nos ha perdonado, entonces por toda la eternidad cantaremos las maravillas de la Divina Misericordia.
Pero si, por gracia de Dios, no hemos cometido pecados muy graves, entonces se lo debemos también a la Misericordia Divina, que nos ha preservado, pues si no hemos caído, ha sido gracias a que el Señor nos sostuvo y nos salvó antes de que caigamos.
De modo que siempre debemos estar agradecidos a la Misericordia de Dios, y ser muy devotos de ella, puesto que todas las gracias y favores, celestiales y materiales, nos vienen de ella.
Tener una ilimitada confianza en la Misericordia de Dios, nos acarrea un sinnúmero de gracias y favores de todo tipo, como el mismo Señor le revela a Santa Faustina Kowalska en las siguientes palabras:
“Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá”.
“Si tu confianza es grande, mi generosidad no tendrá límites”.
"Las almas que confían sin límites son Mi gran consuelo, porque en tales almas vierto todos los tesoros de Mis gracias".
"Oh, cuánto me hiere la desconfianza del alma. Esta alma reconoce que soy santo y justo, y no cree que Yo soy la Misericordia, no confía en Mi bondad. También los demonios admiran Mi justicia, pero no creen en Mi bondad".
"Proclama que la misericordia es el atributo más grande de Dios. Todas las obras de Mis manos están coronadas por la misericordia".
"Todo lo que dices sobre Mi bondad es verdad y no hay expresiones suficientes para exaltar Mi bondad".
"Cuando un alma exalta Mi bondad, entonces Satanás tiembla y huye al fondo mismo del infierno".
"Escribe: Todo lo que existe está encerrado en las entrañas de Mi misericordia más profundamente que un niño en el seno de la madre. Cuán dolorosamente Me hiere la desconfianza en Mi bondad. Los pecados de desconfianza son los que Me hieren más penosamente".
“Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en mi Misericordia”.
“Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina”.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Jesús y Mishna en el pesebre. ¡Me hubiera gustado ser Mishna!

Todavía es tiempo de acercarse al portal...
Sólo los humildes pueden ir a Belén y arrodillarse ante la maravilla infinita de un Dios hecho Niño y acostado en un pesebre. 
Autor: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net

Ya, felizmente, festejamos ayer esta fecha venturosa de Navidad. Todavía es tiempo de acercarse al portal, a visitar al Niño.

Todos guardamos en nuestra alma recuerdos entrañables de las fiestas navideñas: bellos recuerdos de nuestra infancia, y también de nuestra edad juvenil y adulta. Y es que, en este día todos nos hacemos un poco como niños. Y está muy bien que sea así, porque nuestro Señor prometió el Reino de los cielos a los que son como niños. Más aún, desde que Dios se hizo niño, ya nadie puede avergonzarse de ser uno de ellos.

¡Tantas cosas podrían decirse en un día como éstos! Pero no voy a escribir un tratado de teología. Me voy a limitar, amigo lector, a contarte una sencilla y bella historia. Espero que te guste.

Se cuenta que el año 1994 dos americanos fueron invitados por el Departamento de Educación de Rusia -curiosamente-, para enseñar moral en algunas escuelas públicas, basada en principios bíblicos. Debían enseñar en prisiones, negocios, en el departamento de bomberos y en un gran orfanato. En el orfanato vivían casi 100 niños y niñas que habían sido abandonados por sus padres y dejados en manos del Estado. Y fue en este lugar en donde sucedió este hecho.

Era 25 de diciembre. Los educadores comenzaron a contarles a los niños la historia de la primera Navidad. Les hablaron acerca de María y de José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas y, obligados por las circunstancias, tuvieron que irse a un establo a las afueras de Belén. Y fue allí, en una cueva pobre, maloliente y sucia, en donde nació Dios, el Niño Jesús. Y allí fue recostado en un pesebre.

Mientras los chicos del orfanato escuchaban aquella historia, contenían el aliento, y no salían de su asombro. Era la primera vez que oían algo semejante en su vida. Al concluir la narración, los educadores les dieron a los chicos tres pequeños trozos de cartón para que hicieran un tosco pesebre. A cada niño se le dio un cuadrito de papel amarillo, cortado de unas servilletas, para que asemejaran a unas pajas. Luego, unos trocitos de franela para hacerle la manta al bebé. Y, finalmente, de un fieltro marrón, cortaron la figura de un bebé.

De pronto, uno de ellos fijó la vista en un niño que, al parecer, ya había terminado su trabajo. Se llamaba Mishna. Tenía unos ojos muy vivos y estaría alrededor de los seis años de edad. Cuando el educador miró el pesebre, quedó sorprendido al ver no un niño dentro de él, sino dos. Maravillado, llamó enseguida al traductor para que le preguntara por qué había dos bebés en el pesebre. Mishna cruzó sus brazos y, observando la escena del pesebre, comenzó a repetir la historia muy seriamente. Por ser el relato de un niño que había escuchado la historia de Navidad una sola vez, estaba muy bien, hasta que llegó al punto culminante. Allí Mishna empezó a inventar su propio relato, y dijo: -"Y cuando María puso al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para estar. Yo le dije que no tenía mamá ni papá, y que no tenía ningún lugar adonde ir. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con Él. Le dije que no podía, porque no tenía ningún regalo para darle. Pero yo quería quedarme con Jesús. Y por eso pensé qué podía regalarle yo al Niño. Se me ocurrió que tal vez como regalo yo podría darle un poco de calor. Por eso le pregunté a Jesús: Si te doy calor, ¿ése sería un buen regalo para ti? Y Jesús me dijo que sí, que ése sería el mejor regalo que jamás haya recibido. Por eso me metí dentro del pesebre. Y Jesús me miró y me dijo que podía quedarme allí para siempre".

Cuando el pequeño Misha terminó su relato, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas y empapaban sus mejillas; se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo. El pequeño huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría ni abusaría de él. ¡Alguien que estaría con él para siempre!

Esta conmovedora historia, ¡tiene tanto que enseñarnos! Este niño había comprendido que lo esencial de la Navidad no son los regalos materiales, ni el pavo, ni la champagne, ni las luces y tantas otras cosas buenas y legítimas. Lo verdaderamente importante es nuestro corazón. Y querer estar para siempre al lado de Jesús a través de nuestro amor, de nuestra fe, del regalo de nuestro ser entero a Él.

Dios nace en un establo, no en un palacio. Nace en la pobreza y en la humildad, no en medio de lujos, de poderes y de riquezas. Sólo así podía estar a nuestro nivel: al nivel de los pobres, de los débiles y de los desheredados.

Sólo si nosotros somos pequeños y pobres de espíritu podremos acercarnos a Él, como lo hicieron los pastores en aquella bendita noche de su nacimiento. Los soberbios, los prepotentes y los ricos de este mundo, los que creen que todo lo pueden y que no necesitan de nada ni de nadie -como el rey Herodes, los sabios doctores de Israel y también los poderosos de nuestro tiempo- tal vez nunca llegarán a postrarse ante el Niño en el pobre portal de Belén.

Ojalá nosotros también nos hagamos hoy como niños, como Mishna, como los pobres pastores del Evangelio, para poder estar siempre con Jesús.

Sólo los humildes pueden ir a Belén y arrodillarse ante la maravilla infinita y el misterio insondable de un Dios hecho Niño y acostado en un pesebre. Sólo la contemplación extasiada y llena de fe y de amor es capaz de penetrar -o, mejor dicho, de vislumbrar un poquito al menos- la grandeza inefable de la Navidad. ¡El Dios eterno, infinito, omnipotente e inmortal, convertido en un Niño recién nacido, pequeñito, impotente, humilde, incapaz de valerse por sí mismo! ¿Por qué? Por amor a ti y a mí.

Para redimirnos del pecado, para salvarnos de la muerte, para liberarnos de todas las esclavitudes que nos oprimen y afligen.

Si Dios ha hecho tanto por ti, ¿qué serás capaz tú de regalarle al Niño Dios?

jueves, 26 de diciembre de 2013

Extraído de fuente vaticana: el Papa en el hospital Niño Jesús, hospital Vaticano.

El papa a los niños hospitalizados: “Jesús está cerca de vosotros”

26 de dic de 2013
En el Hospital vaticano el primer paciente que ha visto el Papa Francisco ha sido Saverio, un chico de 18 años afectado de distrofia muscular de Duchenne, una grave enfermedad degenerativa para la que todavía, desgraciadamente, no existe una cura efi
FranciscoGracias por vuestros sueños”. Sin prisa ha abrazado uno por uno y ha escuchado uno por uno a los pequeños enfermos y a los médicos que los cuidan. “Queridos niños os doy las gracias por vuestros sueños y oraciones. Jesús conoce que hay en el profundo de vuestro corazón y con vosotros, niños, tiene una unión especial y está siempre cerca de vosotros”, ha dicho el papa Francisco encontrando en la Capilla del Hospital Niño Jesús de Roma a 30 pacientes de Oncohematología con sus familias.
 

En el Hospital vaticano el primer paciente que ha visto el Papa Francisco ha sido Saverio, un chico de 18 años afectado de distrofia muscular de Duchenne, una grave enfermedad degenerativa para la que todavía, desgraciadamente, no existe una cura eficaz. El paciente está ingresado en el Hospital Niño Jesús desde hace muchos años, y en 2010 ha sido operado para trasplantarle un corazón artificial permanente (fue la primera vez a nivel mundial que se realizó esta operación en el campo pediátrico). Los médicos se están ocupado además de Saverio a nivel psicológico dado los continuos cambios físicos y existenciales que sufre. Su historia ha sido recogida en el anuncio de la Campaña institucional del Hospital Niño Jesús, 'Pon el Corazón'. Actualmente el chico es atendido en régimen de Hospital de Día, como Simeone, un paciente hematológico de cinco años, de origen etíope. Al final del breve saludo el Papa ha pedido rezar un Ave María.
Junto a Bergoglio han estado presentes también el secretario de Estado, el arzobispo Pietro Parolin, el cardenal camarlengo Tarcisio Bertone, los capellanes del Hospital, padre Mario Puppo e Don Luigi Zucaro, las hermanas Hijas de la Caridad San Vincenzo de Paoli, las hermanas Franciscanas de la Familia de María y el consejo de administración del Niño Jesús. Un niño ha leído el Salmo 27, y al final han dado al papa una cesta que contenía notas escritas con 'los sueños y las deseos' de los pequeños pacientes del Hospital. Durante la reunión con los médicos del área de terapia intensiva del Niño Jesús, el papa Francisco ha añadido: “Vosotros no estáis perdiendo el tiempo, lo importante es sembrar, no sabemos cuando recogeremos pero vuestra semilla es importante”. Comenta el responsable del centro, el doctor Andrea Dotta: “La reunión ha sido muy conmovedora. No se si estábamos más conmovidos nosotros o él”. En el área de terapia intensiva, Bergoglio ha visto también dos niños, ambos de nombre Francesco, y otra niña que mañana cumplirá un año. Con  cada uno de los enfermos y sus familias el Papa se ha entretenido unos minutos queriendo conocer la historia personal del pequeño paciente y como la familia vive la difícil condición de la enfermedad.
A todos el Papa ha reservado una bendición. “Nos ha dado fuerza y transmitido tranquilidad y serenidad en una situación que no es simple”, han contando los padres de Lorenzo, un niño del área de terapia intensiva de neonatos que el Pontífice ha visto y bendecido. “Hace algunos años me alejé de la Iglesia –ha dicho el padre del pequeño-- y con Francisco me he vuelto a acercar”. Un intenso momento de la visita ha sido el reservado a Adriana, ecuatoriana ingresada porque padece el Síndrome de Klippel Trenaunay, es decir, malformaciones vasculares múltiples. Tiene 12 años y llegó a Italia en 2008 junto a su padre gracias a un acuerdo entre el Hospital Niño Jesús y la Embajada de Ecuador en la Santa Sede. Después Francisco ha podido saludar a Xuejue, niña china de 11 años ingresada desde febrero 2013 por una grave pancreatitis. “Mi nombre significa 'pequeña luna'”, le ha dicho la niña. Por último el Papa ha hablado con Mabbrouka, paciente procedente de Libia de 17 años, huésped junto con sus padres en la casa 'Ronald'. Padece un tumor en la rodilla izquierda y fue operado en 2010. El año después volvió a Libia desde donde regresa a Roma cada tres meses para las revisiones con los médicos.
Los cinco pacientes atendidos por el Hospital de Día han saludo uno a uno al Pontífice en la entrada de Urgencias. Después ha comenzado la visita a las diferentes áreas, que Francisco ha querido que fuese estrictamente privada, hasta el punto de haber dejado fuera incluso a sus más estrechos colaboradores, y ha preferido entrar solo en las habitaciones. Al final, ha dado ánimos al personal sanitario de la estructura: “No estáis perdiendo tiempo, lo importante es sembrar, incluso si no sabemos cuando recogeremos los frutos”. Entre los médicos encargados de salvar a los recién nacidos prematuros a partir de la semana 24, muchos tenían lágrimas en los ojos. En una cuna estaba una niña de seis meses aquejada de una grave y rara enfermedad genética intestinal que ha sido operada siete veces. “Cada vez que sale del quirófano, la pequeña abre los ojos, sonríe y juega con las manitas. Sus padres aguantan y no pierden nunca la esperanza”, ha dicho al Pontífice el doctor Dotta. Y a los niños ha asegurado: “Jesús sabe lo que os hace falta. Jesús tiene con vosotros una relación especial: está siempre cerca de vosotros”. Son las palabras del Papa Francisco dirigidas a los niños del área de oncohematología del Hospital Niño Jesús que ha visitado esta tarde. “Quiero que desaparezcan las enfermedades”, ha confiado al Pontífice el pequeño Pietro. Son muchos los deseos que los pequeños han entregado a Francisco en sus notas, recogidas en una cesta de mimbre, que han cogido los colaboradores del Papa. Algunas son pequeños ruegos: “Querría que el mundo mejorase y no estuviera tan contaminado y que todos los habitantes no fueran tan malos”, ha escrito otro joven paciente. Y una niña ha invocado: “Que estos preciosos días de sol traigan a nuestros corazones felicidad y esperanza”.
Mientras tanto el presidente del Hospital, el profesor Giuseppe Profiti, ha saludado al Papa en nombre de todos los trabajadores, también de los que trabajan en otros centros pediátricos promovidos por esta institución. Francisco no ha pronunciado ningún discurso de respuesta, por otra parte en el texto preparado por Profiti estaban incluidas distintas citaciones a las intervenciones del Papa, incluida la frase sobre la Iglesia como “hospital de campo” que Francisco había dicho a 'Cività Cattolica' en una entrevista. También se ha escuchado la citación del 'Evangelii gaudium' sobre las periferias existenciales, y después el Papa ha dirigido nuevamente su atención a los pequeños pacientes. Durante la visita papal, en el momento de la reunión en el área del 'castillo de juegos', Profiti ha entregado simbólicamente al Pontífice 'Casa Francisco', un proyecto de acogida para mamás de niños en dificultad en colaboración con Cáritas de Roma. El proyecto de una estructura de acogida abierta 24 horas al día los 365 días al año, nace de la voluntad de dar respuestas concretas a los problemas de las madres solteras con niños que viven en graves condiciones económicas, sociales y habitativas en Roma y provincia. Se trata de víctimas de la marginación y la violencia dentro y fuera de la familia, obligadas a vivir en situaciones extremas con grandes dificultades.
Nacimiento de Cristo es mi nacimiento
El nacimiento de Jesucristo en Belén, es nuestro propio nacimiento a la vida celestial. 
Autor: Pedro García, misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net

El chiquitín ha venido en medio de la noche callada. En un silencio total. En una soledad absoluta. Sólo su joven Madre y el bueno de José, a la luz de una lámpara de aceite, contemplan la carita celestial del recién nacido. En medio de tanta pobreza y humildad, están gozando como no ha disfrutado hasta ahora nadie en el mundo. -

¡Mi niño!, grita María mientras le estampa enajenada su primer beso... -¡Qué lindo, qué bello!, exclama extasiado José. Entre tanto --vamos a hablar así--, Dios no se aguanta más. Tiene prisa por anunciar a todos el nacimiento de su Hijo hecho hombre, y manda a sus ángeles que lo pregonen bien. Se avanza un ángel y desvela a los pastores, mientras les grita con alborozo:
- ¡Os anuncio una gran alegría! ¡Os ha nacido en Belén un salvador!
Se rasgan entonces los cielos, aparece todo un ejército de la milicia celestial, que van cantando por el firmamento estrellado:
- ¡Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres amados de Dios!...

A este Jesús, le felicitamos de corazón: -¡Cumpleaños feliz! ¡Por muchos años! ¡Por años y por siglos eternos!...

Hasta aquí, todos de acuerdo, ¿no es así?
Pero, ¿es verdad que nos podemos felicitar también nosotros, y que nos felicitamos de hecho nuestro propio cumpleaños?... Dos antiguos Doctores de la Iglesia, y de los más grandes, como son Ambrosio y León Magno, lo expresaron de la manera más elocuente y precisa.

San Ambrosio exclama en su Liturgia de Navidad:
-¡Hoy celebramos el nacimiento de nuestra salvación! ¡Hoy hemos nacido todos los salvados!... Tiende su mirada más allá de la Iglesia, y felicita al mundo entero: -Hoy en Cristo, oh Dios, haces renacer a todo el mundo.

Y el Papa San León Magno, con su elegancia de siempre, dice también:
- ¿Sólo el nacimiento del Redentor? ¡También nuestro propio nacimiento! El nacimiento de Cristo es el nacimiento de todo el pueblo cristiano. Cada uno de los cristianos nace en este nacimiento de hoy.

Tiene razón la Iglesia al cantar en uno de los prefacios de Navidad: -De una humanidad vieja nace un pueblo nuevo y joven...
Porque el Hijo de Dios, al hacerse hombre, nos hace a todos los hombres hijos de Dios. El nacimiento de Jesucristo en Belén, es nuestro propio nacimiento a la vida celestial. Es nuestro cumpleaños también. ¡La enhorabuena a todos!...

Una felicitación de la que no es excluido nadie, desde el momento que todos somos llamados a la salvación. Ese mismo Papa de la antigüedad y Doctor de la Iglesia, San León Magno, felicita a todos con un párrafo que es célebre:
- ¡Felicitaciones, carísimos, porque ha nacido el Salvador! No cabe la tristeza cuando nace la vida. Si eres santo, ¡alégrate!, porque tienes encima tu premio. Si eres pecador, ¡alégrate!, porque se te ofrece el perdón. Si eres un pagano todavía, ¡alégrate!, porque eres llamado a la vida de Dios.

Una familia cristiana de Viena, a mitades del siglo dieciocho, celebró la Navidad de una manera singular. Aquel matrimonio tan bello recibía cada hijo como el mayor regalo de Dios. Apenas la esposa sentía los primeros síntomas, el esposo sacaba del armario los cirios de los niños anteriores y quedaban prendidos durante todo el rato que se prolongaba la función augusta del alumbramiento. Los cirios correspondían a los ángeles custodios de los hijos, que velaban este momento solemne. Cuando había llegado el bebé, se apagaban los cirios y se guardaban hasta que viniese otro vástago al hogar. En esta Navidad se prendieron nueve cirios. El primero se había hecho bastante corto, pues había alumbrado la estancia muchas veces anteriormente. El más alto, el prendido ahora por primera vez, correspondía a Clemente, el niño que venía entre las alegrías navideñas, bautizado a las pocas horas, y conocido hoy en la Iglesia como San Clemente María Hofbauer...

Este niño, que iba a ser un gran santo, es el símbolo de una realidad que se repite tantas veces en las familias cristianas. Con nuestra venida al mundo en el seno de la Iglesia, al recibir el Bautismo, repetimos todos el hecho de Belén. Cristo nace en un nuevo cristiano. Jesús y nosotros celebramos nuestro cumpleaños en el mismo día...

¡Felicidades a todos! ¡Felicidades!
Y que repitamos este cumpleaños, el de Jesús y nuestro, por muchas Navidades más....

Obama cierra la embajada en el Vaticano y el ex embajador dice que es un «insulto a los católicos»

26 de dic de 2013
Se trata de una "rebaja masiva de las relaciones Vaticano-Estados Unidos
Obama cierra la embajada en el Vaticano y el ex embajador dice que es un «insulto a los católicos»
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, acaba de tomar una decisión sorprendente y hasta cierto punto irresponsable: cerrar la embajada estadounidense en el Vaticano. Es "un insulto a los católicos", afirma el ex embajador para la Santa Sede James Nicholson.

El argumento que daba a la prensa local este lunes, 25 de noviembre, el Departamento de Estado norteamericano para tomar esa decisión era de razones económicas, buscando ahorrar 1,4 millones de dólares al año.
Así, las oficinas de la embajada cerrada se trasladarán ahora a un anexo en la embajada en Italia, según informan ACI Prensa y The Washington Times.
Sin embargo, a nadie se le escapa la animadversión que en Obama despiertan las declaraciones del Papa Francisco, con un discurso contrario al capitalismo feroz, a Wall Street y a la política imperialista de los Estados Unidos; así como la oposición de la Iglesia al aborto y al matrimonio homosexual, dos de los estandartes del presidente estadounidense.
Al hecho de que Obama es un presidente absolutamente alejado del catolicismo, hay que añadir que no ha brillado precisamente por tener una formación personal cercana a la cultura europea. Solo así se puede entender que no valore debidamente la importancia de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede.
"Falta de aprecio" hacia el Vaticano
Como muy bien expresa James Nicholson, que fue embajador ante la Santa Sede entre 2001 y 2005, "es una manifestación más de la antipatía de esta administración, tanto hacia los católicos como hacia el Vaticano".

En declaraciones al sitio web Catholic Vote, ex embajador advierte de que la embajada en el Vaticano "es un puesto clave para la intermediación en tantas soberanías, pero particularmente en Oriente Medio".
  
 
 
Obama cierra la embajada en el Vaticano y el ex embajador dice que es un «insulto a los católicos» 
Que siempre sea...Navidad
Navidad tiene que ser en nuestro corazón todos los días del año.¡Qué raquítica y pobre será, si nuestra Navidad es tan solo por este día! 
Autor: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net


Oía yo con gusto y un poco de emoción, hace unos días, la letra de un villancico:

Tanto invento, tanto invento, ya no saben que inventar.
Jesús, diles Tu que inventen, una máquina de amar...


Así decía la canción: una máquina de amar... y me quedé pensando, "tal vez esa máquina, Jesús, ya la inventaste Tú hace muchos años, desde siempre, porque esa máquina es el corazón del hombre."

Lo que pasa es que esa "máquina" no está produciendo amor, sino egoísmo, orgullo, vanidad, ambición, rencor ,indiferencia y tantas y tantas cosas totalmente diferentes al amor.
Tenemos que volver a recuperar el verdadero sentido para el cual fue creado el corazón del hombre.
Y Tu, Jesús, vuelves a pasar por la Tierra y la voz de los ángeles se pierde en la noche de los tiempos diciendo:
¡Gloria a Dios en las alturas y en la Tierra , paz a los hombres de buena voluntad!
Jesús , hoy en los más apartados rincones de la Tierra, en todos los lugares de este bello planeta azul, hay hombres y mujeres y niños que piensan en ti y te adoran con el brillo de una lágrima en los ojos pidiendo esa PAZ que los ángeles anunciaron en día como este, hace ya muchos años.

Pero algo falla...algo nos está fallando y tal vez sea porque esta Paz solo la pedimos hoy.
Porque solo hoy celebramos la Navidad.
Solo hoy.
Solo hoy nos abrazamos.
Solo hoy tratamos de olvidar un poco los rencores.
Solo hoy nos toleramos.
Solo hoy nos sonreímos.
Solo hoy hablamos de amor y de paz.
Solo hoy es Navidad...
Mañana...

Navidad tiene que ser en nuestro corazón todos los días del año.

¡Qué raquítica y pobre será, si nuestra Navidad es tan solo por este día!

¡Qué pequeño nuestro agradecimiento a esa total donación de un Dios que llega a nosotros haciéndose Niño, haciéndose hombre!.

¡ Qué pena, Señor, tener una máquina en vez de un corazón!.

Qué pena que mañana... volvamos a lo mismo, al desacuerdo, a la intolerancia, a no poder perdonar, a no tener la humildad para pedir perdón, en una palabra, a no amar.

Todos los días tiene que haber la alegría de la Navidad en nuestro corazón.

Cuando Tu, Jesús, entras en él por medio del Milagro de la Eucaristía, estás naciendo en nuestra vida... ¡es Navidad!.

¡Una Navidad perpetua y constante! y así, ya está en marcha esa Máquina de Amar ....

lunes, 23 de diciembre de 2013

Si te sientes feliz en Navidad...


Si te sientes feliz en Navidad...
La Navidad te invita a recuperar tu alma de niño, el niño inocente que fuiste alguna vez. 
Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


Si te sientes feliz en Navidad, no te extrañes.
Tienes derecho y razón de ser feliz.
Si en Navidad sientes deseos de hacer las paces con todo el mundo, hazlo sin dudar.

Los ángeles te lo indican:
Paz a los hombres de buena voluntad.
Si tienes deseos
de hacer las paces con Dios en Navidad,
¿por qué esperar?

Es el momento más adecuado.
No todos los días sientes los mismos deseos.
Es mejor pedir perdón a un Niño
que a un Hombre.

Mejor acudir al tribunal de la Misericordia
que al de la Justicia.
Si te sientes triste en Navidad,
no has entendido.

¿Triste cuando Dios viene a tu encuentro
lleno de amor y ternura?
Si sigues odiando en Navidad,
no has comprendido.
Navidad es la fiesta del Amor,
del Perdón, de la Paz,
por si no lo sabías.

Si sigues siendo un pecador en este tiempo,
la Navidad no existe para ti.
La Navidad te invita a recuperar tu alma de niño, el niño inocente que fuiste alguna vez.

Al nacimiento de Jesús fueron invitados unos pastores,
gente sencilla y buena.
No fueron invitados los cortesanos de Herodes,
ni los fariseos, ni los miembros del Sanedrín.

No fueron los grandes de este mundo,
sino los pastores.
Por humildes y sencillos,
por ser dóciles al mensaje Divino.

Hoy siguen siendo invitados los humildes,
los que aceptan a Dios y sus mandamientos,
los sencillos, los pobres de espíritu.

Jesús es el patrón de los desamparados,
de los sin techo, de los emigrantes,
de todos los miserables, enfermos, hambrientos...
Cristo nace como un gitano.

Para el Creador del mundo un establo de animales.
No había lugar para Él en ninguna casa de Belén.
Para enseñarnos que las cosas materiales
no son la felicidad del hombre sino las celestiales.
¡Qué contraste tan brutal con ese afán nuestro
de poseer más y más cosas!

Nunca estamos satisfechos con lo que tenemos.
"He encontrado a Cristo y por tanto la alegría de vivir"...
Ojalá que esta Navidad,
tú también puedas decir eso:
He encontrado a Cristo y por tanto la alegría de vivir...

Porque de lo contrario,
"aunque Cristo naciese mil veces en Belén, si no nace en ti, seguirás eternamente perdido". 

Mensaje de los apóstoles de la Inmaculada.

1-5-84 Oración para rechazar al Maligno
“A mi derecha y a mi izquierda está mi Señor, no hay un tercer lugar, no lo hay para el enemigo”.
Y os lo aseguro que se retirará de vuestro lado. Amén. Amén.

12-8-85 Oración para desechar lo malo
Sagrado Corazón de Jesús, purifícame.
Espíritu Santo, vive en mí.
Santísima Trinidad, llega a mí.
Orad de este modo y todo lo malo, huirá de vosotros.
Amén.
(Mensajes de María del Rosario de San Nicolás, Argentina)

domingo, 22 de diciembre de 2013

El buey y el asno junto al pesebre.


El buey y el asno, junto al pesebre
Los rostros del buey y el asno nos miran esta Navidad y nos hacen una pregunta: ¿Comprendes tú la voz del Señor? ¿Volverás a casa llenos de alegría? 
Autor: Joseph Ratzinger | Fuente: Catholic.net

Benedicto XVI, cuando aún no era Papa, escribió varios textos dedicados a la Navidad en el libro Imágenes de la esperanza. 

En la cueva de Greccio (Es una pequeña localidad situada en el valle de Rieti, en Umbría, no muy lejos de Roma ) se encontraban aquella Nochebuena, conforme a la indicación de san Francisco de Asis, el buey y el asno: «Quisiera evocar con todo realismo el recuerdo del niño, tal y como nació en Belén, y todas las penalidades que tuvo que soportar en su niñez. Quisiera ver con mis ojos corporales cómo yació en un pesebre y durmió sobre el heno, entre un buey y un asno».

Desde entonces, el buey y el asno forman parte de toda representación del pesebre. Pero, ¿de dónde proceden en realidad? Como es sabido, los relatos navideños del Nuevo Testamento no cuentan nada de ellos. Si tratamos de aclarar esta pregunta, tropezamos con uno hechos importantes para los usos y tradiciones navideños, y también, incluso, para la piedad navideña y pascual de la Iglesia en la liturgia y las costumbres populares.


El buey y el asno no son simplemente productos de la fantasía piadosa. Gracias a la fe de la Iglesia en la unidad del Antiguo y del Nuevo Testamento, se han convertido en acompañantes del acontecimiento navideño. De hecho, en Isaías 1,3 se dice: Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne.

Los Padres de la Iglesia vieron en estas palabras una profecía referida al nuevo pueblo de Dios, la Iglesia constituida a partir de judíos y gentiles. Ante Dios, todos los hombres, judíos y gentiles, eran como bueyes y asnos, sin razón ni entendimiento. Pero el Niño del pesebre les ha abierto los ojos, para que ahora reconozcan la voz de su Dueño, la voz de su Amo.

En las representaciones navideñas medievales, sorprende continuamente cómo a ambos animales se les dan rostros casi humanos; cómo, de forma consciente y reverente, se ponen de pie y se inclinan ante el misterio del Niño. Esto era lógico, pues ambos animales eran considerados la cifra profética tras la que se esconde el misterio de la Iglesia -nuestro misterio, el de que, ante el Eterno, somos bueyes y asnos-, bueyes y asnos a los que en la Nochebuena se les abren los ojos, para que en el pesebre reconozcan a su Señor.


Pero, ¿lo reconocemos realmente? Cuando ponemos en el pesebre el buey y el asno, debe venirnos a la mente la palabra entera de Isaías, que no sólo es buena nueva -promesa de conocimiento venidero-, sino también juicio sobre la presente ceguedad. El buey y el asno conocen, pero «Israel no conoce, mi pueblo no discierne».


¿Quién es hoy el buey y el asno, quién es mi pueblo que no discierne? ¿En qué se conoce al buey y al asno, en qué a mi pueblo? ¿Por qué, de hecho, sucede que la irracionalidad conoce y la razón está ciega?

Para encontrar una respuesta, debemos regresar una vez más, con los Padres de la Iglesia, a la primera Navidad.


¿Quién no conoció? ¿Por qué fue así?
  • Quien no conoció fue Herodes: no sólo no entendió nada cuando le hablaron del Niño, sino que sólo quedó cegado todavía más profundamente por su ambición de poder y la manía persecutoria que le acompañaba.
  • Quien no conoció fue, «con él, toda Jerusalén». Quienes no conocieron fueron los hombres elegantemente vestidos, la gente refinada. Quienes no conocieron fueron los señores instruidos, los expertos bíblicos, los especialistas de la exégesis escriturística, que desde luego conocían perfectamente el pasaje bíblico correcto, pero, pese a todo, no comprendieron nada.

    Quienes conocieron fueron -comparados a estas personas de renombre- bueyes y asnos: los pastores, los magos, María y José. ¿Podía ser de otro modo? En el portal, donde está el Niño Jesús, no se encuentran a gusto las gentes refinadas, sino el buey y el asno.


    Ahora bien, ¿qué hay de nosotros? ¿Estamos tan alejados del portal porque somos demasiado refinados y demasiado listos? ¿No nos enredamos también en eruditas exégesis bíblicas, en pruebas de la inautenticidad o autenticidad del lugar histórico, hasta el punto de que estamos ciegos para el Niño como tal y no nos enteramos de nada de Él? ¿No estamos también demasiado en Jerusalén, en el palacio, encastillados en nosotros mismos, en nuestra arbitrariedad, en nuestro miedo a la persecución, como para poder oír por la noche la voz del ángel, e ir a adorar?


    De esta manera, los rostros del buey y el asno nos miran esta noche y nos hacen una pregunta: Mi pueblo no entiende, ¿comprendes tú la voz del Señor? Cuando ponemos las familiares figuras en el nacimiento, debiéramos pedir a Dios que dé a nuestro corazón la sencillez que en el Niño descubre al Señor -como una vez San Francisco en Greccio-. Entonces podría sucedernos también -de forma muy semejante a san Lucas cuando habla sobre los pastores de la primera Nochebuena-: todos volvieron a casa llenos de alegría.
  • sábado, 21 de diciembre de 2013

    María tabla de salvación,



    Lectura espiritual

    María es la reconciliadora de los pecadores con Dios 
    1. María tiene por oficio ejercer la misericordia 
    La gracia de Dios es un tesoro extremadamente grande y deseable para el cristiano. El Espíritu Santo lo llama tesoro infinito, porque por medio de la gracia divina, somos elevados a la dignidad de amigos de Dios: “Es un tesoro  infinito, que a quienes lo han utilizado, los ha hecho partícipes de Dios” (Sb 7, 14). Por eso Jesús, nuestro Dios y Redentor, no dudó en llamar amigos suyos a los que estaban en gracia: “Vosotros sois mis amigos” (Jn 15, 14). ¡Maldito es el pecado que arrebata esta bella amistad!: “¡Vuestras iniquidades han puesto separación entre vosotros y vuestro Dios!” (Is 59, 2). Haciendo al alma odiosa para  Dios, “odiosos son para Dios el impío y su impiedad” (Sal 14, 9), la transforma de amiga en enemiga de su Señor ¿Qué debe hacer un pecador que, por desgracia, se ve convertido en enemigo de Dios? Necesita encontrar un mediador, que le obtenga el perdón y le haga recuperar la divina amistad perdida. “Consolaos –dice san Bernardo– oh miserables que habéis perdido a Dios; tu mismo Señor te ha dado el mediador, y éste es su propio Hijo Jesús que puede obtenerte cuanto desees”.
    Pero, oh Dios –prosigue el santo– ¿por qué los hombres han de juzgar severo a este Salvador tan compasivo que por salvarnos ha entregado su vida? ¿Por qué han de tener por terrible al que es del todo amable? ¿Qué teméis, pecadores desconfiados? Si estáis atemorizados por haber ofendido a Dios, sabed que vuestros pecados Jesús los ha clavado en la cruz a la vez que sus manos traspasadas, y ha satisfecho por ello con su muerte a la divina justicia, y los ha arrancado de vuestra alma. Estas son sus hermosas palabras: “Se imagina severo al que es compasivo; terrible al que es amable. ¿Qué teméis, hombres de poca fe? Ya clavó los pecados en la cruz con sus propias manos”. Pero si aún –añade el santo– temes recurrir a Jesucristo porque te espanta su Majestad divina, ya que, hecho hombre no deja de ser Dios ¿quieres otro abogado ante este mediador? Recurre a María, porque ella intercederá por ti ante su Hijo que ciertamente le oirá, y el Hijo intercederá ante el Padre, que nada puede negar a su Hijo amado. Y concluye san Bernardo: “Hijitos, ésta es la escala de los pecadores, ésta es mi mayor confianza, ésta es toda la razón de mi esperanza”. Ésta es la escala de los pecadores, porque por ella suben de nuevo a la alteza de la gracia divina; ésta es mi suprema confianza, ésta es toda la razón de mi esperanza. 
    2. María nos da la paz 
    El Espíritu Santo hace decir a la Santísima Virgen: “Yo soy como un muro, y mis pechos como torre desde que fui tan favorecida que hallé en él la paz” (Ct 8, 10). Yo soy, dice María, la defensa de los que a mí recurren, y mi misericordia es para ellos como torre de defensa. Para eso he sido constituida por mi Señor, medianera de paz entre los pecadores y Dios. “María –dice a este propósito el cardenal Hugo– es la gran reconciliadora que obtiene de Dios la paz para los enemigos, la salud para los perdidos, el perdón para los pecadores, la misericordia para los desesperados”. Por eso fue llamada por su divino Esposo, hermosa como los pabellones de Salomón. En las tiendas de David sólo se trataba de guerra, mientras que en los pabellones de Salomón se trataba sólo de paz. Haciéndonos entender con esto el Espíritu santo que esta Madre de misericordia no trata asuntos de guerra y de venganza contra los pecadores, sino sólo de paz y perdón de sus culpas.
    Por eso fue María prefigurada en la paloma de Noé, que saliendo del arca volvió trayendo en su pico un ramito de olivo, como señal de paz que Dios otorgaba a los hombres. Y así lo dice san Buenaventura: “Tú eres la fidelísima paloma que, interponiéndote ante Dios, has obtenido al mundo perdido la paz y la salvación. María fue la celestial paloma que trajo al mundo perdido el ramo de olivo, señal de misericordia, ya que en ella nos dio a Jesucristo que es la fuente de la misericordia, habiéndonos obtenido por sus méritos todas las gracias que Dios nos concede. Y así como por María fue dada al mundo la paz del cielo, como dice san Epifanio, así, por medio de María se siguen reconciliando los pecadores con Dios. Por eso san Alberto le hace decir: “Yo soy la paloma de Noé que trajo a la Iglesia la paz universal”.
    También fue figura de María el arco iris que vio san Juan circundando el trono de Dios: “Y un arco iris alrededor del trono” (Ap 4, 3). “Este arco iris –explica el cardenal Vitale– es María que asiste siempre al tribunal de Dios para mitigar las sentencias y los castigos que merecen los pecadores”. Y de este arco iris dice san Bernardino de Siena, que habló el Señor cuando dijo a Noé: “Pondré el arco iris en las nubes del cielo y será signo de mi alianza entre mí y entre la tierra... Al verlo me acordaré de mi Alianza sempiterna” (Gn 9, 13-16). María en verdad –dice san Bernardino de Siena– es este arco de paz eterna, porque como Dios, a la vista del arco iris se acuerda de la paz prometida a la tierra, así, ante las plegarias de María, perdona a los pecadores las ofensas cometidas y hace con ellos las paces.
    Por eso es también comparada María con la luna: “Hermosa como la luna” (Ct 6, 9). Así como la luna –dice san Buenaventura– está entre el cielo y la tierra, así María se interpone continuamente entre Dios y los pecadores, para aplacar al Señor e iluminar a los pecadores para que retornen a Dios. 
    3. María emplea sus dones en favor nuestro 
    Y ésta fue la principal misión que se le confió a María en la tierra, levantar a las almas privadas de la divina gracia y reconciliarlas con Dios. “Lleva a pacer tus cabritas” (Ct 1, 8). Así le dice el Señor al crearla. Ya se sabe que los pecadores son figurados en los cabritos, y que como los elegidos –figurados en las ovejas– en el juicio final serán colocados a la derecha, así aquellos, serán colocados a la izquierda. “Pues bien –dice Guillermo de París– los tales cabritos están confiados a tus cuidados, excelsa Madre, para que los conviertas en ovejas, y los que por sus culpas merecían ser lanzados a la izquierda, por tu intercesión, sean colocados a la derecha”. El Señor reveló a santa Catalina de Siena, que había creado a esta su amada hija como cebo dulcísimo para atraer a los hombres, especialmente a los pecadores, y llevarlos a Dios. Y en esto es digna de notarse la reflexión que hace sobre este pasaje del Cantar de los cantares, Guillermo abad, cuando dice que Dios recomienda a María el cuidado de sus cabritos, porque la Virgen no salva a todos los pecadores, sino a los que le sirven y le honran. Por el contrario, aquellos que viven en pecado y no la honran con algún obsequio especial, ni se encomiendan a ella para salir del pecado, ésos no son de los cabritos de María, y en el Juicio final serán colocados a la izquierda con los condenados”.
    Desesperado estaba de su eterna salvación un noble caballero, por sus muchos pecados, cuando un religioso le animó a recurrir a la Santísima Virgen, yendo a visitar una devota imagen en cierta iglesia. Fue el caballero a la iglesia y, apenas vio la imagen de María, se sintió como invitado por ella a que se postrara a sus pies y a poner en ella su confianza. Va presuroso, se postra, quiere besar los pies de la imagen, que era de talla, y María, desde la imagen le tiende la mano para dársela a besar, y ve en la mano de María este escrito: “Hijo mío, no desesperes que yo te libraré de tus pecados y de los temores que te oprimen”. Y se cuenta que al leer aquel pecador tan dulces palabras, sintió tanto dolor de sus pecados, y sintió tan intenso amor a Dios y a su dulce Madre que, poco después expiró a los pies de la santa imagen.
    ¡Cuántos son los pecadores obstinados que cada día atrae hacia Dios este imán de los corazones!, como ella misma se llamó diciendo a santa Brígida: “Como el imán atrae al hierro, así atraigo hacia mí los corazones más endurecidos para reconciliarlos con Dios”. Yo por mi parte podría referir muchos casos sucedidos en nuestras misiones, en que pecadores que permanecían duros como el hierro a todas las predicaciones, al oír el sermón de la misericordia de María, se compungían y tornaban a Dios. Cuenta san Gregorio que el unicornio es un animal tan fiero que no hay quien lo pueda cazar; sólo a la voz de una doncella, se rinde, se acerca y se deja atar por ella sin oponer resistencia. ¡Cuántos pecadores más fieros que las mismas fieras, que huyen de Dios, a la voz de esta sublime Virgencita que es María, se acogen a ella y se dejan atar dulcemente con Dios! 
    4. María es Madre de Dios para ejercer la misericordia 
    Para eso –dice san Juan Crisóstomo– ha sido hecha la Virgen María Madre de Dios, a fin de que los infelices que por su mala vida no podrían salvarse conforme a la justicia divina, con su dulce misericordia y con su poderosa intercesión, obtengan por su medio la salvación eterna. Sí –afirma san Anselmo– ha sido ensalzada para ser Madre de Dios, más en beneficio de los pecadores que de los justos, ya que Jesús declaró que había venido a llamar no a los justos sino a los pecadores. Que por eso canta la Iglesia:
    “Al pecador no aborreces,
    porque sin él no serías
    la Madre del Redentor”.
    Así es como la reconviene amorosamente Guillermo de París: “María, estás obligada a ayudar a los pecadores, pues todos los dones, gracias y grandezas –que todas quedan comprendidas en tu dignidad de ser Madre de Dios– todo, si así es lícito hablar, lo debes a los pecadores, pues para ellos has sido hallada digna de tener a Dios por Hijo”. Pues si María –concluye san Anselmo– ha sido hecha Madre de Dios para los pecadores ¿cómo yo, siendo tan grandes mis pecados podré desconfiar del perdón?
    La santa Iglesia nos hace saber en la oración de la Misa de la vigilia de la Asunción, que la Madre de Dios ha sido asunta de la tierra al cielo para que interceda por nosotros ante Dios con absoluta confianza de ser escuchada. Reza la oración: “...A la cual la has trasladado de este mundo, a fin de que interceda con toda confianza para que se nos perdonen los pecados”. Por esto san Justino dice que es árbitro: “el Verbo ha puesto a la Virgen como árbitro”. Árbitro es lo mismo que apaciguador, a quien las dos partes en conflicto acuden exponiendo sus razones. Con lo que quiere decir el santo que, como Jesús es el mediador ante el eterno Padre, así María es la mediadora ante Jesús, a la cual expone Jesús todos los agravantes que, como juez, tiene en contra de nosotros. 
    5. María atiende a todos sin excepción 
    San Andrés Cretense llama a María la fianza y seguridad de nuestra reconciliación con Dios: “Dándonos el Señor esta prenda, nos ha otorgado la garantía de los perdones divinos”. Con lo cual quiere significar el santo, que Dios va buscando la manera de reconciliarse con los pecadores perdonándolos, y para que no desconfíen del perdón, les ha dado como prenda a María. Por eso la saluda: “Salve, reconciliadora de Dios con los hombres”. Dios te salve, apaciguadora entre Dios y los hombres. De aquí toma ocasión san Buenaventura y anima a todos los pecadores diciéndoles: “Si temes por tus culpas, que Dios, indignado, quiera vengarse de ti. ¿Qué debes hacer? Vete y recurre a María que es la esperanza de los pecadores; y si después temes que ella rehúse ponerse de tu parte, has de saber que ella no puede dejar de defenderte, porque Dios mismo le ha asignado el oficio de defender a los pecadores”.
    ¿Cómo podrá perecer –exclama el abad Adán– el pecador al que la misma madre del juez se ofrece como madre e intercesora? ¿Y tú, que eres la madre de la misericordia, te desdeñarás de pedir a tu Hijo, que es el juez, por otro hijo tuyo, que es el pecador? ¿Te negarás tal vez, a interceder ante el Redentor por un alma redimida por él, que por salvar a los pecadores ha muerto en la cruz? Ciertamente que no te negarás a ello; antes por el contrario te empeñarás con todo tu amor en rogar por los que a ti recurren, sabiendo, como sabes muy bien, que el mismo Señor que ha constituido a tu Hijo mediador de paz entre Dios y los hombres, al mismo tiempo te ha puesto a ti como apaciguadora entre el juez y el reo.
    Inspirado en el mismo pensamiento, dice san Bernardo: “Dale gracias al que te suministró tan gran intercesora”. Seas quien seas, pecador, encenagado en el lodazal de tus culpas y aunque hayas envejecido en el vicio, no desconfíes; da gracias a tu Señor que para tener misericordia contigo, no sólo te ha dado al Hijo por tu abogado, sino que además, para darte ánimo y confianza, ha querido darte una mediadora de tal calidad, que obtiene cuanto quiere con sus plegarias. Ánimo, recurre a María y te salvarás. 
    EJEMPLO 
    Conversión de la infeliz Benita 
    Refieren el B. Alano y Bonifacio, que vivía en Florencia una joven llamada Benita, pero que más bien merecía llamarse maldita por la vida escandalosa y deshonesta que llevaba. Para su fortuna llegó a predicar en una ciudad Santo Domingo, y ella, por mera curiosidad fue a escucharle. Y el Señor le puso tal compunción en su corazón al oírlo, que llorando se fue a confesar con el santo. Éste la confesó, la absolvió y le impuso de penitencia rezar el rosario diariamente. Pero la infeliz, arrastrada por sus malos hábitos, volvió a su mala vida. Lo supo el santo, y yéndola a buscar, obtuvo de ella que se confesara de nuevo. Y Dios, para confirmarla en la virtud, le hizo ver el infierno y en él, algunos que por su culpa se habían condenado. Después, en un libro abierto, le hizo leer el pavoroso recuento de sus pecados. Horrorizada la penitente ante semejante visión, acudió a María para que le ayudase. Y se le dio a entender que esta divina Madre le había conseguido de Dios espacio de tiempo para llorar todas sus liviandades.
    Pasada la visión, Benita se entregó a una vida santa; pero teniendo siempre ante los ojos aquel terrible proceso que había visto, un día se puso a rezarle así a su consoladora: “Madre, es verdad que yo, por mis excesos debería estar en lo profundo del infierno, pero ya que tú, con tu intercesión, me has librado obteniéndome tiempo de hacer penitencia, te pido esta otra gracia: no quiero dejar nunca de llorar mis pecados, pero haz que sean borrados de aquel libro”. Hecha esta oración, se le apareció la Virgen y le dijo que, para obtener lo que pedía, era necesario que, en adelante, se acordase de la misericordia que Dios había tenido con ella y de la Pasión que su Hijo había sufrido por amor de ella; y que considerase que cuántos, con menos culpas que ella, se habían condenado... Habiendo obedecido Benita fielmente a la Santísima Virgen, un día se le apareció Jesucristo, mostrándole aquel libro le dijo: Mira, tus pecados están borrados y el libro en blanco: escribe ahora actos de amor y de virtud. Así lo hizo Benita, llevando una vida santa y teniendo una santa muerte. 
    ORACIÓN DE CONFIANZA EN MARÍA 
    Señora mía, siendo tu oficio
    el de mediadora entre los pecadores y Dios,
    ”ea, pues, abogada nuestra”,
    cumple también ese oficio conmigo.
    No me digas que mi causa
    es muy difícil de ganar;
    pues yo sé, como me dicen todos,
    que toda causa por desesperada que sea,
    si la defiendes tú, jamás se pierde. 
    Podría temer si sólo mirase
    la muchedumbre de mis pecados,
    y tú no aceptaras defenderme,
    pero al ver tu misericordia inmensa,
    y el sumo deseo de ayudar al pecador
    que late en tu corazón, nada temo.
    ¿Quién se perdió jamás
    habiendo recurrido a ti? 
    Por eso te llamo en mi socorro,
    mi abogada, mi refugio y mi esperanza.
    En tus manos pongo la causa
    de mi eterna salvación,
    perdida estaba,
    pero tú la tienes que ganar. 
    Gracias le doy siempre al Señor
    que me da esta gran confianza en ti,
    la cual, a pesar de mis deméritos,
    siento que me garantiza la salvación.
    Sólo un temor me aflige, amada Reina mía;
    y es que yo pueda, por mi descuido
    perder esta confianza en ti. 
    Por eso te ruego, María, Madre mía,
    por el amor que tienes a Jesús,
    que siempre me conserves y acrecientes
    esta confianza en tu intercesión
    por la que espero, con toda certeza,
    recuperar la amistad divina,
    tantas veces por mí despreciada y perdida. 
    Recuperarla espero por tu medio y conservarla,
    hasta llegar, gracias a ti, al Paraíso,
    a agradecer y cantar
    las misericordias de Dios y tuyas,
    por toda la eternidad. Amén. 
    (“Las Glorias de María” – San Alfonso María de Ligorio)

    jueves, 19 de diciembre de 2013

    Gracias obtenidas por asistir a la Santa Misa. Fuente: www.santisimavirgen.com.ar

    Gracias obtenidas por asistir a la Santa Misa
    1. La Misa es la continuación del Calvario.
    2. Cada Misa vale tanto como la vida, sufrimientos y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, ofrecidos en sacrificio. 
    3. La Santa Misa es el acto de desagravio más poderoso para expiar los pecados.
    4. A la hora de la muerte, el consuelo más grande del alma consistirá de las Misas oídas en vida. 
    5. Cada Misa bien oída nos acompañará hasta el Tribunal Divino, suplicando perdón.
    6. En la Santa Misa, según el fervor con que se asiste, se puede disminuir en grado mayor o menor, la pena temporal debida por los pecados.
    7. Al asistir devotamente a la Santa Misa, se rinde el más grande homenaje a la Sagrada Humanidad de Nuestro Señor. 
    8. En la Santa Misa, Nuestro Señor Jesucristo ofrece expiación y desagravio por muchas omisiones y negligencias nuestras.
    9. En la Santa Misa, Jesucristo perdona los pecados veniales que todavía no se han confesado. Además se disminuye el poder de Satanás sobre el alma.
    10. Al asistir a la Santa Misa se proporciona a las almas del Purgatorio, el alivio más grande que sea posible. 
    11. Una Misa bien oída durante la vida, será de más provecho al alma, que muchas que se ofrecieran para su reposo después de la muerte.
    12. Por asistir a Misa, el alma se preserva de peligros, desgracias y de calamidades, que de otro modo hubieran sucedido. Además, se abrevia o reduce la duración de su Purgatorio. 
    13. Cada Misa bien oída obtiene para el alma un grado más elevado de gloria en el Cielo.
    14. En la Misa se recibe la bendición del sacerdote que Nuestro Señor ratifica en el Cielo. 
    15. En la Misa se arrodilla entre una multitud de los santos ángeles, que están presentes en actitud de profunda reverencia, durante el sacrificio adorable de la Santa Eucaristía. 
    16. En la Santa Misa se reciben bendiciones para todos los bienes y empresas temporales. 

    Carta alNiño Dios

    Carta al Niño Dios
    Quiero adelantarme a los pastores y a los Reyes Magos. Quiero llegar aquí cada mañana el primero. 
    Autor: P. Guillermo Serra, LC | Fuente: la-oracion.com

    Querido Niño Jesús:

    Te tengo aquí presente en este rato de adoración. Pienso en ti y te pienso. Sí, parece lo mismo pero en realidad no lo es. Muchas veces pienso en ti, me acuerdo de ti, pero no te pienso. Es como decir que falta algo de camino para que de mi mente llegues a mi corazón. Bueno, en realidad estoy enamorado de ti, pero mucho menos de lo que tú lo estás de mí. Y ese es el camino que quiero recorrer. En el fondo tú ya estás en mi corazón y yo, quizás, ni siquiera he llegado al mío porque me falta tanto amor.

    Te agradezco

    Hoy quiero agradecerte este esfuerzo de salir de tu cielo para venir a nuestra tierra, a mi tierra de cada día. Tanto tiempo peregrinos en busca de la Tierra Prometida y ahora en ti descubro esa promesa, ese amor, esa ternura: Dios con nosotros, Dios conmigo, Dios para mí, en una cueva, en Belén.

    Te tengo en la Eucaristía. Te miro y me miras. No sé quién tiene más admiración, si yo de ti o tú de mí. Me amas y te amo. Naciste ya hecho Eucaristía, hecho pan para comerte, tanta fue tu ternura. Naciste en Belén, que quiere decir "Casa del Pan". Y con razón María te quería comer a besos. Eucaristía anticipada por aquella que te dio la vida.

    ¿Qué me dices, qué te digo?

    Esto es lo que me dices hoy: hay que dar la vida, hacerse alimento para los demás. Cada día dejarse comer, ser Eucaristía para los hombres mis hermanos, tus hermanos. En tu cueva encuentro el ejemplo para lograrlo: la humildad del lugar, el silencio de la noche, la pobreza que elegiste, la mejor compañía: María y José. ¡Qué bien se está aquí contigo! Es una auténtica transfiguración: tu gloria se dibuja en tu pequeñez, tu amor en la sencillez y tu fuerza en tu debilidad. Tres virtudes que deben resonar en mi vida pero la verdad, ¡qué pronto se me olvidan!

    Por eso quiero mirarte y aprender de ti como un espejo de amor. Que tu sonrisa me haga sonreír. Que tu sueño me dé paz, que tu silencio me haga aprender a escuchar.

    Quiero adelantarme a los pastores y a los Reyes Magos. Quiero llegar aquí cada mañana el primero. Suena egoísta pero es que necesito verte, tocarte, olerte y besarte. Eres carne de mi carne, uno como yo, ¡eres real! Quiero que esta experiencia me acompañe durante el día. ¡He tocado, he visto, he abrazado el Verbo de Dios! ¡Ha dormido en mis brazos y ha llorado junto a mí y por mí!

    Ser consuelo de tu corazón es mi mayor deseo. Verte dormir mi mayor paz. Ojalá pudiese vivir mi sacerdocio consolándote y diciéndote: "descansa, ahora me toca a mí". Pero en el fondo sé que tu corazón siempre está velando y soy yo el que es cuidado por ti. Al menos déjame intentarlo, déjame ser consuelo para tu corazón.

    ¿Qué te puedo regalar?

    Con la emoción de verte entre nosotros, Jesús, no te he traído un regalo. ¡Qué despiste! Otros llegarán al rato con regalos preciosos del lejano oriente o con humildes ofrendas de pastor. Y yo, ¿qué te puedo regalar? Mi vida es tuya, ya lo sabes. Te la entregué hace más de 20 años. Soy pobre, aunque no tanto como tú. Algo debe quedarme, seguramente mi corazón te puede ofrecer un mayor amor, un esfuerzo más delicado en mi servicio, un desprendimiento más generoso cada día para encontrarme contigo, superando cansancio, tristeza, miedos y apegos. Sí, creo que este será mi regalo. Te dejaré aquí mi corazón para que te dé calor, te consuele, te entretenga y te alegre. Así cada día tendré que volver temprano en la mañana para alimentarme de tu amor, de tu mirada y de tu bondad. Con tu corazón en el mío caminaré más rápido, haré más bien al mundo, me amaré mejor y amaré a más personas.

    Nos unimos en la Eucaristía

    La Eucaristía que celebro cada día será nuestro encuentro, nuestro regalo, nuestro alimento y nuestro recuerdo. Nos uniremos y ya no tendremos dos corazones, sino que el mío se fundirá en el tuyo, mi voluntad en la tuya, mi mirada la de tus ojos, mi ternura la de tu amor.

    Belén, casa del Pan, cueva silenciosa del milagro de Dios entre los hombres. Eucaristía anticipada hecha vida, ternura y gozo. En tu humilde morada dejo mi corazón en el pesebre.

    Despedida

    Me retiro antes de que lleguen los pastores. Me voy sin mi corazón pero sí con el tuyo. Qué gran regalo he recibido a cambio de lo poco que te dejo. Tu amor en mi pecho y el mío en tu pesebre. Descansa, duerme tranquilo. Mañana regreso de nuevo. Tu sacerdote por siempre, P. Guillermo Serra, L.C.

    NB: no pienses que no me he dado cuenta, ¡tienes la madre más hermosa del mundo!

    lunes, 16 de diciembre de 2013

    Ejemplo del rezo de las tres Avemarías.

    Mensaje a los Apóstoles de la Inmaculada

    Ejemplos del rezo de las Tres Avemarías. 
    Ejemplo 5. 
    Un buen ejemplo que convierte 
    Una clínica, un quirófano, y, tendida sobre la mesa de operaciones, una niña de muy pocos años.
    La operación a practicar es francamente delicada, difícil; tres doctores en cirugía están presentes y dos médicos anestesistas.
    –A ver, nena –dice uno de éstos–; cierra los ojitos, que vas a dormir.
    –¡Pero si es de día! –replica la niña–; yo nunca duermo de día.
    –No importa. Ahora vas a dormir. Cierra los ojitos...
    El médico no quería que la niña viera la aguja con que la tenían que pinchar para anestesiarla. Y ella repetía lo mismo:
    –Yo no duermo de día...
    –Sin embargo, hoy tienes que hacerlo así; has de dormir para curarte... Anda, sé buena y cierra los ojitos...
    –Bueno –dijo la pequeñita conformándose, pues comprendió muy bien que, tarde o temprano aquellos señores se saldrían con la suya. Pero añadió:
    –Yo, antes de dormir, rezo siempre las tres Avemarías. ¿Me dejan que las rece?...
    –Sí, puedes rezar tus tres Avemarías...
    Y con toda sencillez, la niña se incorporó, se arrodilló, juntó sus manecitas, y empezó su oración de todas las noches: “Dios te salve, María,... Ruega por nosotros, pecadores...”
    Luego, acabadas las tres Avemarías, se tendió en la mesa y, sin esperar otra recomendación, cerró sus inocentes ojos...
    Ante aquel cuadro encantador, uno de los cirujanos se sintió profundamente enternecido, aunque lo disimuló, y aparentó permanecer imperturbable. Pero en cuanto pudo abandonar el quirófano, lo hizo diciendo a sus compañeros que ellos podían terminar la operación, no haciendo falta él. Entonces se retiró a su despacho, se cerró por dentro, se puso de rodillas y empezó a llorar. Llevaba muchos años alejado de la  Iglesia, sin recibir los Sacramentos y sin hacer oración... Y salió de allí decidido a realizar una buena confesión y vivir en adelante según la Ley de Dios, porque le había transformado totalmente, haciéndole recordar la inocencia y fervor religioso de su niñez, aquella niña que no se dormía sin antes haber rezado sus tres Avemarías.
    ¡Ave María Purísima!
    ¡Sin pecado concebida!

    domingo, 15 de diciembre de 2013

    Es de buen nacido ser agradecido...

    Dinos San Juan Bautista ¿Qué tenemos que hacer?...
    El gran Bautista, el que nos anuncia la llegada del Hijo de Dios entre los hombres, nos ayudará a preparar el camino del Adviento. 
    Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net

    Tercer domingo de Adviento


    Walter cursó brillantemente sus estudios de Administración de empresas, y para su tesis, se le ocurrió pensar en la funcionalidad de esa transnacional que comienza aquí en la tierra y termina en el otro lado.

    Hizo la solicitud correspondiente, y cosa increíble, le fue concedida, así que se aprestó a marcharse, computadora en mano, y recién llegado al cielo se encontró con San Pedro que fue el encargado de mostrarle cómo funciona la vida en aquella próspera empresa. El santo llevó a Walter a un recorrido por el cielo. Ambos caminaron paso a paso por unos grandes pabellones llenos de ángeles.

    San Pedro se detuvo frente a la primera sección y dijo: "Esta es la sección de recibo. Aquí, todas las peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas". Walter miró a la sección y estaba terriblemente ocupada con
    muchos ángeles clasificando peticiones escritas en voluminosas hojas de papel, de personas de todo el mundo.

    Ellos siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección, y San Pedro le dijo: "Esta es la sección de empaque y entrega. Aquí, las gracias y bendiciones que la gente pide, son empacadas y enviadas a las personas que las solicitaron". Walter vio cuán ocupada estaba. Había tantos ángeles trabajando en ella como tantas bendiciones estaban siendo empacadas y enviadas a la tierra.

    Finalmente, en la esquina más lejana del último pabellón, Walter se detuvo en una diminuta sección. Para su sorpresa, sólo un ángel permanecía en ella ocioso, haciendo muy poca cosa. "Esta es la sección del agradecimiento" dijo San Pedro a Walter. "¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí?" Preguntó Walter. "Esto es lo peor"- contestó San Pedro. Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento.

    "¿Y cómo pueden las gentes agradecer las bendiciones de Dios?
    "Simple," contestó San Pedro, "sólo tendrías que decir o escribir o poner un E-mail: "Gracias Señor".

    Esta anécdota, que nos han enviado gentilmente, viene bien a cuento, porque se nos llega ya el día de Navidad, y entre regalos y cenas y fiestas de fin de año, se nos olvida lo más importante, que es agradecer cumplidamente a nuestro Buen Padre Dios el tremendo regalazo que nos hizo al enviarnos a su Hijo Jesucristo al mundo, en carne mortal, y sujeto a todas las limitaciones humanas, menos el pecado.

    Tendríamos que imitar a esos grandes santos, que cuando las condiciones eran otras, y sólo se permitía comulgar en algunas ocasiones, digamos cada semana, se pasaban tres días preparando la Sagrada comunión, que era recibida entre grandes muestras de júbilo, y alegría, y los tres días restantes eran empleados en bendecir y alabar a Dios por el gran don de la Eucaristía.

    Precisamente esto es lo que nos propone San Pablo, al considerar que el Señor está cerca: No se inquieten por nada; más bien presente en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. 
    Quisiera que todos los cristianos, viéramos esta Navidad como un don del cielo, como el mejor obsequio que el Señor podría haber hecho a nuestra humanidad, y como el mejor antídoto para esa enfermedad que se anuncia ya como la nueva enfermedad del siglo, la famosa depre, que en serio afecta a mucha gente sobre la tierra, y que surge en la conciencia del hombre cuando éste se cierra a la gracia, a la amistad, a la cercanía del Dios que nos salva en su Hijo Jesucristo.

    Entonces se produce un vacío muy difícil de llenar, porque el corazón del hombre, hecho con las dimensiones del corazón de nuestro Salvador no puede ser llenado con cosas y cosas y cosas, como hacemos normalmente en ocasión de Navidad, para disimular nuestro vacio interior y muchas veces nuestro egoísmo.

    Esa enfermedad es siempre una prueba espiritual, y por eso es importante tender la mano a los enfermos, ayudarles a percibir la ternura de Dios, a integrarlos en una comunidad de fe y de vida donde puedan sentirse acogidos, comprendido, sostenidos, en una palabra, dignos de amar y de ser amados.

    Para ellos, como para cualquier otro, contemplar a Cristo y dejarse "mirar" por él es una experiencia que los abre a la esperanza y los impulsa a elegir la vida.

    Esta misma alegría y este compromiso de solidaridad con los que no pueden comprar y comprar como aconsejan los medios de comunicación, son los que nos anuncia el profeta Sofonías:

    Canta, da gritos de júbilo, gózate y regocíjate de todo corazón... el Señor será el Rey en medio de tu pueblo y no temerán ningún mal... que no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti; El se goza y se complace en ti: él te ama y se llenará de júbilo por tu causa, como en los días de fiesta.

    Estos días, pues no serán de muchas consideraciones, sino ir saboreando, ayudados por las palabras del Profeta Sofonías, con esa presencia del Señor entre nosotros, y con la tremenda seguridad de que él nos ama, se complace en nosotros, y nos hará vivir en una fiesta, en una eterna Navidad, celebrando al Hijo de Dios que comparte nuestras miserias y nuestros dolores, pero que marca caminos de vida nueva, de salvación y de perdón.

    Como conclusión, tendríamos que sentarnos frente a San Juan el Bautista, el gran Bautista, el que nos anuncia la llegada del Hijo de Dios entre los hombres, para preguntarle a boca de jarro: ¿Qué debemos hacer?.

    Su respuesta será clarísima: la solidaridad y el saber compartir lo nuestro, sin olvidarnos de la justicia y el fiel y exacto cumplimiento de nuestros deberes.

    Quien tenga dos túnicas o dos vestidos, dé uno al que no tiene ninguno y quien tenga comida, que haga lo mismo... no cobren más de lo establecido... no extorsionen a nadie ni denuncien falsamente, sino conténtense con su salario....

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