viernes, 22 de mayo de 2015

REFLEXIÓN DEL DÍA

El primer pecado.
Dicen los maestros de vida espiritual que el pecado más fácil de evitar es el primero, porque es cuando más fuerzas tenemos contra la tentación, y cuando estamos mejor dispuestos a defendernos.
Debemos tener cuidado de no cometer el primer pecado, porque si lo cometemos, luego de él vendrán pecados cada vez más graves, hasta perder la conciencia de pecado y creer que todo es lícito, llegando a ser incluso criminales y delincuentes.
No hagamos caso al diablo que nos dice al oído: “Haz esto o aquello, total después te confiesas y listo”. Ésta es una astucia del Maligno que quiere poseer nuestra alma. ¿Quién se animaría a beber un veneno mortal, aunque sea exquisito, con la esperanza que después tomará el antídoto? ¿Quién nos asegura que después del pecado tendremos manera y tiempo para confesarnos? ¡Cuántos han muerto mientras pecaban o inmediatamente después!
Recordemos que el demonio, a los grandes pecadores los deja en paz, porque sabe que ellos mismos se van precipitando solos en el abismo. Pero con los que están atentos y quieren vivir en gracia y amistad de Dios, utiliza otras técnicas más refinadas y peligrosas, que son las de inducir a pequeños desvíos, pequeños pecados, y paulatinamente desviar al alma del camino del bien.
Debemos tener en cuenta que, al igual que en los caminos de la tierra, si uno se desvía un momento por otro camino, al principio esos caminos pueden estar muy juntos, pero a medida que se avanza la separación es mayor. No por importunarnos el Señor nos ha mandado que vigilemos y oremos incesantemente, porque tenemos un enemigo mucho más inteligente que nosotros, que entra con la nuestra para salirse con la de él.
Pidamos al Espíritu Santo que nos mantenga alertas, en vela, iluminando nuestra mente y corazón con su Ciencia infinita, para que sepamos descubrir las astucias del demonio.

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