viernes, 31 de enero de 2014

Hoy festejamos San Juan Bosco con un sueño suyo.

ño de San Juan Bosco: "LAS DOS COLUMNAS"
(Memorias Biográficas de San Juan Bosco, Tomo VII, págs. 169-171)
El 26 de mayo de 1862 Don Bosco había prometido a sus jóvenes que les narraría algo muy agradable en los últimos días del mes. El 30 de mayo, pues, por la noche les contó una parábola o semejanza según él quiso denominarla. He aquí sus palabras: «Os quiero contar un sueño. Es cierto que el que sueña no razona; con todo, yo que os contaría a Vosotros hasta mis pecados si no temiera que salieran huyendo asustados, o que se cayera la casa, se lo voy a contar para su bien espiritual. Este sueño lo tuve hace algunos días. Figúrense que están conmigo a la orilla del mar, o mejor, sobre un escollo aislado, desde el cual no ven más tierra que la que tienen debajo de los pies. En toda aquella superficie líquida se ve una multitud incontable de naves dispuestas en orden de batalla, cuyas proas terminan en un afilado  espolón de hierro a modo de lanza que hiere y  traspasa todo aquello contra lo cual llega a chocar. Dichas naves están armadas de cañones, cargadas de fusiles y de armas de diferentes clases; de material incendiario y también de libros (televisión, radio, internet, cine, teatro, prensa), y se dirigen contra otra embarcación mucho más grande y más alta, intentando clavarle el espolón, incendiarla o al menos  hacerle el mayor daño posible.
A esta majestuosa nave, provista de todo, hacen escolta numerosas navecillas que de ella reciben las órdenes, realizando las oportunas maniobras para defenderse de la flota enemiga. El viento le es adverso y la agitación del mar favorece a los enemigos. En medio de la inmensidad del mar se levantan, sobre las olas, dos robustas columnas, muy altas, poco distante la una de la otra. Sobre una de ellas campea la estatua de la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción: Auxilium Christianorum. Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella otro cartel con estas palabras: Salus credentium. El comandante supremo de la nave mayor, que es el Romano Pontífice, al apreciar el furor de los enemigos y la situación apurada en que se encuentran sus leales, piensa en convocar a su alrededor a los pilotos de las naves subalternas para celebrar consejo y decidir la conducta a seguir. Todos los pilotos suben a la nave capitaneada y se congregan alrededor del Papa. Celebran consejo; pero al comprobar que el viento arrecia cada vez más y que la tempestad es cada vez más violenta, son enviados a tomar nuevamente el mando de sus naves respectivas.
Restablecida por un momento la calma, el Papa reúne por segunda vez a los pilotos, mientras la nave capitana continúa su curso; pero la borrasca se torna nuevamente espantosa. El Pontífice empuña el timón y todos sus esfuerzos van encaminados a dirigir la nave hacia el espacio existente entre aquellas dos columnas, de cuya parte superior todo en redondo penden numerosas áncoras y gruesas argollas unidas a robustas  cadenas. Las naves enemigas dispónense todas a asaltarla, haciendo lo posible por detener su marcha y por hundirla. Unas con los escritos, otras con los libros, con materiales incendiarios de los que cuentan gran abundancia, materiales que intentan arrojar a bordo; otras con los cañones, con los fusiles, con los espolones: el combate se torna cada vez más encarnizado. Las proas enemigas chocan contra ella violentamente, pero sus esfuerzos y su ímpetu resultan inútiles. En vano reanudan el ataque y gastan energías y municiones: la gigantesca nave prosigue segura y serena su camino. A veces sucede que por efecto de las acometidas de que se le hace objeto, muestra en sus flancos una larga y profunda hendidura; pero apenas producido el daño, sopla un viento suave de las dos columnas y las vías de agua se cierran y las brechas desaparecen.
Disparan entretanto los cañones de los asaltantes, y al hacerlo revientan, se rompen los fusiles, lo mismo que las demás armas y espolones. Muchas naves se abren y se hunden en el mar. Entonces, los enemigos, encendidos de furor comienzan a luchar empleando el arma corta, las manos, los puños, las injurias, las blasfemias, maldiciones, y así continúa el combate. Cuando he aquí que el Papa cae herido gravemente. Inmediatamente los que le acompañan acuden a ayudarle y le levantan. El Pontífice es herido una segunda vez, cae nuevamente y muere. Un grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas de sus naves reina un júbilo indecible. Pero apenas muerto el Pontífice, otro ocupa el puesto vacante. Los pilotos reunidos lo han elegido  inmediatamente; de suerte que la noticia de la muerte del Papa llega con la de la elección de su sucesor. Los enemigos comienzan a desanimarse. El nuevo Pontífice, venciendo y superando todos los obstáculos, guía la nave hacia las dos columnas, y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una cadena que pende de la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia; y con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada. Entonces se produce una gran confusión.
Todas las naves que hasta aquel  momento habían luchado contra la embarcación capitaneada por el Papa, se dan a la huida, se dispersan, chocan entre sí y se destruyen mutuamente. Unas al hundirse procuran hundir a las demás. Otras navecillas que han combatido valerosamente a las órdenes del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas. Otras naves, que por miedo al combate se habían retirado y que se encuentran muy distantes, continúan observando prudentemente los acontecimientos, hasta que, al desaparecer en los abismos del mar los restos de las naves destruidas, bogan aceleradamente hacia las dos columnas, llegando a las cuales se aseguran a los garfios pendientes de las mismas y allí permanecen tranquilas y seguras, en compañía de la nave capitana ocupada por el Papa. En el mar reina una calma absoluta. Al llegar a este punto del relato, San Juan Bosco preguntó a Beato Miguel Rúa: —¿Qué piensas de esta narración? Beato Miguel Rúa contestó: —Me parece que la nave del Papa es la Iglesia de la que es Cabeza: las otras naves representan a los hombres y el mar al mundo. Los que defienden a la embarcación del Pontífice son los leales a la Santa Sede; los otros, sus enemigos, que con toda suerte de armas intentan aniquilarla.
Las dos columnas salvadoras me parece que son la devoción a María Santísima y al Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Beato Miguel Rúa no hizo referencia al Papa caído y muerto y San Juan Bosco nada dijo tampoco sobre este particular. Solamente añadió: —Has dicho bien. Solamente habría que corregir una expresión. Las naves de los enemigos son las persecuciones. Se preparan días difíciles para la Iglesia. Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en comparación a lo que tiene que suceder. Los enemigos de la Iglesia están representados por las naves que intentan hundir la nave principal y aniquilarla si pudiesen. ¡Sólo quedan dos medios para salvarse en medio de tanto desconcierto! Devoción a María Santísima. Frecuencia de Sacramentos: Comunión frecuente, empleando todos los recursos para practicarlos nosotros y para hacerlos practicar a los demás siempre y en todo momento. ¡Buenas noches! Las conjeturas que hicieron los jóvenes sobre este sueño fueron muchísimas, especialmente en lo referente al Papa; pero Don Bosco no añadió ninguna otra explicación. Cuarenta y ocho años después —en A.D. 1907— el antiguo alumno, canónigo Don Juan Ma. Bourlot, recordaba perfectamente las palabras de San Juan Bosco. Hemos de concluir diciendo que César Chiala y  sus compañeros, consideraron este sueño como una verdadera visión o profecía. 

jueves, 30 de enero de 2014

Jesús, María os amo, salvad las almas.

TERMINANDO EL DÍA

Cuántas veces.

Ya va terminando el día y haciendo un balance de él, podemos considerar si hemos hecho actos de amor a Dios, si le hemos dicho a Jesús, durante el día de hoy,  que lo amamos.
Si encontramos que nuestro amor ha estado frío para con Dios, entonces que eso nos sirva para mañana estar mejor dispuestos a amar al Señor, porque si bien con el sólo hecho de vivir en gracia de Dios y de hacer lo que Dios quiere que hagamos, ya es decirle a Dios que lo amamos, también es conveniente que muchas veces en el día elevemos el pensamiento y el corazón a Nuestro Señor para decirle, con los labios o con el corazón, que lo amamos. Porque Dios nos ha creado por amor y para que le amemos.
Una jaculatoria que podemos hacer frecuentemente es decir: “Jesús, María os amo, salvad las almas”, y con ella salvaremos cada vez un alma y repararemos por mil blasfemias, además de que haremos un acto de amor a Jesús y a su Madre.

Amistad nueva: lavemos la imagen de la Iglesia y del Papa Pío XII. Fuente: l'Osservatore Romano

Amistad nueva

27 de ene de 2014
La investigación sobre las modalidades concretas de ayuda a los judíos, sobre la presencia de judíos en los conventos y en las iglesias, sobre la vida de los judíos dentro de los refugios eclesiásticos, comienza a sacar a la luz un aspecto sobre el c
Los estudios de los últimos años —escribe Anna Foa, en una relación pronunciada en el congreso «Dalla Costa y las ayudas a los judíos en Florencia durante la Shoah» que tuvo lugar en Florencia el 19 y el 20 de enero— ponen cada vez más de relieve el papel general de protección que la Iglesia tuvo respecto a los judíos durante la ocupación nazi en Italia. De Florencia, con el cardenal Dalla Costa, proclamado «Justo» en 2012, a Génova con don Francesco Repetto, también él «Justo», en Milán con el cardenal Schuster, y así, naturalmente, hasta en Roma donde la presencia del Vaticano, además de la existencia de las zonas extraterritoriales, consintió el rescate de miles de judíos.

Precisamente, a propósito de Roma, el reciente trabajo de Andrea Riccardi puso de relieve muchos aspectos importantes de esta cuestión, desde las modalidades con las cuales fue llevada adelante la obra de asilo y rescate de los perseguidos, que eran tales que no podían ser el fruto de “iniciativas desde abajo” sino que eran claramente coordinadas, además de consentidas, por los jefes de la Iglesia, de tal modo que la misma no se limitaba a los judíos, con más riesgo que los demás, sino que se extendía a todos aquellos que estaban en peligro (media Roma que escondía a la otra mitad), con el hecho evidente de que los nazis eran bien conscientes de lo que sucedía en los conventos: el partido se jugaba al filo de la navaja y no se refería sólo a la posibilidad de dar refugio a los judíos, sino a la relación entre Iglesia y nazis, y, es decir, a la posibilidad de que el régimen nazi pusiera fin de golpe a la presencia de un Estado neutral, el Vaticano, en el corazón de la Roma ocupada. La reconstrucción histórica de la ayuda prestada por la Iglesia no es fruto de posiciones ideológicas de línea católica, sino que nace de precisas investigaciones.


 Se cancela así la imagen propuesta en los años sesenta de un Papa indiferente a la suerte de los judíos o incluso cómplice de los nazis. La investigación sobre las modalidades concretas de ayuda a los judíos, sobre la presencia de judíos en los conventos y en las iglesias, sobre la vida de los judíos dentro de los refugios eclesiásticos, comienza a sacar a la luz un aspecto sobre el cual poco se ha reflexionado hasta ahora: el cambio de mentalidad que de ello puede derivarse, un tema sobre el cual algún punto se puede encontrar en el libro de Andrea Riccardi sobre Roma. En efecto, es verdad que judíos y cristianos habían convivido durante siglos entre los muros de los guetos y en las antiguas juderías, en Italia y particularmente en Roma, pero esta convivencia había raramente implicado a los eclesiásticos. Ahora, necesario por la urgencia de la persecución, sacerdotes y judíos compartían el mismo alimento. Las mujeres paseaban en los pasillos de los conventos de clausura, los judíos aprendían el Padrenuestro y se ponían el hábito como precaución en el caso de irrupciones alemanas y fascistas. Rosa Di Veroli, al pedirle que rezara junto con los demás en la iglesia, lo hacía pero recitando en voz baja el «Shemá». "En definitiva —continúa Anna Foa— yo creo que esta familiaridad nueva e improvisa, iniciada sin preparación por las circunstancias, en condiciones en las que una de las dos partes era buscada y estaba en peligro su vida y necesitaba, por lo tanto, de mayor “caridad cristiana”, no se dio sin consecuencias para el inicio y la acogida del diálogo".
Fuente: religión en libertad

Tomado de: el Testigo fiel.

Papamanía en las calles de Roma: cuando el amor y la admiración se convierten en graffitis

30 de ene de 2014
Considerando que se trata de una muestra de afecto, admiración y cercanía no deja de ser llamativa pues normalmente era la hostilidad hacia lo católico lo que permeaba la visión misma de la figura del Papa
Hace casi un año el municipio de Roma adornó las calles de la ciudad con carteles que saludaban la elección del arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, como el nuevo sucesor del apóstol san Pedro, obispo de Roma y, en consecuencia, Papa.
 
Que a lo largo del tiempo transcurrido desde entonces el Papa Francisco se ha hecho con el afecto de las multitudes no es sólo una constatación empírica que apoyan las estadísticas (1.562.000 de personas tan solo en las audiencias de los miércoles de 2013; en 2012 fueron 447.000, y ya era un record también el de Benedicto XVI) sino también unos "carteles" más espontáneos que han aparecido en las calles de la capital italiana.
 
Se tratan de graffitis que muestra al Papa Francisco como un súper héroe (esperemos que con el beneplácito del dueño del muro donde están pintados) y una bolsa donde lleva los "valores" cristianos. Considerando que se trata de una muestra de afecto, admiración y cercanía no deja de ser llamativa pues normalmente era la hostilidad hacia lo católico lo que permeaba la visión misma de la figura del Papa, motivo por el cual sólo se le reflejaba cuando había noticias negativas.
 
 
Uno de los carteles "oficiales" que puso la alcaldía de Roma para festejar
la elección del Papa Francisco hace casi un año.

 
En su homilía del día 27 de enero el Papa Francisco destacaba el papel de los sacerdotes ordinarios que no son noticia:
  
“‘¡Pero, padre, he leído en el diario que un obispo ha hecho tal cosa o que un sacerdote ha hecho tal cosa!’. ‘Si, también yo lo he leído, pero, dime, ¿en los diarios están las noticias de aquello que hacen tantos sacerdotes, tantos curas en tantas parroquias de ciudad y del campo, la tanta caridad que hacen, tanto trabajo que hacen para llevar adelante a su pueblo?’. ¡Ah, no! Esa no es noticia. Eh, lo de siempre: hace más ruido un árbol que cae, que un bosque que crece. Hoy pensando en esta unción de David, nos hará bien pensar en nuestros obispos y en nuestros sacerdotes valientes, santos, buenos, fieles y rezar por ellos. ¡Gracias a ellos nosotros hoy estamos aquí!”.
¿Por qué traigo aquí este texto? Porque muchos de esos sacerdotes ordinarios de los que habla el Papa son los que llevan o hacen presentes esos valores cristianos en las calles de tantas ciudades necesitados de ellos. Así este graffiti se convierte en homenaje para cada uno de ellos.

Jesús dame la gripe A de tu amor.

Enfermarse de Jesucristo
Una enfermedad no se contagia hablando de ella, sino estando enfermo. Sólo el que está enfermo puede contagiar a otro. 
Autor: P. Juan Carlos Ortega Rodriguez | Fuente: Catholic.net

De todas "las condiciones" que Jesús pone a quien decide ser su discípulo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame (Lc 9, 23) ¿No crees que es la más difícil?

Se podría pensar que la más costosa sea tomar la cruz, pues a nadie agrada la cruz, más bien la evitamos.

Quizás los más maduros en años y quienes se han preocupado un poco de crecer en la vida personal y espiritual saben que aún más difícil que la cruz es la renuncia a sí mismo.

Sin embargo la más difícil es la última: seguir a Cristo. Muchas veces no nos queda más remedio que aceptar las cruces que nos vienen; en otras ocasiones las circunstancias nos obligan a renunciar a nuestros planes. Si lo hacemos de mala gana, sufriremos más, pero la cruz y la renuncia siempre estará presente y mal o bien se sobrelleva.

Como recordó el Papa a los jóvenes, la radicalidad de una elección que no admite demoras ni repensamientos es una exigencia dura, que impresionó a los mismos discípulos y a lo largo de los siglos ha frenado a muchos hombres y mujeres en la entrega a Cristo.

Quizás tú, como tantos otros, te has preguntado cómo es posible que habiendo tantos cristianos en el mundo, en la sociedad de hoy no se vive un ambiente de amor, unidad y paz. La respuesta es clara y dura para los que creemos en Jesucristo: muchos son cristianos pero pocos siguen a Cristo. ¿Eres tú cristiano? Creo que sí. Pero, ¿sigues a Cristo?

Una enfermedad no se contagia hablando de ella, sino estando enfermo. Sólo el que está enfermo puede contagiar a otro. Así, solo el enfermo de Jesucristo podrá contagiar a otros su amor. No nos hagamos ilusiones, para contagiar el amor del Señor es necesario estar enfermos de Él, vivir su amor y perdón.

Seguir a Cristo, no es estar inscrito y participar en alguna que otra actividad de la propia parroquia. "Con la invitación sígueme Jesús repite a sus discípulos no sólo: tómame como modelo, sino también: comparte mi vida y mis elecciones, gasta conmigo tu vida por amor a Dios y a los hombres".

¿Cómo podemos enfermarnos de Jesucristo, es decir, compartir su vida y sus decisiones?

En primer lugar, y no podemos cansarnos de repetirlo, con la oración, que no consiste en letanías y rezos, sino en una cordial conversación con Dios, sin prisas, llena de una filial confianza y de verdadera humildad.

Dialogar, no me refiero a hablar, en todas las circunstancias es difícil. ¡Qué difícil es el diálogo para muchos matrimonios!, ¡con qué frecuencia lo evitan! ¡Qué difícil es el diálogo entre los jóvenes!, ¡con qué facilidad terminan en discusiones y altercados! Dialogar es difícil, y mucho más con Dios, porque quien dialoga debe ir dispuesto a cambiar su opinión y a aceptar lo que el otro dice. ¡He aquí la verdadera dificultad de la oración!

El problema de la oración no consiste en no saberla hacer. Hace veinte años pocos cristianos sabían usar computadoras, hoy han aprendido y la usan con frecuencia y provecho. ¿Por qué no han aprendido a orar? Porque el diálogo con Dios compromete nuestras vidas.

El segundo medio para enfermarnos de Cristo es aún más arduo. Se trata de evitar lo que Él no hizo en su vida, principalmente evitar el egoísmo, es decir, rechazar los juicios temerarios y las discusiones inútiles, aprender a escuchar y a respetar a los demás, abstenerse de críticas, chismes y palabras ofensivas. ¡Cuánto retrasamos el amor de Jesucristo en la sociedad a causa de nuestras conversaciones inútiles y llenas de faltas de caridad hacia nuestros hermanos los hombres! Te hago una propuesta: un día, un sólo día, proponte no juzgar ni decir nada negativo de los demás. ¿Aceptas el reto? ¿Verdad que es fácil llamarse cristiano pero muy difícil seguir a Cristo en lo que nos pide?

Pero verdaderamente nos enfermaremos del Señor cuando vivamos la caridad que Él practicó. Caridad que no se limita a dar limosnas materiales. Más bien se expresa en ofrecer la limosna de nosotros mismos, que, dentro de la familia consiste en ayudarse recíprocamente, afrontando juntos las dificultades propias de la vida matrimonial, aprendiendo a aceptar los defectos y los momentos negativos del otro, en perdonar y humillarse, si es necesario, con tal de no herir el amor.

Caridad es también dar la limosna del propio tiempo y de las cualidades personales al servicio de los demás y de la Iglesia.

Sólo así haremos lo que Jesús nos pide: Gasta conmigo tu vida por amor a Dios y a los hombres.

miércoles, 29 de enero de 2014

Mártires de Ruanda. Fuente: El testigo fiel.

Los admirables testimonios de los mártires en el genocidio de Ruanda

27 de ene de 2014
Este año se cumplen 20 años de unos de los sucesos más horribles de la historia reciente. En Ruanda se producía un auténtico genocidio en el que cerca de un millón de personas fueron asesinadas brutalmente.
Este año 2014 se cumplen 20 años de unos de los sucesos más horribles de la historia reciente. En Ruanda se producía un auténtico genocidio en el que cerca de un millón de personas fueron asesinadas brutalmente en apenas tres meses en el intento de exterminio de los tutsi por parte de los hutus. Se cree que en este corto periodo de tiempo consiguieron aniquilar al 85% de los tutsis de este país.
Este terrible suceso causó un sufrimiento extra a la Iglesia Católica, pues Ruanda era considerado uno de los países más cristianos de toda África. El genocidio en el que participó una parte de la sociedad civil dejó en evidencia los escasos cimientos de la fe de un país en el que algunos sacerdotes y religiosas fueron incluso condenados por participar en las masacres. El mismo Juan Pablo II reconocía esta triste realidad en 1996 cuando decía que “todos los miembros de la Iglesia que pecaron durante el genocidio” tenían que “tener la valentía de aceptar las consecuencias de los hechos que cometieron contra Dios y contra su prójimo”.

La sangre de los mártires de la Iglesia

Sin embargo, también hubo un comportamiento heroico de la Iglesia y ahora Ruanda está bañada por la sangre de los mártires. Su fidelidad al Evangelio hizo que hasta tres obispos, un centenar de sacerdotes y hasta 117 religiosos y religiosas fueran asesinados.
Además, miles de laicos fueron asesinados de las maneras más horribles por ser cristiano y negarse a actuar en contra de la voluntad de Dios. Es el caso de los mártires del Camino Neocatecumenal. Cientos de hermanos de esta realidad eclesial fueron asesinados por negarse a matar a otros, por proteger a tutsis y por formar parte de comunidades en las que los tutsis, los hutus y los twa se amaban y convivían.

Un relato sobre las muertes de los hermanos

La revista Communio recogía en 1995 el testimonio de estos mártires. Enrico Zabeo, un sacerdote italiano responsable del Camino Neocatecumenal en Ruanda, relataba en una carta enviada en 1994 a su parroquia en Roma su experiencia durante esas semanas y el firme testimonio de fe de los hermanos ruandeses y cómo muchos habían muerto rezando por sus verdugos.
El padre Zabeo consiguió escapar a las colinas junto al español Ignacio Moreno y la francesa Jeanne Watrelot, responsables de esta realidad en Ruanda, y así salvar la vida aunque algún tiempo después volvieron a las ciudades para buscar a los hermanos de las comunidades y a los sacerdotes.
En la carta enviada a su parroquia de Roma decía que los hermanos “han sido marcados por la presencia del Señor a su lado”  y explicaba que “en las comunidades neocatecumenales del sur hay muchísimos hermanos muertos; en Kigali las cosas han ido un poco mejor”.

"Murió rezando por los asesinos"

Pero a pesar de las enormes dificultades y el miedo los supervivientes  inmediatamente se buscaron unos a otros para reunirse en las celebraciones de la Eucaristía y de la Palabra.  Contaba este sacerdote “dicen haber experimentado la Resurrección: haber pasado de muerte anunciada en muerte anunciada, viendo como la Pascua se hacía realidad, es decir, viendo la intervención de Dios que les libraba de la muerte allí donde humanamente tendrían que haber sido matados”.
El padre Zabeo resumía en su carta algunos de los testimonios que habían podido recabar tras encontrarse con los supervivientes. “Dos chicas, en situaciones diferentes, por dos veces fueron arrojadas al agujero con otros cadáveres, llenas de heridas y garrotazos, y por dos veces lograron salir de él encontrando la salvación. Otra chica (…) murió rezando por los asesinos que la hicieron pedazos.(…) En Butare supimos de un muchacho del Camino al que asesinaron por no haber aceptado matar, de otro dispuesto a morir por haber escondido a dos hermanas buscadas por los asesinos”.
“Escuchar los testimonios de los hermanos ha sido para mí un gran consuelo. Ver la iluminación de algunos hermanos y hermanas ha sido una catequesis inigualable: hecha de acontecimientos de vida, no de palabras vacías”, decía en su carta el catequista itinerante de Ruanda.
En Ruanda el Camino Neocatecumenal llevaba presente desde 1989 y en el momento del genocidio había un total de 19 comunidades, en 8 parroquias repartidas por cinco diócesis.

Rezando el Rosario durante el martirio

Unos de estos mártires fueron Jean Baptiste y Bernardette, matrimonio responsable de la primera comunidad de Nyanza.  Cuenta Enrico Zabeo en la carta recogida por Communio que “les hicieron salir de casa y les molieron a palos. Mientras les golpeaban Jean Baptiste gritaba: ‘¿por qué me hacéis esto?, ¿qué mal he hecho?’. Recuerda la Pasión. Bernardette en cambio callaba y a cada golpe hacía correr una cuenta del Rosario.” A ambos les llevaron al matadero y allí les mataron a machetazos arrojándolos en la fosa común. “Hago notar –agregaba- que al matadero fueron conducidos también muchos otros hermanos de Nyanza”.  Además, resaltaba “el ensañamiento contra los hermanos de las comunidades acusados de reunirse de noche (¡las celebraciones!) para tramar contra el régimen”, utilizando esto como pretexto.
“Un joven hermano, Innocent Habyarimana, superviviente de las masacres junto a su mujer Eugénie y su niña, nos contaba que durante su fuga había oído a los milicianos, también ellos fugitivos de Nyanza, contar admirados el modo en el que los hermanos de las comunidades habían muerto. A los milicianos les había chocado la dignidad y serenidad con que los hermanos afrontaban la muerte: de manera totalmente distinta a los demás. Los hermanos, de hecho, se entregaban sin resistencia, sin desesperarse, sin insultar y sin odiar”, recordaba.

También los niños respondían con heroicidad

En su carta, afirmaba que esta actitud, “que ciertamente no significaba la ausencia de miedo, era propia también de los hijos pequeños de los hermanos”.  A estos niños, los milicianos les gritaban burlándose de ellos: “os han enseñado bien en vuestras reuniones nocturnas la disciplina para afrontar la muerte”.
Una muerte brutal tuvo también la hermana Françoise, religiosa y catequista del Camino Neocatecumenal. Fue víctima de múltiples machetazos y dada por muerta por lo que fue arrojada a un profundo agujero junto con otra hermana. “Durante tres días se oyeron sus lamentos y en vano las monjas supervivientes, ancianas y miedosas, trataron de sacarla fuera lanzándola una cuerda, también por culpa de las fracturas y heridas de los brazos. Las hermanas recurrieron entonces a la gendarmería que, en vez de enviar a los socorristas, envió a los milicianos, quienes lanzaron piedras al agujero, acabando con la hermana Françoise y cerrando la fosa con tierra”.
También la joven Grace Uwera, de tan sólo 25 años, tuvo una muerte admirable. “El relato tan simple y bonito, es digno de los mártires de la primitiva Iglesia, a los que no tiene nada que envidiar, y convergen –según cuenta el padre Zabeo- en unpunto: Grace murió pidiendo a Dios por sus asesinos”.

Abrió la Biblia y rezó por sus asesinos

Cuando llegaron los asesinos a por ella, logró huir con su Biblia pero una vez “atrapada por los milicianos Grace fue llevada a un puesto de control en el que se hacían las ejecuciones y donde estaba la fosa común. Antes de ser asesinada pidió un tiempo para rezar. Dijo a sus asesinos: mundekere akanya, nisabire nkabasabira: ‘dejadme un momento para rezar por mí y también por vosotros’. Cogiendo su Biblia la abrió, leyó, rezó y después se dirigió a los asesinos diciendo: ‘ahora haced lo que queráis´. Y ofreció la cabeza”. Primero fue golpeada con una azada y después la mataron a machetazos.
Estos son solo algunos de los testimonios de los hermanos de Nyanza. Hubo hermanos hutus que se jugaron la vida escondiendo a tutsis de la comunidad al igual que hicieron los twa (pigmeos). Y es que el sacerdote italiano afirmaba que “cuando reunimos de nuevo a los hermanos supervivientes de Nyanza, contamos 51 entre las seis comunidades”. Una auténtica masacre.

"Aún no teniendo nada, lo tenían todo"

También lograron encontrar a otros miembros de las comunidades del resto de Ruanda. En un campamento de refugiados pudieron estar con diez jóvenes que habiendo estado escondidas en las colinas seguían llevando a cabo la celebración de la Palabra. Contaba admirado el padre Enrico Zabeo que era “impresionante constatar que no proferían palabra alguna de tristeza, de rabia, lamento o murmuración. Y sin embargo, desde hacía ya 6 meses no tenían nada y comían granos de maíz con judías cocidas, ¡y sólo eso! La Palabra les saciaba. Nos impresionó verdaderamente su alegría”. Emocionado, este sacerdote italiano añadía que “aún no teniendo nada, ¡lo tenían todo! “.
Un día después hallaron a otro hermano, Vedaste, que arriesgó su vida en varias ocasiones “bajo las amenazas de los milicianos porque iba a visitar a las hermanas tutsis al campamento, siendo el hutu”.
También heroico fue el comportamiento de Faustin, el responsable de la comunidad. “Nos contó que los milicianos fueron a buscarlo para obligarlo a unirse a las milicias en las masacres. Faustin, llamando a la mujer y a los hijos, hizo pública profesión de fe diciendo: ‘deseamos ser cristianos y no queremos hacer nada contra la ley de Dios; no queremos hacer daño a nadie, ni yo, ni mi mujer, ni mis hijos. Aquí estamos todos. Haced de nosotros lo que queráis, pero ninguno de nuestra familia haremos algo que esté mal”. El soldado le marcó la cara con una bayoneta y le golpeó pero no les mató. Lo que hizo fue abrir una enorme fosa común debajo de su casa para que viese todas las ejecuciones.
“Tenemos en esencia un batallón innumerable de hermanos que rezan por nosotros. TE MARTYRUM CANDIDATUS LAUDAT EXERCITUS" (el blanco ejército de los mártires te alaba), concluía Enrico Zabeo.

Consolar a nuestra Madre María .

CINCO PRIMEROS SÁBADOS
Lucía, vidente de Fátima, era postulante en el Convento de las Doroteas en Pontevedra, Españacuando tiene una aparición de la Virgen sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a su lado. La Santísima Virgen puso su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía su corazón rodeado de espinas. El Niño le dijo: "Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas."
Inmediatamente dijo Nuestra Señora a Lucía:
"Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación"


Lucía le habló (a Jesús) de la confesión para los primeros sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó: "Sí; todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y tengan intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María".

Para saber más sobre esta devoción, ingrese en:www.santisimavirgen.com.ar/cinco_primeros_sabados.htm

martes, 28 de enero de 2014



Mensaje a los Apóstoles de la Inmaculada

Ejemplos del rezo de las Tres Avemarías. 
Ejemplo 6. 
Un “extraviado” que volvió a Dios 
Un misionero, Párroco de Cuzco (Perú), escribe:
En mi extensa Parroquia, y con la colaboración de un grupo de Catequistas, estoy haciendo campaña de difusión del rezo de las tres Avemarías. Y el éxito es grande porque Dios hace derroche de sus gracias mediante su Madre Santísima...
“En junio de 1969 pasé por una ‘hacienda’ muy alejada de los caseríos y aldeas. El dueño de la finca ya era de edad avanzada; había sido seminarista, y luego, sin contraer matrimonio canónico, se unió a una mujer con la que tuvo varios hijos. Aproveché mi visita para dejarle una estampa sobre la devoción de las tres Avemarías, recomendándole que no dejara de rezarlas todos los días, y siempre que sintiese preocupación por cualquier problema.
A fines del mes de octubre vinieron a buscarme de parte del dueño de aquella ‘hacienda’ para pedirme con insistencia que, no obstante la distancia, fuera a aquella casa, porque dicho señor estaba muy grave y deseaba recibir los últimos Sacramentos.
Allí fui acompañado de dos Catequistas, y al vernos el enfermo, llorando amargamente y con voces entrecortadas, pidió confesar.
A continuación declaró que había rezado las tres Avemarías desde que se las había aconsejado y que a poco de rezarlas se sintió movido a ‘regularizar su vida’ y volver a la gracia de Dios.
Tanto le ayudaba la Santísima Virgen a su cambio espiritual, que hasta empezó a rezar el Santo Rosario durante su enfermedad.
Como apremiaba su gravísimo estado, sin pérdida de tiempo contrajo matrimonio, recibió la comunión juntamente con su esposa y los hijos legitimados, y le administré la Extremaunción.
Media hora, exactamente, después de esto, descansó en la paz del Señor.”
La Madre de Dios había acreditado una vez más su especial patrocinio respecto de quienes la invocan con  las tres Avemarías. (P. Braulio Ascarza Sotelo. –7 de noviembre de 1969.– Perú).
¡Ave María Purísima!
¡Sin pecado concebida!

lunes, 27 de enero de 2014

En las contrariedades de la vida, abandonemonos en las manos de Jesús y de María.

No quieras matar a Dios
Hay quienes se alejan de Dios por contradicciones de la vida a las que no saben sobreponerse 
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net


¿Quieren saber ustedes cómo se portan algunos hombres con Dios?... Se lo voy a responder después de narrarles un cuento algo divertido de hace ya muchos siglos..

El cuento nos dice que un guerrero de la antigüedad pagana, adorador del Sol como su dios, se subió a una alta montaña durante la noche callada, sin más testigo que las estrellas. El general había sido vencido en la batalla, pudo escapar de la muerte por las justas, y ahora ascendía a la altura para vengarse de su dios el Sol. Iba vestido de militar y con todas las armas dispuestas para el ataque. A los campesinos de la comarca les había advertido:

Mañana no se levanten ni salgan a trabajar, porque no van a tener luz y va a hacer mucho frío.

Los labradores le preguntaban ansiosos:

¿Por qué? Pues, ¿qué va a ocurrir? 

Y el general se lo explicaba claro:

Porque yo le voy a prohibir al Sol que se alce sobre el horizonte. Si lo hace, se va a acordar. Vale más que no lo intente. Mis saetas son poderosas para llegar hasta él y clavarse en su corazón. 

Los campesinos, que no habían ido a la escuela, pero que no eran tontos, se apostaron al pie de la montaña para observar. Todos se reían, pero algunos tenían miedo, porque la venganza del general, al sentir un nuevo fracaso --ahora en su lucha con el dios Sol, al que ellos también adoraban-- podría volverse contra el pueblo y, al no haber podido contra su dios, se volvería contra ellos y los mataría a filo de espada. Pasaron todos la noche al raso: el guerrero en la cima; los demás, ocultos a prudente distancia, observando todos los movimientos de aquel loco.

Eran ya las cinco de la mañana y empezaba a verse en la lejanía del Oriente la primera luz. El general, se dispone para la lucha con todos sus arreos militares. Con la mano izquierda sostiene el arco, tiene en la derecha la saeta más larga y más aguda, y la aljaba está llena con buena provisión de flechas. Cuando ya la luz aumentaba demasiado y se adivinaba la presencia del Sol, comienza a gritar con voz imperiosa:

¡Sol, detente! ¡No te presentes más aquí! Como te asomes, te clavo la primera saeta en la frente. Si avanzas, las demás saetas se te van a clavar en el corazón.

Los campesinos, escondidos, seguían riendo y temiendo a la vez.

¡A ver, a ver en qué para todo esto!...

El sol, sin hacer ningún caso al general, empezó a alzar la cabeza. La primera flecha del guerrero subió alta, muy alta, pero el Sol seguía sin hacer ningún caso y continuó ascendiendo cada vez más, mientras el guerrero enloquecido gritaba como un energúmeno:

¡Detente, que, si no, las últimas te las clavo en el corazón!...

Agotadas todas las flechas de la aljaba, y sin que el Sol se hubiera doblegado, el general, despechado, saca el puñal y se lo clava en su propio pecho, ya que no ha podido clavar sus flechas en el de su dios. Pero antes, se despide de todo lanzando el último rugido contra su enemigo el dios Sol.
¡Has vencido! Eres un dios y yo no puedo contra ti. De lo contrario, ahora estarías muerto sin remedio...

Los campesinos, que habían visto y oído todo, se acercaron tranquilos al lugar donde yacía el cadáver. Ya no podía el general vengarse en ellos, los adoradores del Sol. Ni quisieron enterrar al loco aquel, y se decían:

No vale la pena. Como hay en la región muchos cuervos, les regalamos el muerto para que celebren un banquete bien contentos...


Debo decirles a ustedes que, cuando leí este cuento --un poco largo, pero he preferido narrarlo entero-- vi en él retratados a perfección a los que se enfrentan de mil maneras con Dios. Y me pregunté:

¿Qué hacemos los creyentes? ¿Reírnos? ¿Temer su venganza? ¿Despreciarlos?...

Nosotros pensamos que es mejor compadecerlos, y hacer algo por que usen la sensatez para que se salven, antes de que se suiciden y se pierdan sin remedio, ya que el suicidio del alma es mil veces peor que el ejecutado con una pistola...

En el general del cuento, radicaba todo en que no le salieron bien las cosas durante una batalla, y la culpa se la echaba a su dios el Sol. Entre nosotros, hay quienes se alejan de Dios por contradicciones de la vida a las que no saben sobreponerse, y achacan la responsabilidad a Dios. Y si Dios no me ayuda --se dicen--, ¿Dios para qué?...
Es más frecuente el desinterés de Dios, el de aquellos que se dicen:

Si no necesito a Dios, ¿por qué ha de haber encima de mí un Dios que me manda, que me vigila, que me estorba?...

Nosotros, creyentes sinceros por la gracia de Dios, preferimos vivir y morir pendientes de su mano divina, y le decimos:

¡Señor, Tú eres el sol que nos alumbras el camino! Que nunca nos falte tu luz...
¡Señor, Tú nos quieres tanto! Que vivamos siempre pendientes de tu Providencia amorosa...
¡Señor, Tú eres el Padre que nos esperas a tu lado! Que alcancemos la felicidad en que soñamos...
Y a los que no creen en ti y te dejan de lado, a los que te creen enemigo suyo, muéstrales la salvación que les mandaste con tu Hijo Jesús...

domingo, 26 de enero de 2014


Dios, como a Pablo, te invita a la conversión
Convertirse significa, para cada uno de nosotros, creer que Jesús se ha entregado a sí mismo por mí. 
Autor: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net


Hoy, 25 de enero, se hace memoria de la "Conversión de san Pablo" (...) En el caso de Pablo, algunos prefieren no utilizar el término conversión, porque -dicen- él ya era creyente, es más hebreo ferviente y por ello no pasó de la no-fe a la fe, de los ídolos a Dios, ni tuvo que abandonar la fe hebrea para adherirse a Cristo. En realidad, la experiencia del Apóstol puede ser el modelo de toda auténtica conversión cristiana.

La de Pablo maduró en el encuentro con el Cristo resucitado; fue este encuentro el que le cambió radicalmente la existencia. En el camino de Damasco sucedió para él lo que Jesús pude en el Evangelio de hoy: Saulo se convirtió porque, gracias a la luz divina, "creyó en el Evangelio". En esto consiste su conversión y la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado y en abrirse a la iluminación de su gracia divina.

En aquel momento, Saulo comprendió que su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho que Jesús había muerto también por él -el perseguidor- y que estaba, y está, resucitado. Esta verdad, que gracias al Bautismo ilumina la existencia de cada cristiano, alumbra completamente nuestro modo de vivir.

Convertirse significa, también para cada uno de nosotros, creer que Jesús "se ha entregado a sí mismo por mí", muriendo en la cruz (cfr Gal 2,20) y, resucitado, vive conmigo y en mí. Confiándome al poder de su perdón, dejándome tomar la mano por Él, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y te toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor.

Queridos amigos, la invitación a la conversión, valorada por el testimonio de san Pablo, resuena hoy (...) El Apóstol nos indica la actitud espiritual adecuada para poder progresar en el camino de la comunión. "Ciertamente no he llegado a la meta -escribe a los Filipenses -, no he llegado a la perfección; pero me esfuerzo en correr para alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús" (Fil 3,12).

Ciertamente, nosotros los cristianos no hemos conseguido llegar aún a la meta de la unidad plena, pero si nos dejamos continuamente convertir por el Señor Jesús, llegaremos seguramente.

La Virgen María, Madre de la Iglesia una y santa, nos obtenga el don de una conversión verdadera, para que cuanto antes se realice el anhelo de Cristo: "Ut unum sint".



Fragmento de las palabras dSS Benedicto XVI durante el Ángelus, en la Fiesta de la Conversión de San Pablo 25 enero 2009

sábado, 25 de enero de 2014

El Reino primero, las añadiduras despues.

Frente: Reina del Cielo.


Jesús nos aconseja como un verdadero Amigo
Jesús nos dio una fórmula infalible para alcanzar la felicidad, y sin embargo qué poco sabemos o qué poco uso hacemos de ella. ¿Qué cuál es esa fórmula? Simplemente El nos dijo que debíamos “buscar el Reino de Dios, y Su Justicia, y que todo lo demás nos será dado por añadidura” (Mat 6:33). Literalmente, vivimos rodeados de añadidura, y nos consumimos la vida preocupados por ella. Añadidura es nuestra salud, nuestro trabajo, nuestros hijos, nuestra estabilidad económica y laboral, nuestra educación, nuestros amigos, hasta nuestra mascota es añadidura.
 
La añadidura se vuelve así el centro de nuestra vida, el motivo de vivir, nuestras frustraciones, alegrías, depresiones, regocijos. Pero sin embargo Jesús no dijo busquen la añadidura, que el Reino de los Cielos os será dado como recompensa. La palabra “añadidura” misma significa anexo, secundario, en adición a algo más importante. Ese algo, el concepto central de nuestra vida en las palabras de Jesús, es la búsqueda de la salvación, del Reino de Dios, es la búsqueda de Dios mismo.
 
Jesús, hecho Hombre, vivió haciendo la Voluntad de Su Padre, y ese es justamente el concepto que define “la búsqueda del Reino”. Hacer el Querer de Dios, Su Voluntad, es el camino a la salvación. Dios quiere que no nos preocupemos por lo secundario, porque todo eso se nos dará como consecuencia de nuestra fidelidad, como regalo extra, como añadidura.
 
Jesús no nos dice tampoco “busquen el Reino de Dios y nada más se os dará hasta que entren a la Vida Eterna”. No, porque El quiere nuestra felicidad aquí, porque El es infinitamente generoso y nos ama de modo personal, uno a uno. El da el ciento por uno, y más también, cuando se lo busca con un corazón desinteresado y sincero. Por eso es que la añadidura fluirá en nuestras vidas del modo y en los momentos que Dios considere convenientes para nuestra salud espiritual, moral y física. Dios sabe qué es lo bueno para nosotros, y en uso de Su Infinita Sabiduría, administra la añadidura que necesitemos, en la medida que sea mejor para nuestra alma.
 
La añadidura se transforma así en algo que debemos considerar en nuestras meditaciones y oraciones diarias. ¿Estoy realmente buscando el Reino de Dios, o simplemente orando por más y más añadidura? ¿Hago feliz a Dios con tanta atención a lo secundario, mientras lo principal pasa raudamente a mi lado sin siquiera reconocerlo? Las personas realmente sabias viven entregadas a la Voluntad de Dios y agradecen todo, lo bueno, y lo malo también. Saben que Dios es generoso y nunca se ausenta, y es por eso que todo lo atribuyen a las necesarias cruces que debemos vivir, o a los gozos que nos toquen disfrutar, pero siempre aceptando todo como parte del Plan de Dios en sus vidas.
 
Como decía el Padre Emiliano Tardif, hay días en que es Viernes Santo y otros en que es Domingo de Resurrección. Tanto uno como otro son parte de nuestro existir, y todo debe ser vivido con agradecimiento a Quien nos da la vida. ¡Esa actitud configura la perfección en la búsqueda del Reino! Y si Dios, viendo nuestra entrega, además nos regala en añadidura salud, o dinero, o afectos, o hijos, o esposa o marido, pues enhorabuena y Gloria a Ti Señor, pero no podemos hacer de todo eso que es secundario, el centro de nuestras vidas.
 
Vivimos rodeados de añadidura, y qué bueno es que así sea. Comida, ropa, la computadora en la que escribo, la calefacción que me envuelve en esta fría noche de invierno, todo es añadidura. ¡Qué agradecidos y felices debemos estar de tener un Dios tan generoso y cercano! Pero sin embargo, no debemos confundirnos, porque el sentido de nuestra vida no es comer, dormir y subsistir. El propósito de nuestro existir es el encuentro con Dios, la unión con El, la búsqueda de Su Casa como destino de Eternidad.
 
Mi amigo, créeme que no hay nada que te pueda hacer más feliz que descubrir tu amistad con Dios, porque sentirte amigo y cercano a Jesús llenará de gozo tu alma. Cuando experimentes el abrazo del Señor sentirás un gozo inexplicable a los ojos del mundo, pero incomparable a nada que ese mundo pueda ofrecerte, Cuando sientas que hablas con Jesús y El te escucha, comprenderás que todo lo demás es secundario. Comprenderás que Jesús, en Su Omnipotencia y Divinidad, resolverá todas esas cosas pequeñas que te angustian y quitan el sueño. El, entre tantas otras cosas, es el Dios de la añadidura, El que nos envuelve con sus cuidados, Aquel que jamás deja de prestar atención a nuestras necesidades, miedos y tristezas. La amistad de Jesús es el más extraordinario bien que puedas adquirir, es la perla enterrada en el campo, es el Reino de Dios que entra en tu corazón.
 
Señor, que te hiciste Hombre para anunciar El Reino de Tu Padre, Reino en el que Tu eres Rey y Señor nuestro. Tú, mi Señor, sabes todo. Tú conoces mis debilidades, porque ves en mi corazón, en lo profundo de mi alma. Con esa Mirada Divina, ayúdame a ver la senda a Tu Reino, y evitar las distracciones que me confunden. Confío plenamente en Ti, porque sé muy bien que me darás todo lo que necesite durante el camino. Comida, bebida, compañeros de ruta, alegrías y tristezas, todo me será dado por Ti como añadidura. Sé que nadie te gana en generosidad y que me amas con todos mis defectos y debilidades, y  también sé que estás siempre a mi lado, aunque no te vea ni me hables. Por eso te pido hoy, mi Señor, que me concedas el don de la Sabiduría para que sepa siempre optar por Tus cosas, por sobre toda añadidura que pueda necesitar en mi caminar. ¡Jesús, en Ti confío!
 

viernes, 24 de enero de 2014

Oremos incluso por aquellas de las que ya nadie se acuerda...


En unión con las almas del Purgatorio
Rezar por ellas es un ida y vuelta, nosotros pedimos por ellas mientras que interceden por nosotros. 
Autor: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org

¡Cuantos misterios esconde la Voluntad de Dios!. Y muchos de ellos sólo se nos revelarán cuando ya sea tarde para corregir nuestro rumbo, y no nos quede otra opción más que someternos a la Justicia de Dios. ¡Si pudiéramos hablar con las almas purgantes, cuantos consejos nos darían!. Ellas nos enseñarían que la diferencia más grande entre el infierno y el Purgatorio radica en que mientras en el fuego eterno las almas blasfeman y rechazan a Dios (llevando al infinito el rechazo y odio que tuvieron en vida), en el Purgatorio las almas buscan y desean a Dios. Y es ese el mayor castigo: no tener a Dios. Pero también es el mayor consuelo el saber que lo tendrán, luego de purificarse y ser almas dignas de estar en el Reino, en Su Presencia por toda la eternidad.

Ellas nos dirían que no desperdiciemos la gracia de poder hacer que el sufrimiento sirva para evitar la purificación por la que ellas pasan, ya que mientras en vida las buenas obras, el amor y el dolor suman y preparan el alma, en el Purgatorio solo queda sufrir y esperar el momento de subir al Cielo. ¡Que desperdicio el nuestro!. Ellas nos ven malgastar nuestro día en banalidades que luego deberemos pagar, sometidos a la Justicia Perfecta de Dios. Y que nos dirían nuestros ángeles custodios, viendo que vamos camino al sufrimiento, como niños que irresponsablemente juegan al borde del precipicio, inconscientes del peligro que los acecha. Las almas purgantes y los ángeles son testigos de nuestros errores, y con enorme amor ruegan a Dios para que cambiemos nuestro rumbo y busquemos a Jesús, que lo deseemos con un corazón que reconoce que sólo Dios cuenta.

Imaginen que inútil aparece para estas almas todo nuestro superficial mundo, nuestras preocupaciones, mientras tenemos tiempo y la oportunidad de mostrarle a Dios que podemos entrar a Su Reino por el camino del Amor Perfecto, esto es, por medio de la fe, la esperanza y la caridad.

En el Purgatorio se ama, se ama sin limites, y se arrepiente el alma de tanta ceguera vivida en la vida terrenal. Ellas esperan el consuelo de María y de San Miguel, de los ángeles que acuden en su apoyo, recordándoles que después del sufrimiento tendrán la gloria de llegar al gozo infinito. Allí se pide oración: cuando ellos reciben el amor de los que aun estamos aquí hecho alabanza a Dios, no sólo se consuelan sino que acortan su sufrimiento. Y lo devuelven cuando llegan al Cielo, intercediendo por quienes los supieron ayudar a disminuir sus sufrimientos.

¿Quieres hacer un buen negocio, el mejor de todos?. Une tu alma a las de las almas purgantes, ora por ellas, siente que estás unido a su dolor y las consuelas, mientras ellas adquieren la luminosidad que les permita subir a la Gloria. Verás entonces que los dolores de aquí adquieren un significado distinto, son un trampolín para el crecimiento del alma, te hacen sentirte unido a Dios, trabajando para El. Pocas obras son tan agradables a Jesús y María como la oración de quienes se unen espiritualmente a las almas purgantes. Es un ida y vuelta, un fluir de alabanzas que sube y baja, y que ayuda tanto a unos como a otros.

Un día se escuchó, durante la segunda guerra mundial, una multitud aplaudiendo y aclamando en la iglesia de Santa María de la Gracia, en San Giovanni Rotondo. Pero a nadie se vio allí, por lo que los pocos que estaban presentes preguntaron a San Pío de Pietrelcina que había ocurrido. El les dijo: "he estado rezando durante muchos días por los soldados que mueren en el campo de batalla, y una multitud de ellos ha venido a agradecerme porque han salido del Purgatorio y han entrado al Cielo". La oración de Pío, poderoso intercesor ante Dios, les había acortado el sufrimiento.

Oremos por las almas purgantes, porque serán ellas las que intercederán por nosotros cuando tengamos que purificar nuestra alma. Y serán entonces ellas las que nos darán la bienvenida al Cielo, cuando Dios en Su Infinita Misericordia nos conceda esa Gracia.

¡Trabajemos por ello, tenemos nuestra vida para lograrlo, ese es el sentido de nuestra presencia aquí!.

miércoles, 22 de enero de 2014

Ponerme entre tus manos
Te dejaré entonces guiar mis pasos, sostener mi corazón, curar mis heridas, perdonrs mis pecados.
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net



Un momento de pausa. El sol inicia su caída. La noche avanza con prisas. Llega el tiempo necesario para descansar. El camino no termina. Dejo para mañana el inicio de una nueva etapa.

¿Qué ha sido de este día? ¿Qué pude sembrar? ¿Qué recibí? ¿Dónde estuvo anclado mi corazón? ¿Hacia dónde dirigí mi mirada?

Hoy avancé entre dudas y certezas, alegrías y penas. Tuve ratos de luz y momentos de oscuridad. El camino sigue allí, y mañana tendré que reemprender la marcha.

Las noticias a mi alrededor hablan de guerras y de crímenes, de injusticias y de hambres, de pecados y de angustias. El mundo no consigue esa felicidad que tanto anhela.

Mientras, hombres y mujeres desconocidos levantan sus manos y dirigen una oración al Dios que hizo el cielo y la tierra, que nos sueña y nos espera, que nos perdona y nos salva.

Mi vida pende de un hilo frágil. Hoy tomé decisiones, inicié proyectos, fracasé y empecé de nuevo. La salud me sostuvo, pero mañana puede llegar ese accidente tan temido. O, Dios lo quiera, esa ayuda que viene de lo alto y limpia las heridas de mi alma.

No hay certezas en este mundo inquieto. Sólo puedo mirar al cielo y descubrir, más allá de las tinieblas, la belleza del hogar en el que el Padre espera a cada uno de sus hijos.

Ante el camino que me espera necesito, simplemente, ponerme entre tus manos, abandonarme a tu Amor. Te dejaré entonces guiar mis pasos, sostener mi corazón, curar mis heridas, perdonar mis pecados. Permitiré que seas ese Amigo íntimo que escucha y aconseja, que acaricia y que levanta, que salva y que acompaña.

martes, 21 de enero de 2014

Santísimo Rosario:El Cielo en la Tierra con María Santísima .

EL SANTO ROSARIO

Sor Lucía, vidente de FátimaEl 26 de Diciembre de 1957, el Padre Agustín Fuentes, Postulador de la Causa de Beatificación de Francisco y Jacinta Marto, entrevistó a Sor Lucía Dos Santos, vidente de las apariciones de Fátima. En el curso de esa entrevista, le dijo Sor Lucía al Padre Fuentes: -“ … La Santísima Virgen nos dijo, tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y el Inmaculado Corazón de María…” “… Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia al rezo del Santo Rosario, de tal manera que ahora no hay problema por más difícil que sea: sea temporal y, sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias del mundo o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario “. -“ Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. Por eso, el demonio hará todo lo posible para distraernos de esta devoción; nos pondrá multitud de pretextos: cansancio, ocupaciones, etc., para que no recemos el Santo Rosario “. “ Si nos dieran un programa más difícil de salvación, muchas almas que se condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizar dicho programa. Pero ahora el programa es brevísimo y fácil: rezar el Santo Rosario. Con el Rosario practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros “. -“El Rosario es el arma de combate de las batallas espirituales de los Últimos Tiempos “.

Las Promesas de la Santísima Virgen María a los que rezan el Santo Rosario

 

1.   Los que fielmente me sirven mediante el rezo del Santo Rosario, recibirán insignes gracias.
2.   Yo prometo mi protección especial, y las más notables gracias a todos los que recitasen el Santo Rosario. 
3.   El Rosario será la defensa más poderosa contra las fuerzas del infierno. Se destruirá el vicio; se disminuirá el pecado y se vencerá a todas las herejías.
4.   Por el rezo del Santo Rosario, florecerán las virtudes y también las buenas obras. Las almas obtendrán la misericordia de Dios en abundancia. Se apartarán los corazones del amor al mundo y sus vanidades y serán elevados a desear los bienes eternos. Ojalá que las almas hiciesen el propósito de santificarse por este medio.
5.   El alma que se recomienda a Mí por el rezo del Santo Rosario, no perecerá jamás.
6.   El que recitase el Rosario devotamente, aplicándose a meditar los Sagrados Misterios, no será vencido por la mala fortuna. En Su justo juicio, Dios no lo castigará. No sufrirá la muerte improvisa. Y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y será digno de alcanzar la vida eterna.
7.   El que conserva una verdadera devoción al Rosario, no morirá sin los sacramentos de la Iglesia. 
8.   Los que fielmente rezan el Santo Rosario, tendrán en la vida y en la muerte, la Luz de Dios y la plenitud de Su gracia. En la hora de la muerte, participarán de los méritos de los Santos del Paraíso. 
9.   Yo libraré del Purgatorio a los que han acostumbrado el rezo del Santo Rosario.
10. Los devotos del Santo Rosario, merecerán un grado elevado de gloria en el Cielo.
11. Se obtendrá todo lo que se me pidiere mediante la recitación del Santo Rosario.
12. Todos los que propagan el Santo Rosario recibirán Mi auxilio en sus necesidades.
13. Para los devotos del Santo Rosario, he obtenido de mi Divino Hijo, la intercesión de toda la Corte Celestial durante la vida y en la hora de la muerte.
14. Todos los que rezan el Santo Rosario son hijos Míos, y hermanos de Mi único Hijo, Jesucristo. 
15. La devoción al Santo Rosario es gran señal de predestinación.

¿CÓMO SE REZA EL ROSARIO?

1º) Nos hacemos la señal de la Cruz: “Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios Nuestro. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
Nos ponemos en presencia de Dios y para que la oración llegue al Cielo, pedimos humildemente perdón al Señor por nuestras faltas (silencio...) y decimos:

2º) “Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón por haberos ofendido – Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí – pero mucho más me pesa – porque pecando ofendí a un Dios tan bueno – y tan grande como Vos. – Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente  no pecar más – y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén”.

3º) Decimos: En el primer misterio contemplamos... (Nombramos el misterio correspondiente (*))

4º) Rezamos:
     1 Padrenuestro: “Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre – venga a nosotros tu Reino – hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén”.
     10 Avemarías: “Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres, - y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. – Santa María, Madre de Dios, - ruega por nosotros pecadores – ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”.
      1 Gloria: “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo – como era en un principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén”.
Finalizamos el misterio diciendo: “Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.

5º) Continuamos rezando de la misma forma el 2º, 3º, 4º y 5º misterio.

Al final del Santo Rosario rezamos un Padrenuestro y  tres Avemarías por las intenciones del Papa

(*) MISTERIOS GOZOSOS: (se rezan los lunes y sábados)
1º La Anunciación del Ángel a la Virgen María y la Encarnación del Hijo de Dios.
2º La visita de María Santísima a su prima Santa Isabel.
3º El nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en el portal de Belén.
4º La presentación del Niño Jesús en el Templo.
5º El Niño Jesús, perdido y hallado en el Templo.

(*) MISTERIOS LUMINOSOS: (se rezan los jueves)
1º El Bautismo de Jesús en el río Jordán.
2º La autorrevelación de Jesús en las Bodas de Caná.
3º El anuncio de Jesús sobre el Reino de Dios y su invitación a la conversión.
4º La Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor.
5º Jesús instituye la Eucaristía.

(*) MISTERIOS DOLOROSOS: (se rezan los martes y viernes)
1º La oración de Jesús en el Huerto de los Olivos.
2º La Flagelación de Nuestro Señor.
3º La Coronación de espinas.
4º Jesús con la Cruz a cuestas camino al Calvario.
5º La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

(*) MISTERIOS GLORIOSOS: (se rezan los miércoles y domingos)
1º La Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
2º La Ascensión de Nuestro Señor a los cielos.
3º La venida del Espíritu Santo sobre María Santísima y sobre los Apóstoles.
4º La Asunción de María Santísima a los cielos.
5º La Coronación de María Santísima como Reina y Señora de todo lo creado.


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