sábado, 30 de agosto de 2014

Visita al Santísimo y a nuestra Madre

Cuando pases por una Iglesia no muestres indiferencia, no hace falta que entres, si entras mejor, entonces ve al Sagrario y habla con Jesús  aunque sea por un instante, El sabe de nuestras prisas.... Después saluda a tu Madre siempre Virgen María .
Decía que no hace falta que entres, decía el santo curita de Ars: san Juan María Vianney que los muros de la Iglesia no son impedimento, que los rayos de Jesús Eucaristía los atraviesan, por eso detengámonos siquiera unos segundos desde fuera y saludemos a su Majestad y después a nuestra Reina y Señora. Ya sabes lo que dice el refrán :

"Sí quieres que tu dolor, se convierta en alegría.
No te pases pecador sin saludar a María."

Ave María purísima.

Ahora bien,  ¿qué  trabajo nos cuesta pasar unos minutitos en el  Sagrario?  Igual nos pasa como a San Pedro en el Tabor, durante la Transfiguración del Señor:


QUE BIEN SE ESTÁ CONTIGO...


Qué bien se está contigo, Señor, junto al Sagrario!

¡Qué bien se está contigo…!¿Por qué no vendré más?

 aquí te encuentro siempre, amante solitario…

solo, pobre, escondido, pensando en mí quizás…


Tú no me dices nada, ni yo te digo nada,

si ya lo sabes todo, ¿qué te voy yo a decir?

Sabes todas mis penas, todas mis alegrías,

sabes que vengo a verte, con las manos vacías

y que no tengo nada que te pueda servir.


Siempre que vengo a verte, siempre te encuentro solo.

¿Será que nadie sabe, Señor, que estás aquí?

¡No sé! pero sé, en cambio, que aunque nadie te amara

ni te lo agradeciera, aquí estarías siempre,

esperándome a mi…


¿Por qué no vendré más…?¡Qué ciego estoy, qué ciego!

Si sé por experiencia, que cuando a Ti me llego,

siempre vuelvo cambiado, siempre salgo mejor…

¿A dónde voy, Dios mío, cuando a mi Dios no vengo?

Si Tú me esperas siempre, si a Ti siempre te tengo,

si jamás me has cerrado ,las puertas de tu amor…


Por otros se recorren a pie largos caminos;

acuden de muy lejos, cansados peregrinos

o pagan grandes sumas, que no han de recobrar.

Por Ti nadie pregunta, de Ti nadie hace caso,

aquí, si alguno entra, sólo es como de paso…

Aquí eres Tú quien paga ,si alguno quiere entrar…


¿Por qué no vendré más, si sé que aquí a tu lado,

puedo encontrar, Dios mío, lo que tanto he buscado?

Mi luz, mi fortaleza, mi paz, mi único bien…

Si jamás he venido que no te haya encontrado.

Si jamás he sufrido, si jamás he llorado,

Señor, sin que conmigo , llorases Tú también…
¿Por qué no vendré más? Si Tú lo estás deseando

si yo lo necesito… Si sé que no sé nada

cuando no vengo aquí. Si aquí me enseñarías

la ciencia de los santos, esa ciencia bendita

que aquí aprendieron tantos,que fueron tus amigos,

y gozan ya de Ti…


¿Por qué no vendré más, oh Bondad infinita?

¡Riqueza inestimable, que nada necesita

y que te has humillado a mendigar mi amor!

¡Ábreme ya esa puerta, sea ya esa mi vida

olvidada de todos, de todos escondida!

¡Qué bien se está contigo! ¡Qué bien se está, Señor!

martes, 26 de agosto de 2014

 Es habitual que gente común nos escriba con preguntas como esta: “Mi párroco me ha dicho que el Purgatorio no existe, que deje de rezar por esas cosas, que es contrario a la Iglesia Católica”. También es común que se discuta entre laicos siexiste o no el Purgatorio. Déjenme iniciar este escrito diciendo que la existencia del Purgatorio es absolutamente pilar de nuestra Fe como miembros de la Iglesia Católica, como claramente lo establecen los artículos 1030, 1031 y 1032 del Catecismo Oficial de la Iglesia Católica, fundamentado en las Sagradas Escrituras, además de siglos de tradición y decenas de revelaciones de místicos y santos de la Iglesia acerca de la devoción a las Benditas Almas del Purgatorio.

¿Por qué entonces solemos encontrarnos gente que niega esta verdad de nuestra fe? Les voy a contar una anécdota personal que ilustra la gravedad de los errores que se difunden dentro de la Iglesia, no solo entre laicos sino también entre algunos sacerdotes y religiosas, lamentablemente.


Hace algunos años lanzamos la Asociación para las Benditas Almas del Purgatorio, el portal www.benditasalmas.org Esto lo hicimos por inspiración y consejo fundamentalmente de un santo sacerdote, amigo y consejero, que aumentó nuestra ya existente devoción por las almas. El día en que se puso el portal en línea, yo tenía una alegría espiritual inexplicable, un gozo del alma que me hacía sentir feliz de estar colaborando en algo, aunque fuera muy pequeño, con la Obra de Dios. Ese mismo día tenía una reunión en el Palacio de la Nunciatura de mi país, con un grupo de trabajo del que formaba parte dentro de la estructura oficial de la Iglesia.


Me sentía  bendecido por estar ahí justamente ese día, mimado por Jesús a través del abrazo de Su Iglesia, todo era perfecto. Durante una pausa del grupo de trabajo y mientras tomábamos café, comenté con alegría el proyecto que se acababa de lanzar para beneficio de las Benditas Almas de los difuntos. Unas señoras, de inmediato, transformaron sus rostros y con marcada agresividad me dijeron que como me atrevía a difundir semejantes barbaridades, si es que no sabía yo que el Purgatorio no existe.  Yo estaba mudo de sorpresa, y triste porque no podía creer semejante muestra de ignorancia, dicha justamente  allí. No pude responder mucho, ¡me tomaron totalmente de sorpresa!


Luego compartí el episodio con gente buena y realmente conocedora de las cosas de nuestra Iglesia, y me confesaron con tristeza que había una corriente de error que difundía esas ideas, negando verdades fundamentales de nuestra Fe. Dios, en Su casa, quiso mostrarme ese día que la importancia de difundir Sus Verdades no se limitaba a la gente alejada de El, sino de promover la Verdad y atacar la difusión del error, dentro de Su propia casa también.


El Purgatorio es una verdad fundamental de nuestra Fe, y Dios quiere que comprendamos y abracemos la unión en la Comunión de los Santos, como lo rezamos en cada Santa Misa donde pedimos por las Almas de nuestros difuntos. La Iglesia está constituida por estos tres pilares, de los que aún peregrinamos en la tierra, los que purifican sus almas en el Purgatorio, y las almas santas que ya gozan de las eternas delicias en el Cielo. Nadie, hermanos, ni sacerdote ni monja ni laico, puede negar esto sin quebrantar los principios de nuestra Fe.


Sin embargo, no es sorpresa que el mundo actual tienda a negar la existencia del Purgatorio. Esa corriente, por otra parte, no sólo niega el Purgatorio, también niega la existencia del infierno mismo. Por supuesto, ellos solo ven un cielo fácil de alcanzar al que se llega por la Infinita Misericordia de Dios. Ellos niegan la Justicia Divina, niegan la verdadera Santidad, y manipulan el verdadero sentido de la Misericordia del Señor. Hacen, como los políticos, de mentiras verdad. Esos mismos también suavizan la idea de virtud, la hacen relativa, adaptable a los tiempos modernos. Por supuesto, infierno, purgatorio, virtud, pureza, ayuno, penitencia, oración, son todas cosas pasadas de moda para ellos.


Para estas corrientes, es mejor hablar de autoestima, amor por la naturaleza, entender y aceptar todo y a todos, etc. Por supuesto que estas cosas tomadas aisladamente no están mal, pero están mal cuando se las pone en el centro de nuestra vida y se las transforma en el eje de nuestro actuar.  Como decía la canción en la película El Rey León, es la doctrina “Jacuna matata” (¿la recuerdan?, “Es una filosofía de vivir sin problemas”). A esta disciplina yo la llamaría “La teoría crediticia espiritual moderna: Goce ahora, pague eternamente”.


Dios se entristece enormemente con la facilidad que el demonio encuentra en sembrar el error y la confusión en nuestros tiempos, particularmente en aquellos que multiplican el error porque se los escucha como referentes de las Verdades de la Fe. Tenemos que ser fuertes, debemos estar atentos y discernir aquello que se nos dice y se nos enseña. Defendamos la Cátedra de Pedro como Jesús nos la legó en sus principios fundamentales, en las Verdades del Magisterio de la Iglesia que nadie puede modificar.


El extraordinario Concilio Vaticano II es un hermoso legado para nuestros tiempos, porque entre muchas otras cosas nos enseña qué cosas se deben aggiornar y adaptar a los tiempos, y que cosas se deben sostener y profundizar, porque son los Pilares sobre los que está construida la Casa. Esto es así, porque estamos en el mundo, pero no somos del mundo, y así es que debemos ser mansos como palomas pero astutos como serpientes.


Dios espera mucho de nosotros, ¡manos a la obra!


domingo, 24 de agosto de 2014

Así torturan y asesinan a nuestros hermanos en Irak y Siria

23 de ago de 2014
MÁGENES IMPACTANTES DE LA VIOLENCIA PERPETRADA CONTRA LOS CRISTIANOS EN IRAK Y SIRIA.
crucifixión cristianos irak persecución
En los últimos meses, mayorías musulmanas simpatizantes del Estado Islámico han perpetuado horrorosos crímenes contra los cristianos en medio oriente. Como advirtió el cardenal Filoni, “ahora estamos en la tercera mayor persecución” (perpetuada por los musulmanes a los cristianos en el último siglo). El enviado especial del Papa a Irak dejaba claro que esta no era la primera persecución en los últimos cien años, y según sus propias palabras, ni siquiera era la peor.

Difícil es imaginarnos algo peor que lo que actualmente sucede en Irak y Siria. Las imágenes que llegan hasta nosotros no pueden sino aterrarnos. A pesar de ello, continuamente van aumentando las atrocidades captadas a través de las cámaras, y que son difundidas por los propios criminales en Internet y las redes sociales con el fin de captar la simpatía de aquellos fieles musulmanes, que siguiendo las directrices del Corán, ven la obligación de “cortar el cuello” a quienes no siguen el islam (Corán 8:12). La crueldad y la barbarie de los islamistas no tiene paragón, y desde Infovaticana sentimos la obligación de comunicar a nuestros lectores la realidad que nuestros hermanos en la Fe están viviendo en medio oriente.
Las imágenes son estremecedoras, y por eso advertimos antes de publicarlas, no obstante, sentimos que es importante darlas a conocer para así despertar la conciencia de aquellos “hombres de buena voluntad” que se sienten conmovidos a reaccionar ante esta barbarie.

sábado, 23 de agosto de 2014

La fe se prueba en el dolor. 

Es relativamente fácil creer cuando todo nos va bien, cuando los días se van sucediendo unos a otros de forma tranquila y sin sobresaltos. Pero cuando sobreviene la desgracia y las cosas no nos salen como pensábamos, e incluso parece que todo nos sale al revés, es entonces ahí donde se prueba nuestra fe. Y si a pesar de todo, seguimos creyendo en Dios, seguimos confiando en Él, en su amor por nosotros, entonces sí que nos hacemos adultos en la fe, y merecemos premio del Señor.
Los ángeles y los santos contemplan maravillados a estos hombres y mujeres que en medio de mil tribulaciones saben seguir creyendo en Dios.
Pero si además, estas personas no sólo creen en Dios, sino que transmiten la fe y son ayudas para sus hermanos desanimados, ahí sí que se elevan a gran altura en el camino escarpado de la santidad.
Ya nos dice San Pablo que quien esté seguro, cuide de no caer, y que no hagamos alarde de nuestra fe, porque todavía no hemos derramado la sangre por Cristo y por el Evangelio.
Así que roguemos a Dios que nos ayude a tener esa fe fuerte que es ayuda en el camino de la vida, que es una luz en medio de la oscuridad de la tribulación y el sufrimiento, para que con ella alumbremos nuestra vida y las vidas de muchos hermanos.

miércoles, 20 de agosto de 2014




Los desconocidos héroes del ébola

19 de ago de 2014
Una historia del ébola de hace 14 años
Las víctimas que han caído ahora en Guinea luchando con la enfermedad, contagiados por las primeras víctimas de la epidemia de fiebre hemorrágica más conocida por ébola, son como un macabro déjà-vu de lo que pasó en Gulu - norte de Uganda - a finales del año 2000, cuando 224 personas murieron de esta enfermedad, entre ellos un puñado de enfermeros y el doctor Matthew Lukwiya, uno de los responsables del hospital católico de Lacor. Esta delicada situación que están viviendo ahora todos los países afectados es una buena ocasión para rememorar a todos aquellos héroes, cuyos nombres – posiblemente por ser africanos –, no son generalmente recordados en los anales del heroísmo mundial. Hoy tengo una historia que no debería caer en el olvido.
Corrían los finales del año 2000 cuando en el hospital de Lacor en Gulu (Norte de Uganda) comenzaron a enfermar simultáneamente varios trabajadores sanitarios, la mayoría de los cuales falleció. El Dr. Lukwiya, superintendente del hospital, estaba en esos momentos en la capital Kampala y fue llamado con urgencia. Enseguida envió a Suráfrica muestras de la sangre de los afectados pero antes de que recibiera los resultados, el doctor ya tenía la certeza de qué se trataba. 17 personas habían fallecido ya y, junto con la hermana enfermera Maria Disanto, leyeron en una noche el manual que tenían para estas circunstancias y a partir del día siguiente comenzaron a poner en práctica las medidas de aislamiento y cuarentena. Cuando los agentes de la OMS llegaron al lugar, no daban crédito a sus ojos ya que encontraron un sistema con barreras de aislamiento y una estructura sanitaria que, si se hubiera tardado varios días más, hubiera tenido consecuencias nefastas para la población.
Aquí habría que hacer un inciso y señalar que el ébola en sus distintas cepas tiene una virulencia inusitada. Todos los líquidos corporales son un foco de infección, incluso los cadáveres pueden infectar a la población si no son tratados de la manera adecuada. En el marco de una semana, una fiebre galopante comienza a bloquear los órganos internos y para el día 10 de infección, el paciente muere de shock después de desangrarse por todos los orificios corporales. A pesar de que hay ya una vacuna en investigación, a día de hoy no hay cura para esta enfermedad. La única medida es aislar a los casos sospechosos y esperar que puedan salir adelante con tratamientos paliativos.
Dr. Lukwiya, junto con otro doctor y 15 enfermeros/as (todos voluntarios) comenzaron a cuidar a 70 personas afectadas por el virus aisladas en compartimentos especiales. Los enfermos, a pesar del miedo que suponía entrar en unos habitáculos llenos de plásticos y siendo tratados sólo con personal con máscaras y guantes, hablan de la tranquilidad que él les transmitía, asegurándoles que cuidarían de ellos y harían lo que hiciera falta para su recuperación. Cuando la epidemia comenzaba a remitir, un incidente marcó el destino de ese equipo que con tanta dedicación había estado luchando para salvar el mayor número de enfermos posible.
Un enfermero contagiado por la enfermedad y en los últimos estadios del proceso, agonizaba ya con hemorragias en la nariz y los ojos, cuando tuvo un acceso de locura y comenzó a destrozar todo lo que encontraba, material médico, tubos y camas... intentando salir del la zona de aislamiento. El personal llamó al Dr. Lukwiya quien entró en la estancia protegido con su máscara, gorro de cirugía, guantes y su bata intentando calmarlo. Por desgracia, en la prisa que requería el caso, no se percató de que no llevaba gafas protectoras. Cuando el paciente finalmente murió una hora después, el Dr. Lukwiya y otros dos sanitarios estaban ya infectados con el virus. Matthew comenzó a sentirse mal una semana después cuando ya las estadísticas indicaban que se estaba venciendo al virus (50% de recuperaciones frente al 10% inicial) Por desgracia, el doctor ya no formaría parte de este porcentaje.
Su mujer estaba en Kampala y, contraviniendo las órdenes de su marido, fue hasta Gulu a visitarlo. Le dieron un traje protector que parecía sacado de una nave espacial. Cuando ella lo vio y a través de la escafandra Mathew vio que lloraba, le conminó a que se controlara, diciendo “si lloras, luego te restregarás la cara y esto hará que sea más fácil que te infectes con el virus”. Lukwiya supo que se iba y aceptó su destino con una impresionante serenidad, falleciendo el 6 de Diciembre del 2000. Fue enterrado debajo de un mango, dentro del recinto del hospital en el que trabajó durante tantos años y los pocos asistentes a los que se les permitió estar en el entierro, vistieron máscaras, guantes de látex y atuendo protector siguiendo el protocolo que el mismo Lukwiya había establecido.
El heroísmo de este personaje no sólo se debe a la manera como llevó hasta las últimas consecuencias su sentido del deber, sino también porque su historia personal estuvo marcada por su determinación de dedicarse a los más abandonados de su región natal. Lukwiya obtuvo notas máximas, becas y premios de estudio en la escuela de medicina tropical de Liverpool. Podría haber tenido acceso a cualquier carrera brillante fuera de su país, lo mismo que el 70% de los médicos ugandeses que emigran a Suráfrica, Europa y Oriente Medio, pero él rehusó incluso un atractivo puesto académico en Liverpool y decidió establecerse en un simple hospital del norte de Uganda, un hospital del cual llegó a ser superintendente y bajo cuya administración se triplicó el número de pacientes atendidos. La medicina nunca fue para él un medio para enriquecerse. Murió como había vivido, sabiendo que tenía que estar en la línea de fuego y desdeñando su seguridad personal para asistir a quien más lo necesitaba. Si hubiera un cuadro de honor de las vidas ejemplares africanas, el Dr. Mathew Lukwiya y parte de su equipo sanitario ocuparían sin duda la primera fila.
Por Alberto Eisman, director de Radio Wa, en Ugandaen la foto: Dr. Matthew Lukwiya 
fuente: Mundo Negro
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martes, 19 de agosto de 2014

Fragmento sobre la Consagración a María

María es un misterio 
a) A causa de su humildad 
[2] La vida de María fue oculta. Por ello, el Espíritu Santo y la Iglesia la llaman alma mater: Madre oculta y escondida. Su humildad fue tan grande que no hubo para Ella anhelo más firme y constante que el de ocultarse a sí misma y a todas las criaturas, para ser conocida solamente de Dios.
[3] Ella pidió pobreza y humildad. Y Dios, escuchándola, tuvo a bien ocultarla en su concepción, nacimiento, vida, misterios, resurrección y asunción, a casi todos los hombres. Sus propios padres no la conocían. Y los ángeles se preguntaban con frecuencia uno a otro: ¿Quién es ésta? (Cant. 8, 5). Porque el Altísimo se la ocultaba. O, si algo les manifestaba de Ella, era infinitamente más lo que les encubría. 
(del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María)  
Comentario: 
¡Qué grandeza que vemos al contemplar a María! ¡Cómo Ella sabía guardar los secretos de Dios! El Arcángel Gabriel le anuncia que será la Madre del Mesías, que es Dios, y María lo acepta y guarda el secreto. Nosotros, en su lugar, no hubiéramos podido estar ni un minuto sin publicarlo. María, en cambio, sigue su vida normalmente, llena de alegría y con su casi infinita humildad. La verdad que en María, los consagrados a Ella, tenemos un Modelo acabadísimo de todas las virtudes. es necesario que conozcamos cada día más a la Virgen, y la conocemos especialmente meditando sus misterios en el Santo Rosario, que es la oración predilecta de Ella, porque es oración sencilla y humilde, como a María le gusta.
¡Dulce Corazón de María!
¡Sé la salvación del alma mía!

domingo, 17 de agosto de 2014

María está cerca de cada uno de nosotros
Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al estar en Dios, está "dentro" de todos nosotros. 
Autor: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net

Esta poesía de María -el «Magníficat»- es totalmente original; sin embargo, al mismo tiempo, es un "tejido" hecho completamente con "hilos" del Antiguo Testamento, hecho de palabra de Dios.

Se puede ver que María, por decirlo así, "se sentía como en su casa" en la palabra de Dios, vivía de la palabra de Dios, estaba penetrada de la palabra de Dios. En efecto, hablaba con palabras de Dios, pensaba con palabras de Dios; sus pensamientos eran los pensamientos de Dios; sus palabras eran las palabras de Dios. Estaba penetrada de la luz divina; por eso era tan espléndida, tan buena; por eso irradiaba amor y bondad.

María vivía de la palabra de Dios; estaba impregnada de la palabra de Dios. Al estar inmersa en la palabra de Dios, al tener tanta familiaridad con la palabra de Dios, recibía también la luz interior de la sabiduría. Quien piensa con Dios, piensa bien; y quien habla con Dios, habla bien, tiene criterios de juicio válidos para todas las cosas del mundo, se hace sabio, prudente y, al mismo tiempo, bueno; también se hace fuerte y valiente, con la fuerza de Dios, que resiste al mal y promueve el bien en el mundo.

Así, María habla con nosotros, nos habla a nosotros, nos invita a conocer la palabra de Dios, a amar la palabra de Dios, a vivir con la palabra de Dios, a pensar con la palabra de Dios. Y podemos hacerlo de muy diversas maneras: leyendo la sagrada Escritura, sobre todo participando en la liturgia, en la que a lo largo del año la santa Iglesia nos abre todo el libro de la sagrada Escritura. Lo abre a nuestra vida y lo hace presente en nuestra vida.

Pero pienso también en el «Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica», que hemos publicado recientemente, en el que la palabra de Dios se aplica a nuestra vida, interpreta la realidad de nuestra vida, nos ayuda a entrar en el gran "templo" de la palabra de Dios, a aprender a amarla y a impregnarnos, como María, de esta palabra. Así la vida resulta luminosa y tenemos el criterio para juzgar, recibimos bondad y fuerza al mismo tiempo.

María fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, y con Dios es reina del cielo y de la tierra. ¿Acaso así está alejada de nosotros? Al contrario. Precisamente al estar con Dios y en Dios, está muy cerca de cada uno de nosotros.

Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al estar en Dios, que está cerca de nosotros, más aún, que está "dentro" de todos nosotros, María participa de esta cercanía de Dios.

Al estar en Dios y con Dios, María está cerca de cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con su bondad materna. Nos ha sido dada como "madre" -así lo dijo el Señor-, a la que podemos dirigirnos en cada momento. Ella nos escucha siempre, siempre está cerca de nosotros; y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo, de su bondad. Podemos poner siempre toda nuestra vida en manos de esta Madre, que siempre está cerca de cada uno de nosotros. 
Conservar la alegría

“La más efectiva herramienta en las manos de Satanás en contra de nosotros es la depresión, el espíritu abatido, la tristeza. Con esto Satanás quiere acorralarnos dentro de la desesperación y privarnos de la ayuda de la gracia. En este estado de ánimo hay que repetir: ‘Jesús mío, Te amo’. Entonces Satanás desaparecerá”. (La Victoriosa Reina del Mundo, Sor Natalia Magdolna).

“El demonio tiene miedo de la gente alegre”. San Juan Bosco.

“No esté triste, pase lo que pase. Las penillas al fondo del Corazón de Cristo, y en el suyo sólo su amor y su gloria”. Santa Maravillas de Jesús.

“Un Santo triste es un triste Santo”. Santa Teresa de Jesús.

“La alegría es la mejor protección contra la tentación. El demonio es un mensajero de malas noticias y se sirve de todas las ocasiones para inducirnos a seguirlo. Pero un corazón alegre nos protege de su influencia. Es por eso que Jesús habita en aquellos que viven con alegría. San Francisco de Sales dijo: Un santo triste es un mal santo. Y Santa Teresa se preocupaba cuando veía que sus hermanas perdían la alegría. Para nosotros la alegría es una fuente de energía”. Beata Madre Teresa de Calcuta.

 

Visite: www.santisimavirgen.com.ar

sábado, 16 de agosto de 2014



Mensaje de confianza

La Gracia puede santificarnos en un instante 
¡Abismo de la debilidad humana, tiranía de los malos hábitos! Cuántos cristianos reciben en el tribunal de la Penitencia la absolución de sus faltas: es sincera en ellos la contrición; enérgicas son sus resoluciones. Y caen de nuevo en los mismos pecados, a veces muy graves; el número de sus caídas crece sin cesar. ¿No tendrán, entonces, sobradas razones para desanimarse?
Que la evidencia de la propia miseria nos mantenga en la humildad, nada más justo; que nos haga perder la confianza, sería una catástrofe, más peligrosa que tantas recaídas.
El alma que cae debe levantarse lo antes posible. No debe cesar de implorar la piedad del Señor. ¿No sabes que Dios tiene su hora y puede en un instante elevarnos a la más sublime santidad?
¿Acaso no había llevado María Magdalena una vida culpable? La gracia, sin embargo, la transformó instantáneamente. Sin transición, de pecadora se transformó en una gran santa. Ahora bien, el brazo de Dios no se ha encogido. Lo que hizo por otros lo puede hacer por ustedes. No duden: la oración confiante y perseverante obtendrá la curación completa de vuestras almas.
No me objeten que el tiempo pasa y que tal vez ya a toca al término vuestras vidas. ¿No esperó Nuestro Señor la agonía del buen ladrón para atraerlo victoriosamente a Sí? En un solo minuto ese hombre tan culpable se convirtió. Su Fe y su amor fueron tan grandes que, a pesar de sus crímenes, no pasó por el Purgatorio; ocupa para siempre un lugar muy elevado en los Cielos.
¡Que nada les altere la confianza! Desde lo más profundo del abismo, clamen sin tregua al Cielo. Dios acabará respondiendo a vuestro llamado y llevará a cabo Su obra en ustedes. 
 (De "El Libro de la Confianza", P. Raymond de Thomas de Saint Laurent)

viernes, 15 de agosto de 2014

Presencia Viva....plenitud de Vida
Que tuviste ganas no solo de comer con nosotros sino de ser nuestro alimento.... y tocaste a nuestra puerta y.... ¡no te reconocimos!. 
Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net



Cuando estoy en tu presencia, Señor, ahí, desde el Sagrario donde me miras y me escuchas... me da gusto recordar pasajes de tu vida y pienso que a ti te gusta... ¿Recordamos?

Ya resucitado te apareces a tus amigos, a los que tanto quisiste, a los que se durmieron cuando les pediste que velasen mientras sudabas sangre y estabas lleno de tristeza...

En la primicia de tu resurrección te apareciste a la mujer pecadora, porque ya arrepentida, te amaba en entrega total,... a tus seguidores en el camino de Emaús que iban decepcionados tras la muerte del Maestro, porque eran pesimistas y en su corazón solo tenían tristeza y desánimo..., al amigo que no creyó lo que le contaron sus compañeros ... y tuvo que meter sus dedos en tus llagas y la mano en tu herida palpitante para creer, e hizo que tu, Jesús, le dijeras: - "Tomás, porque has visto has creído. Dichosos los que creen sin ver"

Y en ese momento nos llamaste dichosos y bienaventurados a todos los que en el tiempo y la distancia creemos en Ti por la fuerza y la gracia de la fe.

Te volviste a aparecer una y otro vez después de tu resurrección...no como un fantasma, no como fue la resurrección de Lázaro, que a pesar del milagro de volver a la vida, quedó sujeto a volver a morir. No como algo irreal e intocable, no, te presentaste con una realidad tangible y transfigurado al mismo tiempo. Tu ya no pertenecías a la Tierra pero vivías en ella.

Eras presencia viva, plenitud de vida.

Y como queriendo demostrar que no eras una aparición, un fantasma o figuración de las mentes de tus discípulos, te sientas con ellos, conversas con sencillez y les pides de comer....

Hubo en tu tercer encuentro, un cuadro bellísimo.

Estaban pescando. No sacaban nada. Todo la noche fatigosa y sin ningún logro.

Al amanecer, la figura de un hombre joven, en la playa, les hace señas. Se acercan, El les dice: - "Muchachos, teneís algo que comer? " ( Jn 21,5). Estaban malhumorados y te contestaron, que no. Y les dijiste: - "Echad la red a la derecha y hallareís". Así lo habían estado haciendo toda la noche pero obedecieron en silencio, quizá recordando otra ocasión parecida... ¡y las redes se llenaron!

Volvieron a mirar a la orilla buscando al desconocido y te vieron encendiendo la hoguera. Todos los corazones latían fuerte por el mismo pensamiento y Juan fue el que habló :- "Es El, el Señor!

Pedro no pudo contener su carácter vehemente y se arrojó al agua con la túnica arrollada al cuello y cuando llegó a la orilla se la puso y corrió hacia Ti.

Luego se les unieron los demás , felices y seguros. Allí estabas Tu, el resucitado pero asando un pez, como antes, como un viejo y querido amigo, como el Maestro de siempre, sencillo, tierno, bondadoso, con tu mismo estilo de mansedumbre y con la misma forma, tan especial, de partir y repartir el pan.

Y Tu, Jesús, te acercas a nosotros así, en mil formas diferentes.

Te vemos en el que nos pide pan, en el que nos pide ayuda. Tenemos que estar alertas para conocerte, que no estemos distraídos con "una y mil cositas que no tienen valor".... y no tengamos que experimentar la tristeza de que LLEGASTE Y PASASTE DE LARGO.

Que tuviste ganas no solo de comer con nosotros sino de ser nuestro alimento.... y tocaste a nuestra puerta y.... ¡no te reconocimos!.

Tu que eres, Señor, presencia viva, plenitud de vida. ¡Ayúdanos, Señor! 

miércoles, 13 de agosto de 2014

Los tiempos de Dios
Dios ha desarrollado su plan de manera perfecta para cada uno. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¡Solo El lo sabe! . 
Autor: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org




Tres tiempos ha pensado Dios para el desarrollo de la historia de la humanidad, dentro del gran misterio que representa Su Plan para nosotros.

Los primeros tiempos fueron los de la Creación, los tiempos del Padre que con Su Pensamiento y Su Voluntad creó todo lo que nos rodea. Y fueron también los tiempos de la Fe: Fe en la existencia de un Dios único, omnipotente, lleno de amor por sus criaturas. Pero, fue el propio hombre el que corrompió la perfección de esa creación, haciendo uso de su voluntad, del libre albedrío que Dios le dio. Y fue utilizando mal ese libre albedrío que el hombre volvió a caer, una vez más, olvidándose en forma creciente del Dios Creador.

Dios Padre abrió entonces la puerta a los segundos tiempos: los de la Redención, los tiempos de la Salvación, tiempos del Hijo. Y sin dudas que estos tiempos fueron los de la Esperanza, ya que el Mesías nos trajo el anuncio del Reino, la promesa de un futuro de felicidad. La llegada de Cristo abrió las puertas del Cielo y también abrió nuestros corazones al Arca en que Dios quiso resguardarnos de los males del mundo: María. ¿Acaso podía el Padre elegir un modo imperfecto en el acto de dar Su naturaleza Humana al Hombre Dios, a Su Hijo?. Los tiempos de la redención no pueden entenderse, entonces, sin unir a Madre e Hijo, Redentor y Corredentora, en la Pasión, Muerte y Resurrección que nos conducen a la esperanza de una vida de plenitud.

Y fue el mismo Jesús quien anunció la llegada del tercer tiempo en la historia de la humanidad, al anticipar la venida del Espíritu Santo, Espíritu de Santificación. Estos son, entonces, los tiempos de la Santificación. Y son también los tiempos de la caridad, ya que el Espíritu Santo es Espíritu de Amor, como Jesús nos lo enseñó con su nuevo y principal mandamiento. De este modo, el Espíritu de Dios se derrama sobre el mundo, buscando los corazones que le den acogida, que lo dejen actuar. Somos los hombres los que debemos reconocer y facilitar su accionar, por el camino de la humildad y el amor. En estos tiempos es el Espíritu Santo el que habla a través de quienes Evangelizan y llevan el mensaje renovado (¡una vez más!) por obra del Soplo Divino. Llevar a las almas a Dios es la caridad perfecta, es el amor que difunde el mensaje de Salvación.

De este modo hemos visto una humanidad que ha recorrido distintas etapas a lo largo de su historia:

Los tiempos del Padre, de la Creación, del Pensamiento Divino que todo lo hizo. Fueron tiempos de Fe.

Los tiempos del Hijo, de la Redención, del amor del Padre expresado en el Hombre Dios, nacido de la Nueva Eva, la Mujer Perfecta. Son los tiempos de la Esperanza.

Y finalmente los tiempos del Espíritu Santo, de la Santificación, del amor derramado sobre el mundo. Tiempos de Caridad.

Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Creación, Redención y Santificación.
Fe, Esperanza y Caridad.

Dios ha desarrollado su Plan de manera perfecta, dejando que en cada tiempo se manifieste un aspecto nuevo y maravilloso de Su Divinidad. Es un camino con un destino cierto, un destino de plenitud. Cuando se haya alcanzado esa plenitud, cuando el plan esté completo, estaremos en condiciones de presenciar el gran final que el Señor nos tiene preparados. ¿Cuándo?. ¿Cómo? ¡Solo El lo sabe!

martes, 12 de agosto de 2014

Un corazón libre es un corazón luminoso
Se puede tener sólo con los tesoros del cielo: el amor, la paciencia, el servicio a los demás, la adoración a Dios. 
Autor: SS Francisco | Fuente: vativan.va



Fragmento de la homilía del Papa Francisco el viernes 20 de junio de 2014


Dinero, vanidad y poder no hacen feliz al hombre.

Los auténticos tesoros, las riquezas que cuentan, son el amor, la paciencia, el servicio a los demás y la adoración a Dios.

No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón». (Mateo 6, 19-23).

No acumuléis tesoros en la tierra. Es un consejo de prudencia. Tanto que Jesús añade: «Mira que esto no sirve de nada, no pierdas el tiempo».

Son tres, en particular, los tesoros de los cuales Jesús pone en guardia muchas veces:
  • El primer tesoro es el oro, el dinero, las riquezas. Y, en efecto, «no estás a salvo con este tesoro, porque quizá te lo roben. No estás a salvo con las inversiones: quizá caiga la bolsa y tú te quedes sin nada. Y después dime: un euro más ¿te hace más feliz o no?. Por lo tanto, las riquezas son un tesoro peligroso.
    Cierto, pueden también servir «para hacer tantas cosas buenas», por ejemplo: para poder llevar adelante la familia. Pero, si tú las acumulas como un tesoro, te roban el alma. Por eso Jesús en el Evangelio vuelve sobre este argumento, sobre las riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre el poner las esperanzas en ellas.
  • El segundo tesoro del que habla el Señor «es la vanidad», es decir, buscar "tener prestigio, hacerse ver". Jesús condena siempre esta actitud: Pensemos en lo que dice a los doctores de la ley cuando ayunan, cuando dan limosna, cuando oran para hacerse ver. Por lo demás, tampoco la belleza sirve, porque también... se acaba con el tiempo.
  • El orgullo, el poder, es el tercer tesoro que Jesús indica como inútil y peligroso. Una realidad evidenciada en la primera lectura de la liturgia tomada del segundo libro de los Reyes (11, 1-4. 9-18. 20), donde se lee la historia de la «cruel reina Atalía: su gran poder duró siete años, después fue asesinada». En fin, «tú estás ahí y mañana caes», porque «el poder acaba: cuántos grandes, orgullosos, hombres y mujeres de poder han acabado en el anonimato, en la miseria o en la prisión...».

    He aquí, pues, la esencia de la enseñanza de Jesús: «¡No acumuléis! ¡No acumuléis dinero, no acumuléis vanidad, no acumuléis orgullo, poder!
    ¡Estos tesoros no sirven!».

    Más bien son otros los tesoros para acumular. Hay un trabajo para acumular tesoros que es bueno». Lo dice Jesús en la misma página evangélica: «Donde está tu tesoro allí está tu corazón».

    Este es precisamente «el mensaje de Jesús: tener un corazón libre». En cambio «si tu tesoro está en las riquezas, en la vanidad, en el poder, en el orgullo, tu corazón estará encadenado allí, tu corazón será esclavo de las riquezas, de la vanidad, del orgullo».

    Un corazón libre se puede tener sólo con los tesoros del cielo: el amor, la paciencia, el servicio a los demás, la adoración a Dios. Estas «son las verdaderas riquezas que no son robadas». Las otras riquezas -dinero, vanidad, poder- «dan pesadez al corazón, lo encadenan, no le dan libertad».

    Hay que tender, por lo tanto, a acumular las verdaderas riquezas, las que «liberan el corazón» y te hacen «un hombre y una mujer con esa libertad de los hijos de Dios». Se lee al respecto en el Evangelio que «si tu corazón es esclavo, no será luminoso tu ojo, tu corazón».

    Un corazón libre es un corazón luminoso, que ilumina a los demás, que hace ver el camino que lleva a Dios, que no está encadenado, que sigue adelante y además envejece bien, porque envejece como el buen vino: cuando el buen vino envejece es un buen vino añejo. Al contrario, el corazón que no es luminoso es como el vino malo: pasa el tiempo y se echa a perder cada vez más y se convierte en vinagre.

    Pidamos al Señor para que nos dé esta prudencia espiritual para comprender bien dónde está mi corazón, a qué tesoro está apegado. Y nos dé también la fuerza de «desencadenarlo», si está encadenado, para que llegue a ser libre, se convierta en luminoso y nos dé esta bella felicidad de los hijos de Dios, la verdadera libertad».
  • sábado, 9 de agosto de 2014



    Mensaje a los Apóstoles de la Inmaculada

    Ejemplos del rezo de las Tres Avemarías. 
    Ejemplo 11. 
    La nieta que salvó a su abuelo 
    En un lugar del Perigord (Francia), ejercía su profesión un médico, a quien nadie hacía referencia por su propio nombre, sino al que todos llamaban “el buen Doctor”.
    Y en verdad merecía este título, porque era realmente bueno con todos, y, sobre todo, con los pobres.
    Sin embargo, el doctor no era un hombre religioso.
    No es que fuese descreído. No llegaba a tanto. Más bien era “indiferente”.
    Así, se daba el caso de que desde la fecha lejana de su matrimonio no se había preocupado de recibir los sacramentos...
    Los muchos años y la excesiva actividad profesional desarrollada postraron al doctor en el lecho, con irreparable agotamiento. Toda esperanza de curación quedaba descartada.
    ¡Y “el buen Doctor” iba a morir en la impiedad!
    Este pensamiento y temor torturaba el corazón de una nieta que le acompañaba en aquella ocasión. La niña era un ángel de dulzura y de piedad. Sentada junto al enfermo, lo entretenía y cuidaba. Y mientras descansaba el anciano, dirigía con lágrimas esta plegaria al cielo:
    “¡Oh, Virgen buena, Vos que sois todo misericordia y todo lo podéis, moved a penitencia el corazón de mi abuelo!
    No permitáis, santa Madre de Dios, que muera sin auxilios espirituales.
    En Vos, Madre mía, tengo puesta toda mi confianza.”
    Y tras de esa oración rezaba las tres Avemarías...
    Una tarde, con el fin de distraer a su abuelo, la niña empezó a pasar revista al contenido de una gran cartera donde aquél había ido dejando recuerdos de pasados tiempos... Sus ojos se detuvieron en un sobre viejo, y exclamó:
    –Una antigua carta, abuelo. ¿De quién será que la habéis conservado?...
    El anciano le respondió:
    –Léela y haremos memoria.
    Y la joven leyó:
    “Mi querido ahijado: ¡Cuánto siento no poder abrazarte antes de que te marches a París!, pero me es imposible ir a verte. Estoy atada a la cama por mi reumatismo. Seguramente no volverás a ver aquí abajo a tu vieja madrina, y por esto te pido escuches mis consejos, que serán los últimos.
    Tú sabes que París ha sido siempre un abismo, y ante ese peligro tiemblo por ti. Sé un hombre fuerte, de buen temple, firme en la fe. Permanece fiel al Dios de tu bautismo, que has de ver en la eternidad... Yo te pongo bajo la protección de la Santísima Virgen María, y te recomiendo encarecidamente seas constante en las prácticas de piedad que desde muy niño tuviste de rezar mañana y noche las tres Avemarías...
    Rogará por ti tu madrina, que te estrecha fuertemente sobre su corazón...”
    La carta que tenía fecha de hacía cuarenta y ocho años, produjo una honda emoción al doctor.
    Rememoró los años despreocupados de su juventud, sus extravíos y ligerezas, su apartamiento de los actos de culto y el abandono de sus devociones.
    Pensó también en sus tareas profesionales y en su vida familiar y se detuvo recordando a su bondadosa madrina, que murió a los pocos meses de escribir aquella carta. Ella le había enseñado a rezar las tres Avemarías en su infancia...
    Sintió el doctor un vivo impulso de gratitud hacia esa mujer buena, cuyos buenos consejos no siguió. Y mirando tiernamente a la nieta, balbuceó:
    –¡Por mi madrina!... Dios te salve, María...
    Y rezó las tres Avemarías juntamente con la nieta, que, con íntimo gozo, sonreía y lloraba a la vez.
    ¡Estaba ganado para Dios “el buen Doctor”!...
    –Llama al Padre –dijo el enfermo–, porque he de contarle estas cosas.
    Acudió el sacerdote diligentemente, y el doctor hizo su confesión con singular fervor.
    Al día siguiente empeoró alarmantemente y hubo que administrarle el Santo Viático... Con paso acelerado se aproximaba a la muerte.
    Tomó “el buen Doctor” con dificultad una mano de su nieta y, haciendo un gran esfuerzo, le dijo:
    –Esto se acaba..., reza conmigo las tres Avemarías...
    Al terminar la tercera Avemaría expiró dulcemente.
    (P. Didier de Cre, O. F. M. Cap.)
    ¡Ave María Purísima!
    ¡Sin pecado concebida!
    El amor de María llena nuestro corazón
    Si uno de veras cree en este amor que le tiene María Santísima como madre ¿podrá sentirse desgraciado? ¿Podrá sentirse desesperado? 
    Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


    Dios es amor.

    María Santísima es también amor.

    Podríamos decir que María es el lado misericordioso y tierno del amor de Dios.
    "Tú sola, Virgen María, le curas a Dios de todas las heridas que le hacemos los hombres. Por ti sola valió la pena la redención, aunque, afortunadamente, hay otras y otros que se han tomado en serio la redención".

    Este amor tuyo que, por un lado, sube hasta Dios y, por lo tanto, tiene toda la gratitud de una creatura, toda la profundidad de una madre, toda la pureza de una virgen; por otro lado, se dirige a nosotros, hacia la tierra, hacia tus hijos.

    Cómo me impresionó -y aparte al principio no lo creí- leer aquellas palabras de San Alfonso María de Ligorio: "Si juntáramos el amor de todos los hijos a sus madres, el de todas las madres a sus hijos, el de todas las mujeres a sus maridos, el de los santos y los ángeles a sus protegidos: todo ese amor no igualaría al amor que María tiene a una sola de nuestras almas". Primero, no lo creí porque era demasiado grande para ser cierto. Hoy, lo creo, y posiblemente estas palabras de San Alfonso se quedaron cortas.

    Yo me pregunto: si uno de veras cree en este amor que le tiene María Santísima como madre ¿podrá sentirse desgraciado? ¿Podrá sentirse desesperado? ¿Podrá vivir una vida sin alegría, sin fuerza, sin motivación? ¿Podrá alguna vez, en su apostolado, llegar a decir "no puedo, me doy"? ¿Podrá algún día decir : "renuncio al sacerdocio y lo dejo"? Si Cristo, por nosotros, dio su sangre, su vida, ¿qué no dará la Santísima Virgen por salvarnos? Ella ha muerto crucificada, espiritualmente, por nosotros. A Cristo le atravesaron manos y pies por nosotros; a ella una espada le atravesó el alma, por nosotros. Si Él dijo: "He ahí a tus hijos" ¿cómo obedece la Santísima Virgen a Dios? Entonces, cuánto nos tiene que amar. Y si somos los predilectos de su hijo: "vosotros sois mis amigos", somos también los predilectos de Ella.

    El amor de María llena nuestro corazón, debe llenarlo. El amor de una esposa no es el único que puede llenar el corazón de un hombre como yo. El amor de María Santísima es muchísimo más fuerte, rico, tierno, confortante, que el de todas las esposas de la tierra. El amor de mi madre celestial llena, totalmente, mi corazón. Una mirada, una sonrisa de María Santísima, me ofrecen más que todo lo que pueden darme todas la mujeres de la tierra juntas.

    ¿Cuál debe ser mi respuesta a tan grande y tierno amor?

    Como Juan Pablo II debemos decir cada uno de nosotros, también, "totus tuus": todo tuyo y para siempre. Aquella expresión que el Papa nos decía: "Luchando como María y muy juntos a María", que le repitan siempre: "totus tuus".

    ¿Por qué no llevarme a todas partes a la Santísima Virgen? En el pensamiento, en el corazón, y también, en una imagen, en un cuadro: su presencia es benéfica. Yo tengo en mi despacho y en mi cuarto una imagen de la Santísima Virgen. Con mucha frecuencia la miro, con mucha frecuencia le hablo y, también, la escucho. Siento su presencia y su amor a través de esa imagen.

    viernes, 8 de agosto de 2014

    Perder para ganar
    Cuando tengan dudas, cuando la vida les duela, cuando estén cansados de la lucha, entonces miren a Cristo crucificado. 
    Autor: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net

    Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo...
    Jn 12, 20-33


    Por medio de la cruz nos vencemos a nosotros mismos y ganamos el cielo.

    Servir a Cristo es seguirlo por el camino de la cruz. Esta afirmación sería suficiente para desanimar a cualquier persona, si no fuese por el hecho de que cosechamos fruto del árbol de la cruz. El fruto que produce es la vida sobrenatural. Cristo nos lo explica con la imagen del grano de trigo que muere en la tierra pero produce fruto en abundancia.

    Este es el misterio de la vida cristiana, como dice Cristo: El que ama su vida (quiere decir que no desea sacrificarse), la pierde (quiere decir que no gana la vida eterna o el Cielo), y el que odia su vida en este mundo (aquel que se abniega), la guardará para una vida eterna (ganará el cielo). Hay que morir para vivir.

    En Jesucristo crucificado encuentra el cristiano un compendio viviente y orgánico de todas las virtudes que debe practicar.


    Delante del espectro de la muerte Cristo se asustó. Era normal, pues Él era un hombre con el instinto de auto-conservación. Sin embargo, aceptó la muerte más dolorosa. ¿Cómo se explica esto?

    Cristo vivió su vida, por así decirlo, con una brújula en la mano. Siempre sabía en qué dirección ir. Nunca vemos en Cristo titubeos. Siempre caminó en la dirección de la voluntad de su Padre: "¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto...! 


    Cristo concibe su vida como una lucha contra el Príncipe de las tinieblas. Él quería arrebatar de las garras de Satanás a las almas. Sumó todo, era muy sencillo pero muy costoso: atraer a los hombres hacia Él al contemplarlo clavado en la cruz por amor a ellos. Cristo trata de conquistar a los hombres con el amor, en tanto que el demonio usa la mentira y el odio.

    Cuando tengan dudas, cuando la vida les duela, cuando estén cansados de la lucha, entonces miren a Cristo crucificado, y estén seguros de que su amor es suficiente para levantarles". "La cruz es también el misterio de nuestra confianza y de nuestra grandeza, porque Cristo ha querido acercar a ella nuestra pequeñez, nuestra debilidad, nuestra pobreza, nuestro dolor y nuestras lágrimas.

    Propósito

    Ver la cruz como la manera de ganar el cielo.

    Argentina; Francisco «conmovido» por la historia de Estela de Carlotto

    07 de ago de 2014
    Después de 36 años, la “abuela” de Plaza de Mayo encontró a su nieto; su hija había desaparecido embarazada en 1977


    Papa Francisco quedó «conmovido» por la historia de Estela de Carlotto, la abuela de Plaza de Mayo que después de 36 años encontró a su nieto. Su hija había desaparecido embarazada en 1977 y fue asesinada por los militares argentinos dos meses después de dar a luz. Lo indicó a la agencia Ansa el ceremoniero pontificio, Mons. Guillermo Karcher.
     
     
     
     
     
    Esta historia ha suscitado mucha emoción y conmoción en el ánimo del Papa, según Karcher: «como en todos nosotros argentinos: tiene que ver con una parte de nuestra historia y que la señora Carlotto haya encontrado a su nieto es un rayo de luz».
     
     
     
     
     
    El Pontífice había recibido a Carlotto, presidenta de la asociación de las Abuelas de la Plaza de Mayo, el pasado 24 de abril de 2013, al margen de una audiencia general en la Plaza San Pedro.
     
     
     
     
     
    «Pueden contar conmigo», le dijo a las representantes del movimiento que, en aquella ocasión, le habían pedido ayuda en la búsqueda, mediante los archivos de la Iglesia argentina, de los hijos de los desaparecidos durante la dictadura.
     

    jueves, 7 de agosto de 2014

    ...sobre la necesidad de acudir a la Stma. Virgen:

    Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: invoca a María!
    Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estrella, invoca a María!
    Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella: invoca a María!
    Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios.
    En medio de tus peligros, de tus angustias, de tus dudas, piensa en María, invoca a María!
    El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se aparten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos.
    Siguiéndola no te pierdes en el camino!
    ¡Implorándola no te desesperarás!  ¡Pensando en Ella no te descarriarás!
    Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir.  Bajo su manto nada hay que temer.
    ¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial!
    ¡Amén!
    (San Bernardo)

    La oración más antigua a la Virgen Santísima .

    EN UN PAPIRO EGIPCIO

    Edgar Lobel, experto en papirología de la Universidad de Oxford, dedicó su vida al estudio de los papiros encontrados en Egipto. Como es conocido, el clima extremadamente seco de la mayor parte de Egipto ha hecho que se conserven multitud de fragmentos de papiros antiquísimos, con textos de hace milenios, en griego y en copto. Muchos de estos textos se habían perdido.

    En otros casos, los papiros sirven para confirmar la antigüedad de textos que sí que se habían conservado a través de sucesivas copias otraducciones.

    Uno de estos papiros, descubierto en las proximidades de la antigua ciudad egipcia de Oxirrinco, contenía una oración a la Virgen. Y no cualquieroración, sino una plegaria que continuamos rezando hoy en día, la oración Sub tuum praesidium.

    La versión latina es: Sub tuum praesidium confugimusSancta Dei Genitrix.
    Nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus nostris, sed a periculiscunctis libera nos semper, Virgo gloriosa et benedicta.

    La versión castellana, es muy conocida:

    Bajo tu amparo nos acogemos,
    santa Madre de Dios;
    no deseches las súplicas
    que te dirigimos en nuestras necesidades,
    antes bien, líbranos de todo peligro,
    ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

    Y la versión en griego clásico, que es precisamente la que se encontró en el papiro. Basta fijarse con detenimiento en la foto del papiro para reconocer las palabras griegas originales:

    Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν,
    καταφεύγομεν, Θεοτόκε.
    Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας,
    μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει,
    ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων λύτρωσαι ἡμᾶς,
    μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη.

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