martes, 22 de diciembre de 2015

Mensaje a los Apóstoles de la Inmaculada

Ejemplos del rezo de las Tres Avemarías.
Ejemplo 20.
Rectificó el mal camino emprendido
Escribe un misionero desde América:
“Uno de mis ayudantes como catequista, “desordenó” su vida conyugal, y por efecto de su extravío pasional se iba enfriando en el celo apostólico.
En cuanto tuve noticia de ello, le llamé (vivía a 23 kilómetros de la Parroquia, en un caserío) y le amonesté debidamente, haciéndole reflexiones sobre la felicidad familiar truncada, el mal ejemplo para su hijo, el escándalo para los demás convecinos...
Para vencer toda mala pasión –le dije–, se necesita el auxilio del Cielo; pero éste no falta nunca si con fervor se pide. Ruega con confianza filial a la Madre de Dios, que es Madre nuestra espiritual; háblale como un hijo desvalido y débil, que demanda socorro. Y –dándole una estampa de la devoción de las tres Avemarías, añadí–: “rézale mañana y noche esas tres Avemarías...”
El efecto no se hizo esperar. Pocos días después de practicar mi recomendación, aquel hombre tomó la decisión de enmendar su vida, y ha cambiado totalmente, quedando tan agradecido a la Santísima Virgen por el favor que le ha otorgado, que ahora reza todos los días con su esposa y su hijo las tres Avemarías.
Hace unos días vino a la Parroquia con su otra vez gozosa familia, para confesar y comulgar en la Santa Misa que me encargó ofreciera al Señor y a la Virgen Inmaculada en acción de gracias.
Actualmente es el más fervoroso de los catequistas, y todas las tardes en su caserío congrega a los habitantes para el rezo del Santo Rosario.
Y yo, postrado ante el Sagrario de mi Iglesia Parroquial, agradezco a Jesús Sacramentado sus misericordias distribuidas por las benditas manos de su Madre.”
(P. Braulio Ascarza Sotelo. –Párroco en el Perú. –Carta del 7 de noviembre de 1969.)
¡Ave María Purísima!
¡Sin pecado concebida!

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