lunes, 9 de septiembre de 2013

UN BONITA FORMA DE OBSEQUIAR A NUESTRA MADRE.


LOS SIETE DOLORES DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA SANTÍSIMA

 
PROMESAS DE LA VIRGEN A LOS DEVOTOS DE SUS DOLORES


Siete gracias que la Santísima Virgen concede a las almas que la honran diariamente (considerando

sus lágrimas y dolores) con siete Avemarías. Santa Brígida.

1º. Pondré paz en sus familias.

2º. Serán iluminados en los Divinos Misterios.

3º. Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.

4º. Les daré cuanto me pidan con tal que no se oponga a la voluntad de mi Divino Hijo y a la santificación

de sus almas.

5º. Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y los protegeré en todos los

instantes de sus vidas.

6º. Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte: verán el rostro de su Madre.

7º. He conseguido de mi Divino Hijo que los que propaguen esta devoción (a mis lágrimas y dolores) sean trasladados de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos “su eterna consolación y alegría”.

 

LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN

 

1º. La profecía de Simeón (Lc. 2, 22-35) ¡Dulce Madre mía! Al presentar a Jesús en el templo,

la profecía del anciano Simeón te sumergió en profundo dolor al oírle decir: “Este Niño está

puesto para ruina y resurrección de muchos de Israel, y una espada traspasará tu alma”. De este modo quiso el Señor mezclar tu gozo con tan triste recuerdo. Rezar Avemaría.

2º. La persecución de Herodes y la huída a Egipto (Mt. 2, 13-15) ¡Oh Virgen querida!, quiero

acompañarte en las fatigas, trabajos y sobresaltos que sufriste al huir a Egipto en compañía de

San José para poner a salvo la vida del Niño Dios. Rezar Avemaría.

3º. Jesús perdido en el Templo, por tres días (Lc. 2, 41-50) ¡Virgen Inmaculada! ¿Quién podrá pasar y calcular tormento que ocasionó la pérdida de Jesús y las lágrimas derramadas en aquellos tres largos días? Déjame, Virgen mía, que yo las recoja, las guarde en mi corazón y me sirva de holocausto y agradecimiento para contigo. Rezar Avemaría.

4º. María encuentra a Jesús, cargado con la Cruz (Vía Crucis, 4ª estación) Verdaderamente,

calle de la amargura fue aquella en que encontraste a Jesús tan sucio, afeado y desgarrado,

cargado con la cruz que se hizo responsable de todos los pecados de los hombres, cometidos y por cometer. ¡Pobre Madre! Quiero consolarte enjugando tus lágrimas con mi amor. Rezar Avemaría.

5º. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor (Jn. 19, 17-30) María, Reina de los mártires, el

dolor y el amor son la fuerza que los lleva tras Jesús, ¡qué horrible tormento al contemplar la crueldad de aquellos esbirros del infierno traspasando con duros clavos los pies y manos del salvador!

Todo lo sufriste por mi amor. Gracias, Madre mía, gracias. Rezar Avemaría.

6º. María recibe a Jesús bajado de la Cruz (Mc. 15, 42-46) Jesús muerto en brazos de María.

¿Qué sentías Madre? ¿Recordabas cuando Él era pequeño y lo acurrucabas en tus brazos?

Por este dolor te pido, Madre mía, morir entre tus brazos. Rezar Avemaría.

7º. La sepultura de Jesús (Jn. 19, 38-42) Acompañas a tu Hijo al sepulcro y debes dejarlo

allí, solo. Ahora tu dolor aumenta, tienes que volver entre los hombres, los que te hemos matado al Hijo, porque Él murió por todos nuestros pecados. Y Tú nos perdonas y nos amas. Madre mía perdón, misericordia. Rezar Avemaría.

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