sábado, 31 de mayo de 2014


Con María, recordando la Ascensión
La Ascensión es final y, al mismo tiempo, comienzo y promesa, camino y esperanza... 
Autor: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net


Cuarenta largos y extraordinarios días han trascurrido, Madre querida, desde el glorioso Domingo de Pascua.

Durante este tiempo, tu humilde corazón de madre repasó una y otra vez sus tesoros escondidos. En ése volver del alma cada acontecimiento vivido cobra ahora, sentido diferente. Pero tú, dulce Madre, a pesar de ser la elegida, la llena de gracia, la saludada por los ángeles y por los creyentes, tú no quieres brillar por esos días, pues Aquél cuya luz es inextinguible aún debe terminar la labor por la que había bajado del cielo a habitar en tu purísimo vientre. Por eso te mantienes casi oculta, limitándote a ser una presencia orante en la Iglesia naciente. Así te encuentro en los Evangelios, pero... necesito que me cuentes, Señora, lo que ha sido para ti el día de la Ascensión.

Y cierro los ojos tratando de imaginar tu rostro, tu mirada, tu voz serena que me responde al alma.

El día de la Ascensión fue el final ansiado, presentido, mas nunca totalmente imaginado por mí, de la historia de amor más bella que jamás haya existido. Una historia de amor que comenzó un día, ya lejano, y al mismo tiempo tan cercano, en Nazaret. Una historia que trascurrió durante treinta años, en el silencio y sumisión a mi amor materno, de Aquél por quien el mundo debía salvarse.

- ¡Ah, Señora!, en esa sumisión a ti Jesús glorificó grandemente al Padre, por ello es que tus hijos glorificamos al Padre sometiéndonos a ti (1).

Sonríes...

Tu mirada se pierde ahora en la lejanía.

Como te decía, la Ascensión es final y, al mismo tiempo, comienzo y promesa, camino y esperanza... por esos días Jesús se aparecía a sus amigos y les daba, con la fuerza extraordinaria de quien es la Verdad, los últimos consejos, las últimas recomendaciones, y les regalaba al alma, las más hermosas promesas.

Recuerdo claramente el día de su partida... era casi mediodía, el sol brillaba con fuerza, y hasta casi con alegría. Mi Hijo caminaba cerca de Betania con sus amigos, les pedía que fuesen hasta los confines de la tierra enseñando su Palabra. Su voz sonaba segura, serena, protectora, especialmente cuando les entregó aquella promesa que sería luego manantial de fe y esperanza para tantos hijos de mi alma..." Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo"

Yo presentía la partida... y Él sabía que necesitaba abrazarlo... como cuando era pequeño, como cuando le hallamos en el Templo, luego de aquella lejana angustia. Él lo sabía y vino hasta mí, me miró con ternura infinita y me abrazó fuerte, muy fuerte, y susurró a mis oídos...:

- Gracias Madre, gracias... gracias por tu entrega generosa, por tu confianza sin límites, por tu humildad ejemplar... gracias.

Cuando se alejaba ya de mí se acercó Juan, el discípulo a quien Jesús amaba mucho. Entonces el Maestro le dijo, mirándome:

- Cuídala Juan, cuídala y hónrala... protégela y escúchala. Ella será para ti, y para todos, camino corto, seguro y cierto hasta mi corazón. Hónrala Juan, pues haciéndolo... me honras.

- Lo haré, Maestro, lo haré...- contestó Juan desde lo más profundo de su corazón.

Jesús y Juan volvieron con los demás. En ese momento mi Hijo, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos y subió al cielo ante sus ojos y una nube comenzó a cubrirlo, delicadamente.

Los apóstoles se arrodillaron ante Él.
Mientras yo levantaba mi mano en señal de despedida y mis ojos se llenaban de lágrimas, sentí que me miraba... y su mirada me hablaba...


- ¿Qué te decía, Señora? ¿Qué te decía Jesús mientras partía?

- Espérame, Madre, enviaré por ti... espérame...
Ay! Hija mía, mi corazón rebosaba de gozo. En tanto los amigos de Jesús miraban fijamente al cielo, como extasiados. En ese momento se acercaron a ellos dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: Hombres de Galilea, ¿Por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir( Hch 1,11)

Los hombres tardaron un rato en reaccionar, luego, uno a uno, se fueron acercando a mí.

- Debemos volver a Jerusalén, tal como Él lo pidió- dijo Pedro, quien sentía que debía velar por esa Iglesia naciente, hasta en el más mínimo detalle.

Los demás asintieron. Volvimos y subimos a la habitación superior de la casa. Nos sentamos todos. Pedro comenzó a recitar, emocionado, la oración que Jesús nos enseñó, al finalizar dijo:

- Hermanos, permanezcamos en oración hasta que llegue el día en que, según la promesa de Cristo, seamos bautizados con el Espíritu Santo.

Yo me retiré a prepararles algo para comer. Juan se acercó y me abrazó largamente. Yo sentía que comenzaba a amarlos como a mis hijos... me sentía madre... intensamente madre... y nacía en mí una necesidad imperiosa de repetir a cada hijo del alma, aquellas palabras que pronunciara en Caná de Galilea:...Hagan todo lo que él les diga( Jn 2,5)

Así nos quedamos, hija, nos quedamos todos esperando Pentecostés, la Iglesia primera, en una humilde casa de Jerusalén.

Espero haber contestado lo que tu alma me preguntó...


-Claro, Madre amada, claro que sí, como siempre, eres para tus hijos modelo de virtud, camino seguro hacia Jesús... compañera y amiga . Una vez más y millones de veces te lo diría, gracias, gracias por haber aceptado ser nuestra mamá, gracias por ocuparte de cada detalle relacionado a la salvación de nuestras almas, gracias por enseñarnos como honrarte, porque haciéndolo, honramos a Jesús... gracias por defendernos en el peligro... gracias por ser compañera, compañera, compañera...

Ahora, Santa Madre, debes enseñarnos a esperar, adecuadamente, Pentecostés.

Amigos que leen estas líneas, María ansía entrar a sus corazones para contarles las maravillas de Pentecostés... háganle sitio... es la mejor decisión que pueden tomar... no lo duden jamás...

___________________________

(1) San Luis María Grignon de Montfort "Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen" pag 94. Edit. Esin, S.A. -1999

NOTA

"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna."

viernes, 30 de mayo de 2014


Hacia nuestra propia ascensión
Algún día nos encontraremos en el cielo, lo mismo que ahora estamos reunidos en la tierra. 
Autor: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Retiros y homilías del Padre Nicolás Schwizer

¿Cómo está Cristo con nosotros, en nuestra tierra?

Cristo está presente. Cristo está aquí, en la tierra, con nosotros, y ya no nos abandonará jamás. Está presente en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía. Está presente en la comunidad cristiana. Está presente en nuestro corazón que es un templo de Cristo y del Dios Trino

La Ascensión del Señor, nos quiere revelar algo más que su presencia invisible en medio de nosotros. Nos revela cómo se va a acabar nuestro destino, nuestra vida terrenal. Creo que ésta es una pregunta que nos inquieta a todos. Y la fiesta de la Ascensión del Señor nos da la respuesta: nuestro final será una ascensión.

Algún día nos encontraremos en el cielo, lo mismo que ahora estamos reunidos en la tierra. Nuestra presencia en cada misa dominical, no hace más que prefigurar, anunciar y preparar esa gran asamblea final en torno al Señor. Al final de la misa la vida nos dispersará; pero será solo algo transitorio, hasta que llegue la hora de nuestra ascensión final.

Todo es transitorio: alegrías, tristezas, bienes...
Porque todo lo que pasa aquí abajo en esta tierra es transitorio. Cuántas veces nos desanimamos por cualquier contrariedad, cualquier sufrimiento y cruz, diciendo: no es posible que Dios exista y permita estas cosas; no es posible que Dios dirija nuestra vida y que la transforme de esta manera. Sí, es verdad que las cosas no nos resultan siempre fáciles. Pero esperemos, tengamos paciencia, no juzguemos hasta haber visto el final. Porque sabemos ya por experiencia que después de la Pasión y del Calvario viene siempre la Resurrección y la Ascensión.

Por eso, toda tristeza es transitoria. Somos desgraciados, pero solamente por un tiempo breve.

¿Por qué recé y no me escuchó Dios? Porque Dios se reserva el derecho de darme muchas cosas y mucho mejores que las que yo me atreví a pedirle.
¿Por qué sigo enfermo, sin fuerzas? Porque pronto quedaré curado para siempre.
¿Por qué tengo que lamentar la muerte de una persona querida?

¿O por qué la vida me separa de los únicos con quienes me gusta vivir? Porque pronto me encontraré reunido para siempre.

También la alegría, toda alegría de este mundo, es pasajera. Los hijos saben que no pueden tener siempre consigo a sus padres. Los padres saben también que no guardarán para siempre a sus pequeños. Y lo mismo la mujer a su marido, el marido a su mujer, y así todas las personas que se aman. No existe más que un solo lugar definitivo en el que nos juntaremos para siempre, y este sitio no está aquí abajo en esta tierra.

Lo mismo con nuestros bienes: No podemos llevarlos con nosotros: los perderemos todos. Algún día, nuestras manos se abrirán para entregarlos todo. Hoy todavía estamos a tiempo de abrirlas para ofrecerlos libremente. Porque todo lo que no ofrezcamos a Dios, lo vamos a perder.

Llevar el mundo a Dios. En todas las Misas, ofrecemos un poco de pan, un poco de vino - en representación de nosotros mismos, de nuestras vidas, de nuestros trabajos, de nuestros bienes. Y el sacerdote tomará todo esto y luego lo consagrará llevándolo al mundo de Dios.

Así en cada una de nuestras Misas, un poco de nuestro mundo pasa a formar parte del mundo del otro mundo.
En cada una de las Misas, tiene lugar la ascensión de un poco de tierra al cielo.
En cada una de las Misas, los cristianos, estamos invitados a elevarnos, a separarnos un poco de la tierra, a dar un paso hacia el mundo de Dios.

Preguntas para la reflexión

1. ¿He pensado en mi propia ascensión?
2. ¿Qué me costaría dejar hoy: mis bienes...?
3. ¿Vivo como si nunca fuera a dejar este mundo?

jueves, 29 de mayo de 2014

«En Tierra Santa esperan contra toda esperanza»

28 de may de 2014
Texto completo de la catequesis del Papa de hoy, dedicada a su peregrinación a Tierra Santa
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

En los últimos días, como ustedes saben, peregriné a Tierra Santa. Ha sido un gran don para la Iglesia, y le doy gracias a Dios. Él me guió en aquella Tierra bendita, ¡tierra bendita! que vio la presencia histórica de Jesús y donde se han verificado eventos fundamentales para el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Deseo renovar mi cordial agradecimiento a Su Beatitud el Patriarca Fouad Twal, a los obispos de los diversos ritos, a los sacerdotes, a los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa. ¡Pero estos franciscanos son buenos! El trabajo de ellos, los que ellos hacen es buenísimo. Mi gratitud se dirige también a la Autoridades de Jordania, de Israel y Palestina, que me acogieron con tanta cortesía, diría también con amistad, así como a todos los que han colaborado para lograr la visita.
1. El propósito principal de esta peregrinación fue conmemorar el 50 aniversario del histórico encuentro entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras. Aquella fue la primera vez que un sucesor de Pedro visitó Tierra Santa: Pablo VI inauguraba así, durante el Concilio Vaticano II, los viajes extra italianos de los Papas en la época contemporánea. Ese gesto profético del Obispo de Roma y del Patriarca de Constantinopla marcó un hito en el camino sufrido pero prometedor para la unidad de todos los cristianos, que desde entonces ha logrado avances significativos. Por esto es que mi encuentro con Su Santidad Bartolomé, amado hermano en Cristo, ha representado el punto culminante de la visita. Juntos rezamos en el Sepulcro de Jesús, y con nosotros estaban el Patriarca Greco-Ortodoxo de Jerusalén, Teófilo III y el Patriarca Armenio Apostólico Nourhan, así como arzobispos y obispos de diferentes iglesias y comunidades, autoridades civiles y muchos de los fieles. En aquel lugar donde resonó el anuncio de la Resurrección, sentimos toda la amargura y el sufrimiento de las divisiones que aún existen entre los discípulos de Cristo. Y de verdad esto hace tanto mal, mal al corazón ¡estamos todavía divididos! En aquel lugar donde precisamente ha resonado el anuncio de la resurrección, donde Jesús nos da la vida, ¡todavía nosotros estamos un poco divididos!
Pero, sobre todo, en aquella celebración, cargada de mutua fraternidad, de estima y de afecto, percibimos, fuerte, la voz del Buen Pastor Resucitado, que quiere hacer de todas sus ovejas un solo rebaño; sentimos el deseo de sanar las heridas aún abiertas y proseguir con tenacidad el camino hacia la plena comunión. Una vez más, como lo han hecho los Papas anteriores, yo pido perdón por lo que nosotros hemos hecho para favorecer esta división y pido al Espíritu Santo que nos ayude a sanar las heridas que nosotros hemos provocado a los otros hermanos. Todos somos hermanos en Cristo y con el Patriarca Bartolomé somos amigos, hermanos y hemos compartido las ganas de caminar juntos, de hacer todo lo que desde hoy podemos hacer, rezar juntos, trabajar juntos por el rebaño de Dios, buscar la paz, custodiar la creación. Tantas cosas que tenemos en común. Y como hermanos tenemos que seguir adelante.
2. Otro de los propósitos de esta peregrinación fue el de animar, en aquella región, el camino hacia la paz, que es al mismo tiempo un don de Dios y compromiso de los hombres. Lo hice en Jordania, Palestina, e Israel. Y lo hice siempre como peregrino, en el nombre de Dios y del hombre, llevando en el corazón una gran compasión por los hijos de aquella Tierra ¡que desde hace demasiado tiempo conviven con la guerra y que tienen el derecho de conocer finalmente días de paz!
Por ello insté a los fieles cristianos a dejarse "ungir" con corazón abierto y dócil por el Espíritu Santo, para ser cada vez más capaces de gestos de humildad, de fraternidad y de reconciliación.¡Humildad, fraternidad, reconciliación! El Espíritu hace posible tomar estas actitudes en la vida cotidiana, con personas de diferentes culturas y religiones, para llegar a ser así "artesanos" de la paz. La paz se construye artesanalmente. No hay industrias de paz. Se hace cada día artesanalmente y también con el corazón abierto para que venga el donde Dios. Por esto, he exhortado a los fieles cristianos a dejarse ungir.
En Jordania di las gracias a las Autoridades y al pueblo por sus esfuerzos en la acogida de numerosos refugiados provenientes de las zonas de guerra, un esfuerzo humanitario que merece y requiere el continuo apoyo de la Comunidad internacional. He quedado impresionado por la generosidad del pueblo jordano para recibir a los refugiados, tantos que huyen de la guerra en aquella zona. Que el Señor bendiga este pueblo acogedor, lo bendiga tanto. Y nosotros tenemos que rezar para que el Señor bendiga esta acogida y pedir a todas las instituciones internacionales que ayuden a este pueblo en este trabajo de acogida que realiza. También durante la peregrinación en otros lugares, animé a las Autoridades competentes a que continúen sus esfuerzos para aliviar las tensiones en la zona de Oriente Medio, sobre todo en la martirizada Siria, así como que prosigan con la búsqueda de una justa solución al conflicto palestino-israelí. Por eso invité al Presidente de Israel y al Presidente de Palestina, ambos hombres de paz y constructores de paz, a venir al Vaticano para rezar conmigo por la paz. Y por favor, les pido a ustedes que no nos dejen solos: ¡ustedes recen, recen tanto para que el Señor nos de la paz, nos de la paz en aquella tierra bendita! Cuento con sus oraciones. Recen fuerte en este tiempo, recen tanto para que llegue la paz.
3. Esta peregrinación a Tierra Santa ha sido también ocasión para confirmar en la fe a las comunidades cristianas, que sufren tanto, y expresé la gratitud de toda la Iglesia por la presencia de los cristianos en aquella zona y en todo el Medio Oriente. Estos hermanos nuestros son valientes testigos de esperanza y de caridad, “sal y luz” en aquella Tierra. Con su vida de fe y de oración y con la apreciada actividad educativa y asistencial, ellos obran en favor de la reconciliación y del perdón, contribuyendo al bien común de la sociedad.
Con esta peregrinación, que ha sido una verdadera gracia del Señor, he querido llevar una palabra de esperanza, pero a su vez, ¡también la he recibido! La he recibido de los hermanos y hermanas que esperan “contra toda esperanza” (Rm 4,18), a pesar de tantos sufrimientos, como el de aquellos que han tenido que huir de su propio país a causa de los conflictos; como el de cuántos en diversas partes del mundo, son discriminados y despreciados a causa de su fe en Cristo. ¡Continuemos a estarles cerca! Recemos por ellos y por la paz en Tierra Santa y en todo Medio Oriente. Que la oración de toda la Iglesia sostenga también el camino hacia la plena unidad entre los cristianos, para que el mundo crea en el amor de Dios, que en Jesucristo, ha venido a habitar en medio de nosotros. Y los invito a todos ahora a rezar juntos, a rezar juntos a la Virgen, Reina de la Paz, Reina de la unidad entre los cristianos, la mamá de todos los cristianos: que Ella nos de paz, a todo el mundo, y que Ella nos acompañe en este camino de unidad. (Ave María)...

miércoles, 28 de mayo de 2014

El cielo es tuyo ¿Subes o te quedas?
Al ascender al cielo Jesús no pensaba sólo en su triunfo; quería que todos los hombres subieran con Él a la patria eterna. 
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


¡El domingo dia de la Ascensión del Señor!

¿Qué decir a los hombres sobre ella? ¿Qué te dirás a ti mismo? La Ascensión clava nuestra esperanza de forma inviolada en nuestra propia felicidad eterna. Así como Jesús, tu Hijo, el Hijo de José y María, ha subido con su cuerpo eternizado a la patria de los justos, así el mío y el de mis hermanos, el de todos los fieles que se esfuercen, subirá para nunca bajar, para quedarse para siempre allí.

La Ascensión, además, es un subir, es un superarse de continuo, un no resignarse al muladar. Subir, siempre subir; querer ser otro, distinto, mejor; mejor en lo humano, mejor en lo intelectual y en lo espiritual. Cuando uno se para, se enferma; cuando uno se para definitivamente, ha comenzado a morir. Se impone la lucha diaria, la tenaz conquista de una meta tras otra, hasta alcanzar la última, la añorada cima de ser santo. Esa es mi meta, esa es mi cima. ¿También la tuya?

Al ascender al cielo Jesús no pensaba sólo en su triunfo; quería que todos los hombres subieran con Él a la patria eterna. Había pagado el precio; había escrito el nombre de todos en el cielo, también el tuyo y el mío. El cielo es mío, el cielo es tuyo. ¿Subimos o nos quedamos? ¿Eterno muladar o eterna gloria? Voy a prepararos un lugar. ¡Con qué emoción se lo dijiste! Dios preparando un lugar, tu lugar, en el cielo.

Dios creó al hombre, a ti y a mí, para que, al final, viviéramos eternamente felices en la gloria. Si te salvas, Dios consigue su plan, y tú logras tu sueño. Entonces habrá valido la pena vivir...

¡Con cuanta ilusión Jesús hubiera llevado a la gloria consigo a sus dos compañeros de suplicio! Pero sólo pudo llevarse a uno. Porque el otro no quiso...

Si Cristo pudiese ser infeliz, lloraría eternamente por aquellos que, como a Gestas, no pudo salvar. Jesús lloró sobre Jerusalén, Jesús ha llorado por ti, cuando le has cerrado la puerta de tu alma. Ojalá que esas lágrimas, sumadas a su sangre, logren llevarte al cielo.

Si tú le pides con idéntica sinceridad que el buen ladrón: "Acuérdate de mí, Señor, cuando estés en tu Reino", de seguro escucharás también: "Estarás conmigo en el Paraíso". Y así, el que escribió tu nombre en el cielo podrá, por fin, decir: "Misión cumplida".

Dios es amor. El cielo lo grita.
Lo ha demostrado mil veces y de mil formas. Te lo ha demostrado a ti; se lo ha demostrado a todos los hombres. Se lo ha probado amándoles sin medida, perdonándoles todo y siempre; regalándoles el cielo, dándoles a su Madre. Si no hemos sabido hacerlo, ya es hora de corresponder al amor. No podemos vivir sin amor. La vida sin Él es un penar continuo, una madeja de infelicidad y amarguras. Amar es la respuesta, es el sentido, amar eternamente al que infinitamente nos ha amado.

La ascensión nuestra al cielo será el último peldaño de la escalera; será la etapa final y feliz, sin retorno ni vuelta atrás. Debemos pensar en ella, soñar con ella y poner todos los medios para obtenerla. Todo será muy poco para conquistarla. Después del cielo sólo sigue el cielo. Después del Paraíso ya no hay nada que anhelar o esperar. Todos nuestros anhelos más profundos y entrañables, estarán, por fin, definitivamente cumplidos. Entonces, ¿te interesa el cielo?

¿A quién debo una felicidad tan grande? ¿A qué precio me lo ha conseguido. ¿Qué he hecho hasta ahora por el cielo? ¿Qué hago actualmente para asegurarlo? Y, en adelante, ¿qué pienso hacer?

Al final de la vida lo único que cuenta es lo hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos. "Yo sé que toda la vida humana se gasta y se consume bien o mal, y no hay posible ahorro. Los años son ésos y no más, y la eternidad es lo que sigue a esta vida. Gastarnos por Dios y por nuestros hermanos en Dios es lo razonable y seguro". 

Condenada por apostasía, Meriam da a luz en la cárcel

27 de may de 2014
Lo indicó «The Telegraph». La mujer estaba viviendo con su otro hijo de 20 meses en la celda
La mujer sudanesa que mientras estaba embarazada de ocho meses fue condenada a muerte por haberse negado a renunciar al cristianismo, tuvo un parto en la cárcel y ahora también es madre de una niña.

La mujer de 27 años, Meriam Ibrahim, ya era madre de un niño y tuvo a su hija ayer por la noche en la cárcel, pues no le concedieron el permiso para ir al hospital. Su hijo, que tiene 20 meses, estaba viviendo con ella en la prisión.
Meriam fue arrestada en febrero y después fue condenada a muerte hace algunas semanas porque se negó a abandonar su fe cristiana. Un juez decidió castigarla por apostasía. Meriam, según los acusadores, habría abandonado su fe musulmana, pues su padre era musulmán. Además, el magistrado la condenó a cien azotes por adulterio, ya que se casó con un cristiano en un matrimonio que la “sharía” no considera válido.
Según la reconstrucción de un grupo que lucha por la defensa de los derechos humanos, Christian Solidarity Worldwide, la mujer es hija de un musulmán y una etíope ortodoxa. Pero, como el padre las abandonó cuando tenía seis años, Meriam creció en la fe cristiana.
Hace una semana, el marido de Meriam, Daniel Wani, denunció las condiciones precarias de salud de la mujer, que estaba encadenada a pesar del embarazo. Para la ley, Meriam Ibrahim podrá amamantar durante dos años a su nueva hija, antes de que se cumpla la sentencia.
Sin embargo, diferentes activistas del país esperan que haya una revisión del proceso, pues el «juez local», indican, «ha aplicado la “sharía” sin tener en cuenta las leyes nacionales». Lo indicó Antonella Napoli, presidenta de la asociación “Italians for Darfour”, que desde hace mucho tiempo se ocupa de los derechos humanos en los países africanos.
fuente: Vatican Insider

Pascua y bautismo
En este tiempo de Pascua necesitamos renovar la alegría de haber sido bautizados.
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net



Es una tradición de siglos: tener bautizos en la Vigilia Pascual. Niños o adultos reciben, en esa noche maravillosa, el inmenso regalo del sacramento que los convierte en hijos de Dios.

Hay una relación profunda, íntima, entre la Pascua y el bautismo. El pueblo de Israel pasó entre las aguas al salir de Egipto. Alejarse de la esclavitud y del pecado, conseguir la verdadera liberación, es posible desde la acción de Dios y a través de un nuevo nacimiento.

Lo que prefiguraba el pasó del mar Rojo se hizo realidad en el Calvario, al ofrecer Cristo su Cuerpo y su Sangre para la salvación del mundo; y en la Pascua, con la Resurrección del Señor. ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con Él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva (Rm 6,3 4).

Cristo enseñó claramente la necesidad de un nuevo nacimiento en su famoso diálogo con Nicodemo: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios (Jn 3,5). Ese agua y ese Espíritu están presentes en el Calvario: uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua (Jn 19,34).

Una vez purificados con las aguas de la salvación y rescatados por la misericordia, los que acaban de ser bautizados reciben una vestidura blanca, porque han sido lavados en la Sangre del Cordero (cf. Ap 7,13-14).

Sólo en el bautismo se consigue romper con el pecado y liberarse del dominio del demonio. Sólo entonces inicia una vida nueva, y se entra a formar parte del Pueblo de Dios, de la Iglesia de Cristo.

En el "Catecismo de la Iglesia Católica" encontramos numerosas alusiones a la importancia del bautismo. Un párrafo especialmente denso recoge estas ideas:

Nuestro Señor vinculó el perdón de los pecados a la fe y al Bautismo: Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará (Mc 16,15 16). El Bautismo es el primero y principal sacramento del perdón de los pecados porque nos une a Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación (cf. Rm 4,25), a fin de que vivamos también una vida nueva (Rm 6,4) (n. 977).

En el tiempo de Pascua necesitamos renovar la alegría de haber sido bautizados. A partir del día maravilloso del propio bautismo, nuestra vida llegó a ser distinta: empezamos a pensar, sentir y actuar como criaturas nuevas, como hijos unidos al Hijo, como iluminados por el Espíritu, como miembros de una Iglesia de hermanos que comparten la misma fe y el mis

martes, 27 de mayo de 2014

La reverencia al revés de un Papa que habla con los gestos

26 de may de 2014
Cercanía, amistad, hermandad, oración por los sufrimientos de unos y otros: Papa Francisco en la Tierra Santa ha dado este mensaje. La cita en la estela por las víctimas del terrorismo. El «milagro» en el Santo Sepulcro
Con la tercera y última jornada de su peregrinaje, siguiendo las huellas de Pablo VI y del Patriarca Atenágoras, Papa Francisco está terminando un recorrido breve pero muy intenso. El momento clave de esta jornada fue la memoria de las víctimas del Holocausto, en el Yad Vashem. Allí, Bergoglio con humildad y naturalidad quiso besar la mano a los sobrevivientes del Holocausto que estaban presentes. Quedó atrás el tiempo en el que los que se acercaban al Papa reinante debían arrojarse al suelo para besarle la pantufla. Después, olvidada la pantufla, se pasó al anillo, y lo mismo con los obispos. Y hoy el encuentro personal del Pontífice con los peregrinos al margen de la audiencia general sigue llamándose el “baciamano”.

Durante este viaje, Francisco ha besado la mano del Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomeo I, pero este gesto de afecto y de enorme respeto (que Bergoglio ya había hecho en Santa Marta con algunos sacerdotes ancianos), puede relacionarse de alguna manera al sacramento del sacerdocio y del episcopado: a los sacerdotes y a os obispos se acostumbraba besar las manos. Nunca se había visto (más allá de un gesto con la reina Rania de Jordania hace algunos meses) a un Papa que se detuviera, inclinándose, para besar las manos de laicos, personas con historias diferentes, unidas en su pertenencia al pueblo judío y por haber sobrevivido a la «monstruosidad», a ese «abismo de mal» (como lo definió Francisco, que fue el Holocausto. Un mal que nunca se había manifestado «bajo la bóveda celeste».
Este gesto de humildad refleja la imagen de un Dios que en Jesús se humilló, se anuló y se hizo «siervo a pesar de ser el Señor», como tuvo a bien recordar Francisco hace algunos meses. Las palabras simples y directas, acompañadas por estos gestos, han tenido un efecto arrollador, que ha permitido a Bergoglio ser sí mismo profundamente, sin demasiadas preocupaciones diplomáticas.
Una etapa fuera del programa muy significativa, como la oración en el muro de cemento que separa Cisjordania de Israel, tuvo lugar esta mañana. Francisco quiso detenerse ante la estela por las víctimas del terrorismo. También en ella apoyó la mano. También frente a ella rezó en silencio. Más que una manera para equilibrar un desequilibrio inexistente, la demostración de ser libre, verdaderamente hombre de paz, atento y partícipe del sufrimiento de todas las víctimas. Y, además, que no podrá ser instrumentalizado políticamente por ninguna de las dos partes.
El Papa no habló del muro ni de los muros. Los tocó. Abrazó a los judíos y a los musulmanes. Demostró cercanía con los gestos. El encuentro en el palacio presidencial con Shimon Peres no fue el encuentro entre dos jefes de estado, sino algo más. Y habrá que ver si la iniciativa «creativa» e inesperada del encuentro de oración por la paz en el Vaticano con Peres y Abu Mazen, que no pudo llevarse a cabo en estos días como Francisco habría querido, dará frutos.
Pero el verdadero «milagro» del viaje, que ha pasado comprensiblemente a segundo plano debido a la visita a Belén, a la oración en el muro de división y al anuncio del encuentro, fue lo que sucedió el domingo por la tarde en el Santo Sepulcro, mejor dicho en la Basílica de “Anastasis”, de la resurrección. Francisco, sucesor de Pedro, y Bartolomeo, sucesor de Andrés, se encontraron verdaderamente como hermanos. No fue el resultado de diálogos teológicos, de encuentros cupulares. Una vez más dependió de la valentía y del temperamento de dos personas que quisieron osar. Dos personas que habrían osado mucho más, pero que saben que no pueden hacerlo debido a las resistencias que existen en sus Iglesias.
A pesar de haberse separado en la práctica, dijo el Patriarca Atenágoras (que deseaba con fuerza el abrazo con Pablo VI de hace 50 años), «en la práctica debemos reencontrarnos y reunirnos. Esta praxis debe ser permeada por el amor de Cristo, como fue caracterizado en su esencia por el apóstol Pablo». Al ver a Francisco y Bartolomeo caminar mano en la mano, ayudándose y apoyándose mutuamente, arrodillándose juntos en el lugar más sagrado para los cristianos de cualquier confesión, se precibe que para estos dos sucesores de los apóstoles y sinceros creyentes en Cristo, la unidad y la plena comunión no se logra mediante las alquimias de los debates teológicos, sino con el mutuo reconocimiento de una pertenencia común.
por Andrés Tornielli
fuente: Vatican Insider

domingo, 25 de mayo de 2014

Ser santos
Todo nos debe ayudar.
A veces queremos ser santos pero a nuestra manera, a nuestro parecer, queriendo que nos ocurran algunas cosas pero no otras. Sin embargo debemos aprender a aprovechar TODO lo que nos ocurre en nuestra vida para crecer en santidad. Porque la santidad consiste en hacer coincidir nuestra voluntad con la Voluntad de Dios, y si Dios quiere o permite ciertas cosas que nos desagradan, no nos desanimemos ni nos desesperemos, sino aprovechémoslas como un peldaño para subir hacia Dios, para despreciar lo pasajero del mundo, y entender que no puede ser santo quien no esté dispuesto a padecer.
La santidad sin el dolor es algo imposible, no existe, para el hombre al menos. Podrán ser santos los ángeles del cielo y los espíritus puros. Pero los hombres, todos los hombres, tenemos que pasar por la cruz para ser santos. Si Jesús y María, que eran Santos, tuvieron que experimentar el dolor, nosotros no podemos ser la excepción.
Quien no esté dispuesto a sufrir contratiempos e incomodidades por la santidad, no llegará muy lejos en el camino de la perfección. Cristo nos ha enseñado ese camino, y no existe otro, si no el Señor nos lo hubiera dicho, porque siente compasión de nuestra pobre naturaleza que le cuesta sufrir. Pero no hay otro camino para llegar al Cielo y para ser santo, que el camino regio de la cruz.
Así que dispongamos nuestro corazón a los acontecimientos que sobrevengan en nuestras vidas, porque en el mundo está el demonio, que es quien quiere probarnos para que, descorazonados, nos alejemos de Dios, culpándole de nuestro mal. Y pidamos a Dios a través de la oración, que nos defienda del mal, y del Maligno, para que nuestras pruebas no nos superen y podamos sacar bien del mal que nos hacen las criaturas.

Hay que tener Fe y.........demostrarla.

"Fe y paraguas "
En un pueblito de la zona rural en los años 50, se produjo una larga sequía que amenazaba con dejar en la ruina a todos sus habitantes, debido a que subsistían con el fruto del trabajo del campo. A pesar de que la mayoría de sus habitantes eran creyentes, ante la situación límite, marcharon a ver al cura párroco y le dijeron: - "Padre, si Dios es tan poderoso, pidámosle que envíe la lluvia necesaria para revertir esta angustiosa situación." - "Está bien, le pediremos al Señor, pero deberá haber una condición indispensable." - "¡Díganos cuál es!", respondieron todos. - "Hay que pedírselo con fe, con mucha fe, contestó el sacerdote."
- "¡Así lo haremos, y también vendremos a Misa todos los días!" Los campesinos comenzaron a ir a Misa todos los días, pero las semanas transcurrían y la esperada lluvia no se hacía presente. Un día, fueron todos a enfrentar al párroco y reclamarle: - "Padre, usted nos dijo que si le pedíamos con fe a Dios que enviara las lluvias, El iba a acceder a nuestras peticiones. Pero ya van varias semanas y no obtenemos respuesta alguna." - "¿Seguro que han  pedido ustedes con fe verdadera?", les preguntó el párroco. - "¡Sí, por supuesto!", respondieron al unísono. - "Entonces, si dicen haber pedido con "Fe Verdadera"... ¿porqué durante todos estos días ni uno solo de ustedes HA TRAÍDO EL PARAGUAS?                                       Autor Desconocido 

Les ofrezco mi casa para rezar los tres juntos por la paz

25 de may de 2014
El Papa invita a los presidentes palestino e israelí a rezar en el Vaticano por la paz
Después del rezo del Regina Coeli, al concluir la Santa Misa, el Papa Francisco invitó a los mandatarios del Estado de Palestina y de Israel a rezar con él por la paz, en su casa en el Vaticano. Este es el texto completo de la invitación del Papa Francisco a los mandatarios palestino e israelí:

«Señor Presidente Mahmoud Abbas, en este lugar donde nació el Príncipe de la paz, deseo invitarle a usted y al Señor Presidente Shimon Peres, a que elevemos juntos una intensa oración pidiendo a Dios el don de la paz. Ofrezco la posibilidad de acoger este encuentro de oración en mi casa, en el Vaticano.
Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla. Y todos tenemos el deber, especialmente los que están al servicio de sus pueblos, de ser instrumentos y constructores de la paz, sobre todo con la oración.
Construir la paz es difícil, pero vivir sin ella es un tormento. Los hombres y mujeres de esta tierra y de todo el mundo nos piden presentar a Dios sus anhelos de paz».

sábado, 24 de mayo de 2014

Saber persignarse.

¿Cuantas veces nos persignamos  de manera torpe o atropellada?
¿Han visto cuadrarse ante un superior a un legionario español o un regular del Ejército español por ejemplo, como marca el saludo, como realiza el saludo colocando com es debido el brazo y la mano al saludar?
 ¿Por qué hacemos la señal de la Cruz en " minúsculas " , es que nos da vergüenza ?

Dicen que daba gusto ver hacer la señal de la Cruz a santa Bernadette, la vidente de Lourdes. Claro que tuvo a la más Excelsa Maestra, a Nuestra Señora.  ¡Quien tuviera tal Maestra en esta y otras cuestiones!
Yo tengo santa envidia de poder hacer la señal de la Cruz con tal devoción.
Hagamos un esfuerzo por realizarla con devoción, lentamente  de la frente al pecho y del hombro izquierdo al  derecho siendo conscientes de lo que significa: es la señal del cristiano, del seguidor o seguidora de Cristo, supone ponernos en la Presencia de la Santísima Trinidad:" en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espiriyu Santo" y pedir su auxilio: " por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, libramos Señor Dios Nuestro, en el Nombre del Padre, ....."
Y hágamoslo al salir de casa, al ver una imagen santa en nuestras calles, al pasar por una iglesia
. ¿ qué trabajo cuesta decir al pasar por la iglesia de paso a nuestras cosas un " Ave María Purísima"

o un " Jesús, Tu que estas ahí dentro con todo tu Cuerpo, con toda tu Sangre y con toda tu Divinidad en el  Santísimo Sacramento del Altar, te quiero, ayúdame no me desampares"
Santa Bernadette ayúdame a persignarme de forma agradable a Dios y a Nuestra Madre.
Ave María Purísima.
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu  Santo. Amén
María, eres mi madre y mi maestra
Es María Santísima quien me abre la puerta del Corazón de Jesús, quien me enseña a amarlo. 
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net



¡Oh, María, no sólo eres mi madre, sino también mi maestra, y quiero ser una obra maestra en tus manos! Alfarera divina, estoy ante ti como un cantarillo roto, pero con mi mismo barro puedes hacer otro a tu gusto. ¡Hazlo! Toma mi barro, el barro de mis dificultades, de mis problemas, de mis defectos, de mis pecados. Toma ese barro, ese barro que se ha deshecho tantas veces por obra de Satanás, del mundo, de las tentaciones, de la carne, y construye otro cantarillo nuevo, mejor que el del principio. Quiero ser santo en tu escuela, María; quiero ser un gran sacerdote en tu escuela, quiero ser un gran apóstol en tu escuela, María de Nazaret.

Quiero, en la escuela de María de Nazaret, aprender el arte de vivir. Maestra, sobre todo, del amor a Jesús. Si en algo ella ha sido maestra, ha sido en el amor. Por eso, si es el amor el que nos va a salvar, el único que nos va a salvar, nos importa ir a esa escuela donde hay una maestra sublime, excelsa, en el arte, precisamente, de amar. Ninguna criatura ha amado tanto, y tan bien como María, a Dios. Ninguna criatura ha amado y ama a los hombres como Ella, porque es su Madre. Por tanto, Ella es la persona que mejor nos puede enseñar a nosotros a amar.

Se es fiel, sólo por amor. Se es auténticamente feliz, sólo en el amor. Se es idéntico, sólo amando. Si esto es verdad, la gran fuerza, la única fuerza, capaz de arrancarnos de nuestro egoísmo y lanzarnos hacia Dios y hacia nuestros hermanos, es el amor. Pues bien, María de Nazaret tiene una escuela de amor. Es una maestra insigne, y a nosotros, sus hijos predilectos, nadie mejor que Ella nos puede enseñar el amor.

María, se ha dicho, es el camino más corto y más hermoso para llegar a Jesús. El camino más fácil para conocer al Hijo es el corazón de su Madre. Yo tendré un santo orgullo en decir que fue María Santísima quien me abrió la puerta del Corazón de Jesús. Quien me enseñó a amarlo.

Decía San Pablo, también, "¿Quién me arrancará del amor a Cristo?" Yo quiero decir lo mismo, pero añadir también estas palabras: "¿Quién me arrancará del amor a mi Madre?." Un santo decía:" "Creo en mi nada unida a Cristo". Yo también quiero decirlo: "Creo en mi nada unida a Cristo." Pero también quiero decir: "creo en mi nada unida a María Santísima".

viernes, 23 de mayo de 2014


Hoy voy a hablar contigo de Ella, de tu Madre, de mi Madre
Es mayo, Señor, y la Iglesia que tu fundaste le ha dedicado este mes a María. Señor, Jesús, gracias porque tu Madre es mi Madre. 
Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net


Es mayo, Señor, y la Iglesia que tu fundaste le ha dedicado este mes a María.

Vengo ante ti, la Capilla está vacía y en este silencio y soledad encuentro el momento propicio para hablar un rato contigo... podemos hablar de muchas cosas.... y traigo en el alma tantas penas, tantas preocupaciones, tantos desvelos, todos encerrados en mi "pequeño mundo", pero no. Hoy no te voy a hablar de mi, tu me conoces, tu lo sabes todo, Señor..

Hoy voy a hablar contigo de Ella, de tu Madre, de mi Madre, porque tu me la diste, me la entregaste desde la Cruz donde ya estabas a punto de morir.

Los brazos de María son los primeros que te arroparon allá, en una noche fría pero la más bella y buena de todas las noches y así empezaste a conocer lo que es el amor y el calor de una madre. Después atravesaste montañas y pueblos, siempre arropado en los brazos de una mujer, tu madre, que con el corazón de latir asustado, huía a otras tierras para proteger tu vida.

Tiempo después la vuelta y la vida tranquila, sencilla y humilde en la aldea de Nazaret... ¿Te acuerdas, Jesús del pozo donde la acompañabas a buscar el agua? ¿Te acuerdas de sus risas, de la mirada de sus ojos dulces y hermosos, desbordada de amor e infinita ternura?...¡Qué bonitos días, cuánta paz, cuánto amor!.

Tu crecías.... te estabas convirtiendo en un jovencito y Ella siempre a tu lado. Fuieste con tu "padre" y Ella a Jerusalém, entraste en el Templo y por aquel "misterioso mandato" te quedaste a participar en las discusiones de los grandes pensadores... y te dolía el corazón porque sabías del dolor de "esos dos seres" tan amados al vivir la zozobra de tu ausencia.... pero es que ya estabas empezando a cumplir tu misión...

Después volviste con "ellos" y ¡qué años tan inolvidables y hermosos! ¡Qué unión, qué felicidad, qué hogar tan pleno de armonía y de amor!. Cuántas veces la mirarías en el quehacer de las labores en la humilde casa, a la hora de estar reunidos en la comida, en la oración, desbordándose tu amor de hijo en aquella dulce y tierna mujer, sencilla pero con dignidad de reina, alegre y dispuesta... ¡cuánto te quería, cuánto la amabas... ¿Te acuerdas Jesús? Y un día la viste llorar... José, "tu padre" había muerto, Ella lo amaba mucho y lloraba...y tus brazos la rodearon y Ella apoyando su cabeza en tu pecho encontró, a pesar de su dolor, la paz.

El tiempo pasó y llegó el día...Día en que habías de "saber decir adiós" y tenías un nudo en la garganta pero la viste a Ella con el brillo de las lágrimas en los ojos, pero serena, otra vez "el fiat" en su corazón, esclava a la voluntad de Dios, pero con la dignidad de reina y señora despedirte con el más fuerte y amoroso de los abrazos, de unos brazos que tal vez no te volverían a envolver y apretar contra su corazón hasta que te entregaran en ellos después de bajarte de la cruz...¡qué despedida, Jesús, qué despedida!. Así los dos nos enseñasteis a "saber decir adiós."

Seguro que alguna vez regresaste para verla y estar con Ella pero... tu Misión había comenzado y ya no "eras suyo".

Después tu subiste al Calvario y Ella lo subió contigo para estar al pie de la cruz. ¡Jesús, si habías tenido todos los más crueles sufrimientos que un hombre puede tener, creo que ninguno pudo atormentar tu corazón como el volverla a ver en aquellos momentos! y nos la diste por Madre para que sus brazos, ya sin ti, pudieran abrazar a toda la Humanidad y en ella, a mí!. ¡Gracias, Jesús!.

¡Aleluya, Aleluya!. Otra vez Tu y Ella abrazados. ¡Madre querida, aquí estoy, he resucitado! ¿Te acuerdas, Jesús?. ¡No hubo una mañana más hermosa para Ti y para Ella!.

Y después el tiempo pasó...y un día, un día muy especial, Ella subió al cielo para estar contigo, con San José, con los Santos y los ángeles en la infinita y gloriosa presencia de Dios.

Estamos en el mes de mayo, Jesús, y hemos hecho un pequeño recuerdo de esa gran mujer, ejemplo de todas las madres del mundo: Estrella de la mañana, Reina de los ángeles, Virgen fiel, Virgen misericordiosa, Puerta del Cielo, Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Reina de la Paz....

Señor, Jesús, gracias porque tu Madre es mi Madre.

Santa María, ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

También en este mes festejamos el Día de la Madre. Las que partieron y nos siguen amando desde el Cielo y las que todavía están con nosotros sabemos que no hay un amor como ese amor, que es el que más se asemeja al de nuestro Padre Dios, pues lo da todo sin pedir nada a cambio, tal vez, si, una sola cosa, al igual que el Señor..... ¡que las amemos!. 

Cuando explotamos la creación, ¡destruimos el signo de amor de Dios!

22 de may de 2014
Catequesis del miércoles, dedicada al don de Ciencia
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

hoy queremos resaltar otro don del Espíritu Santo, el don de ciencia. Cuando se habla de ciencia, el pensamiento va inmediatamente a la capacidad del hombre de conocer siempre mejor la realidad que lo circunda y de descubrir las leyes que regulan la naturaleza y el universo. Pero la ciencia que viene del Espíritu Santo no se limita al conocimiento humano: es un don especial que nos lleva a percibir, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su relación profunda con cada criatura.
1- Cuando nuestros ojos son iluminados por el Espíritu Santo, se abren a la contemplación de Dios, en la belleza de la naturaleza y en la grandiosidad del cosmos, y nos llevan a descubrir cómo cada cosa nos habla de Él, cada cosa nos habla de su amor. ¡Todo esto suscita en nosotros gran estupor y un profundo sentido de gratitud! Es la sensación que sentimos también cuando admiramos una obra de arte o cualquier maravilla que sea fruto del ingenio y de la creatividad del hombre: de frente a todo esto, el Espíritu nos lleva a alabar al Señor desde lo profundo de nuestro corazón y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un don inestimable de Dios y un signo de su infinito amor por nosotros.
2- En el primer capítulo del Génesis, precisamente al inicio de toda la Biblia, se pone en evidencia que Dios se complace de su creación, subrayando repetidamente la belleza y la bondad de cada cosa. Al final de cada jornada, está escrito: “Dios vio que era cosa buena” (1,12.18.21.25). Pero si Dios ve que la creación es una cosa buena y una cosa bella, también nosotros tenemos que tener esta actitud: de ver que la creación es cosa buena y bella. Y con el don de la ciencia, por esta belleza, alabamos a Dios, agradecemos a Dios por habernos dado ¡tanta belleza! Y este es el camino. Y cuando Dios terminó de crear al hombre no dijo “vio que era cosa buena”, dijo que era “muy buena”, nos acerca a Él. Y a los ojos de Dios nosotros somos lo más bello, lo más grande, lo más bueno de la creación. Pero padre, ¿los ángeles? ¡No! Los ángeles están más abajo nuestro, ¡nosotros somos más que los ángeles! Lo escuchamos en el libro de los Salmos. ¡Nos quiere el Señor! Debemos agradecerle por esto.
El don de la ciencia nos pone en profunda sintonía con la Creación y nos hace partícipes de la limpidez de su mirada y de su juicio. Y es en esta perspectiva que logramos captar en el hombre y en la mujer el culmen de la creación, como cumplimiento de un designio de amor que está impreso en cada uno de nosotros y que nos hace reconocernos como hermanos y hermanas.
3. Todo esto es fuente de serenidad y de paz y hace del cristiano un gozoso testigo de Dios, en las huellas de San Francisco de Asís y otros muchos santos que supieron alabar y cantar su amor a través de la contemplación de la creación. Al mismo tiempo, sin embargo, el don de ciencia nos ayuda a no caer en algunas actitudes excesivas o equivocadas. El primero es el riesgo de considerarnos dueños de la creación. Porque la creación no es una propiedad, que podemos gobernar a voluntad; ni mucho menos, es una propiedad de sólo algunos pocos: la creación es un regalo, es un don maravilloso que Dios nos ha dado, para que lo cuidemos y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con gran respeto y gratitud.
La segunda actitud equivocada es la tentación de quedarnos en las criaturas, como si éstas pudieran ofrecer la respuesta a todas nuestras expectativas. Y el Espíritu Santo con el don de la ciencia nos ayuda a no caer en esto.
Pero yo quisiera volver a la primera vía equivocada “cuidar la creación”, no "adueñarse de la creación". Debemos cuidar la creación, es un don que el Señor nos ha dado, para nosotros, ¡es el regalo de Dios a nosotros! Nosotros somos custodios de la creación, pero cuando nosotros explotamos la creación, ¡destruimos el signo de amor de Dios! Destruir la creación es decir a Dios: “no me gusta, esto no es bueno”. ¿Y qué te gusta a ti? Me gusto a mí mismo: ¡éste es el pecado! ¿Han visto? La custodia de la creación es precisamente la custodia del don de Dios. Y también es decir al Señor: “gracias, yo soy el dueño de la creación. Pero para hacerla seguir adelante yo no destruiré jamás tu don”.
Y esta debe ser nuestra actitud con respecto a la creación. Custodiarla, porque si nosotros destruimos la creación, la creación nos destruirá. No olviden esto.
Una vez, yo estaba en el campo y escuché un dicho de parte de una persona simple, a la cual le gustaban tanto las flores y él cuidaba estas flores y me dijo: “debemos custodiar estas bellas cosas que Dios nos ha dado. La creación es para nosotros; para que nosotros la aprovechemos bien. No explotarla, custodiarla. “Porque, ¿usted sabe padre?” – así me dijo – “Dios perdona siempre”. Sí, y esto es verdad, Dios perdona siempre. “Nosotros seres humanos, hombres y mujeres, perdonamos algunas veces” . Y sí, algunas no perdonamos. “Pero la naturaleza, padre, no perdona jamás y si tú no la cuidas, ella te destruirá”.
Esto debe hacernos pensar y pedir al Espíritu Santo: este don de la ciencia para entender bien que la creación es el más hermoso regalo de Dios. Que Él ha dicho: esto es bueno, esto es bueno, esto es bueno y este es el regalo para lo más bueno que he creado, que es la persona humana. Gracias.

jueves, 22 de mayo de 2014

¡Olé, Dando testimonio.

«¿Jesús? O era Dios o estaba loco»

21 de may de 2014
El cantante de U2 en una entrevista con una televisora irlandesa: «Rezo a Cristo para llegar a comprender la volundad de Dios»
«¿Jesús? O era Dios o estaba loco». Palabra de Paul Hewson, mejor conocido como Bono Vox, el cantante del grupo U2, que en una entrevista de hace algunos días con la RTE, la televisión nacional irlandesa, afrontó el tema de su relación con la religión. Según el carismático cantante, muy comprometido en el ámbito social, la pregunta fundamental para el cristiano es «¿Quién es Cristo?». «Yo no creo que la cuestión se pueda liquidar diciendo: “un pensador”, un “gran filósofo”. Él afirmó que era el Mesías, el Hijo de Dios, y por este motivo fue crucificado. Desde mi punto de vista o era el Hijo de Dios o se trataba de un loco».

Bono siguió desarrollando su razonamiento: «Me parece difícil imaginar que millones y millones de personas en más de dos mil años hayan sido tocadas por esa presencia, que hayan cambiado sus vidas inspiradas por un loco. No, no lo creo».
El cantante irlandés observó que las Sagradas Escrituras están llenas de «poesía y hechos históricos». En cuanto a su relación con la oración, Bono dijo que rezaba «para llegar a comprender la voluntad de Dios». Y aún más: «La persona de Cristo es mi forma de entender a Dios» Y añadió: «Rezamos con nuestros hijos, leemos las Escrituras, a veces vamos todos juntos a la misa dominical. Normalmente rezamos por las personas que conocemos, sobre todo por las que están combatiendo contra algo, una enfermedad…».
Es decir, concluyó el entrevistador, ¿Bono Vox cree que Jesucristo resucitó de entre los muertos? «Sí», respondió simplemente.
por Mauro Pianta
fuente: Vatican Insider

martes, 20 de mayo de 2014


Urgencias de evangelización
Vale la pena volver la mirada hacia Jesucristo y preguntarle: ¿qué quieres que hagamos?
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net



Muchos bautizados viven confundidos y llenos de dudas. Muchos bautizados no conocen realmente su fe. Muchos bautizados no acuden a misa cada domingo, ni se confiesan cuando han perdido la gracia. Muchos bautizados no saben qué diferencia hay entre pecado mortal y pecado venial, ni distinguen claramente entre el bien y el mal en temas de importancia

Hablar de nueva evangelización sin tener presente lo anterior es como hablar del tiempo sin mirar las señales del cielo y sin tener en cuenta los partes meteorológicos (cuando son buenos, claro). Porque es muy fácil idear proyectos evangelizadores llenos de ideas nuevas, pero no es tan fácil "aterrizar" y tocar los problemas concretos de millones de bautizados.

El mundo vive una urgencia de evangelización. Después de 2000 años, el Evangelio de Cristo está lejos de muchos corazones. En otros, hubo un tiempo en el que brilló el mensaje del Maestro para luego eclipsarse bajo el espejismo de ideas falsas o de avaricias destructoras, como vemos explicado en la parábola del sembrador (cf. Mc 4,5-20).

Por eso, vale la pena volver la mirada hacia Jesucristo y preguntarle: ¿qué quieres que hagamos? ¿Cómo llevar tu Amor a tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿Qué puedo hacer ahora, entre familiares y amigos, conocidos y contactos?

Si me abro a la belleza de la fe, si sintonizo con el anhelo del Maestro de incendiar el mundo, me convertiré en un vivo y entusiasta evangelizador, en un enviado que grita, sobre todo con la vida, la gran noticia: Cristo ha muerto y ha resucitado para nuestra salvación, está vivo en medio de la Iglesia católica, y quiere ser amado por todos los hombres y mujeres por quienes ofreció su Sangre en el Calvario.

El «milagro» de Romero

19 de may de 2014
Contado por Madre Lucita, fallecida hace poco. Asistió al asesinato del arzobispo, el 24 de marzo de 1980
María de la Luz Cueva Santana, más conocida como Madre Lucita, fue directora del Hospital de la Divina Providencia donde Oscar Romero vivió los dos últimos años de su vida. Era la última de las hermanas carmelitas que vivieron y trabajaron junto al arzobispo asesinado y ésta fue la última entrevista que concedió, hace cuatro años. Cuando el periodista del diario salvadoreño El Faro, Manuel Valencia, le pregunta si considera santo a Romero, ella contesta: “No tengo ninguna duda”. ¿Y por qué está tan convencida?, insiste el periodista. “Porque lo conocí (…). Era un hombre de una fe y de una oración muy profundas. Todo lo que hacía lo consultaba con Dios antes, arrodillado, para que le diera sabiduría y le dijera qué tenía que hacer” Yo creo –dice Madre Lucita– que Monseñor ha trascendido tanto por su sencillez. A él no le gustaba que se ocuparan de su persona ni que hablaran de él ni que lo elogiaran ni nada de eso. Está ocurriendo –y ríe levemente– lo que a él no le gustaba, que se está dando a conocer por todo el mundo. Como buen periodista, el entrevistador le pregunta entonces si cree que a Romero le hubiera agradado la canonización. “No, por su humildad no le hubiera gustado, pero nadie imaginaba la trascendencia que iba a tener su muerte. Así son las cosas, Dios se encarga de ensalzar a los humildes”.

El punto de vista de Madre Lucita es uno de los más autorizados cuando se habla de Romero. En efecto, lo conoció en el lejano 1966 y sus vidas estuvieron profundamente entrelazadas. Dos años antes había llegado a El Salvador desde México, su país natal, con las hermanas Carmelitas Misioneras de Santa Teresa, para atender a los enfermos de cáncer en el hospital San Rafael, en Santa Tecla.
En la entrevista de Valencia (que después se convirtió en un capítulo del libro “Hablan de Monseñor Romero”, publicado por la “Fundación Monseñor Romero”) Madre Lucita recorre las etapas de su vida. Recuerda que no estaba satisfecha con el trabajo pasivo que realizaban las hermanas en el hospital, entonces “como yo soy algo rebelde y en el San Rafael no teníamos libertad, me propuse hacer un lugar para atenderlos con mayor dignidad”. A principios de 1966 comenzó la construcción de lo que sería el Hospital de la Divina Providencia. Allí la hermana Luz pasó a ser Madre Lucita y en esa misma oportunidad conoció a monseñor Romero.
Historias entrelazadas, decíamos. No es casualidad que el mismo Hospital levantado por Madre Lucita fuera la última casa en la que vivió el arzobispo. Era el 15 de agosto de 1977, día de su cumpleaños, cuando dejó su pequeñísima celda contigua a la sacristía de la capilla. El nuevo alojamiento –tres habitaciones despojadas- fue un regalo de las hermanas y de sus amigos. Madre Lucita contó la anécdota: “Entre todas decidimos construirle la casita porque, cuando recibía visitas, lo hallaban en ese cuarto mínimo. Lo hicimos sin decirle nada. Fue una sorpresa”.
Ambos eran de fuerte personalidad y entablaron una relación de amistad y de respeto mutuo. Monseñor tenía dos facetas en su carácter. Por un lado, la persona áspera y de trato difícil. Por el otro, el altruismo y la bondad infinitas, que Madre Lucita ejemplifica en las horas incontables que pasaba en compañía de los internos del Hospitalito, casi todos ellos enfermos terminales de cáncer. Para todos tenía una palabra de aliento. Le gustaba recurrir a una comparación entre su situación y la de Jesucristo crucificado. La cama era como la cruz, les decía antes de pedirles que ofrecieran sus dolores por la paz del mundo o por la conversión de los pecados.
Cuando el periodista observa que Romero se enojaba como cualquier otra persona, la Madre Lucita le recuerda que Cristo, que era al mismo tiempo Dios y hombre, también tuvo sus momentos de enojo, como en el templo de Jerusalén, cuando tiró las ventas de los mercaderes, les gritó y los expulsó. Por otra parte, a Romero no le gustaban las excesivas confianzas. Madre Lucita recuerda con una sonrisa que en una oportunidad propuso un brindis para celebrar que la radio del arzobispado reanudaba sus transmisiones (esta emisora era la niña de los ojos del obispo) y con el entusiasmo se le escapó un demasiado confianzudo “¡Salud, Oscarito!”. Las hermanas esperaron una reacción de disgusto, pero en cambio dijo amablemente que le había recordado a su mamá, que lo llamaba así, Oscarito.
Era el año 1979, poco antes de su muerte. A fines de ese año Romero recibió la noticia de que la Universidad Católica de Lovaina le había conferido un doctorado honoris causa. La ceremonia estaba prevista para el siguiente mes de febrero. En ese momento El Salvador se encontraba al borde de la guerra civil y a principios de 1980 se produjo una masacre durante una gigantesca manifestación. “Nosotros le dijimos que fuera”, que hiciera el viaje, que cambiara de aire, recuerda Madre Lucita en la entrevista. “Pensamos que le serviría un poquito de descanso, para que viera otras cosas en vez de tanta represión que estaba ocurriendo en El Salvador”. Partió entonces aunque había decidido reducir al mínimo su permanencia en Europa. Tuvo tiempo para encontrarse con Juan Pablo II y después viajó a Bélgica para recibir el prestigioso reconocimiento, pronunciando un discurso que según muchos estudiosos resume su visión del rol de la Iglesia en las sociedades pobres y que leído hoy a la distancia tiene todo el carácter de un testamento espiritual.
Algo más de un mes después cayó bajo el disparo que lo mataría. Fue el 24 de marzo de 1980 a las seis y media de la tarde, cuando monseñor estaba celebrando una de las tantas misas que rezaba en la capilla del hospital desde los años ’60.
Madre Lucita fue testigo ocular del hecho. Ese día había poca gente y ella se encontraba sentada a unos diez metros del altar. Recuerda el disparo, “como si hubiera explotado una bomba”. Monseñor Romero estaba hablando: “Unámonos pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por Doña Sarita y por nosotros…”. El proyectil lo hizo caer como fulminado. Apenas le dio tiempo para agarrarse con una mano al mantel volcando el cáliz y las hostias sobre el altar. El cuerpo quedó tendido a los pies del Jesucristo crucificado. Se produjo un caos y los presentes trataron de esconderse. Después, Madre Lucita y otras hermanas se acercaron. “Yo no sentí miedo, sentí indignación. Y lo que hice en ese primer momento fue tratar de identificar al asesino entre los presentes”.  Alguien gritó: “La sangre de Cristo se ha derramado”. Se llamó a un médico, pero todo fue inútil.
Hoy sigue habiendo dudas sobre lo que realmente ocurrió. Madre Lucita está convencida de que el francotirador estaba dentro de la capilla, que escuchó toda o casi toda la misa. Otras versiones aseguran en cambio que estaba afuera o que dispararon desde el interior de un Volkswagen. Quizá nunca se sepa con certeza quién disparó el arma. Pero ese disparo y ese momento forman, indiscutiblemente, parte de la historia de El Salvador, de esa historia escrita con tinta indeleble.
La entrevista a Madre Lucita concluye con un “milagro”. Cuenta que un día de 1983 Romero se le apareció, poco antes de la inauguración del Hogar para Niños, otra obra en la que Madre Lucita puso todo su esfuerzo y en cuya construcción había participado el mismo Romero donando los diez mil dólares del doctorado honoris causa. “No fue un sueño –le dijo al periodista-. Primero lo vi desde la ventana, caminando. Lo vi natural, como en aquella foto en la que está en el campo, con su sotana blanca. Y luego hablé con él y cuando le conté que no teníamos fondos para continuar la obra, me dijo con su mismo tono de voz: Madre, tenga fe, que va a venir una persona y le va a solucionar”. A los pocos días llegó una persona con un cheque “providencial”, en el verdadero sentido de la palabra. Madre Lucita está completamente segura de que fue la intercesión de monseñor.

lunes, 19 de mayo de 2014

Oraciones de Santa Brígida durante 12 años

Estas oraciones, como le han sido dadas por el Señor a Santa Brígida de Suecia, deben rezarse durante 12 años. Él le prometió a todo el que las rezara las cinco gracias mencionadas más abajo. En caso de que la persona que las rece, muera antes de que pasen los doce años, el Señor aceptará estas oraciones como si se hubieran rezado en su totalidad. Si se salteara un día o un par de días con justa causa, podrán ser compensados luego.
Esta devoción ha sido declarada buena y recomendada tanto por el Sacro Collegiode Propaganda Fidei, como por el Papa Clemente XII. Y el Papa Inocencio X confirmó esta revelación como venida del Señor.

PROMESAS:

1) El alma que las reza no sufrirá ningún Purgatorio.
2) El alma que las reza será aceptada entre los mártires como si hubiera derramado su propia sangre por la fe.
3) El alma que las reza puede elegir a otros tres a quienes Jesús mantendrá luego en un estado de gracia suficiente para que se santifiquen.
4) Ninguno de las cuatro generaciones siguientes al alma que las reza se perderá.
5) El alma que las reza será consciente de su muerte un mes antes de que ocurra.

* * *

  Oh Jesús, ahora deseo rezar la oración del Señor siete veces junto con el amor con que Tú santificaste esta oración en Tu corazón. Tómala de mis labios hasta Tu Sagrado Corazón. Mejórala y complétala para que le brinde tanto honor y felicidad a la Trinidad en la tierra como Tú lo garantizaste con esta oración. Que ésta se derrame sobre Tu santa humanidad para la glorificación de Tus dolorosas heridas y la preciosísima Sangre que Tú derramaste de ellas.

1) LA CIRCUNCISIÓN
Padre Nuestro. Ave María.
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, Te ofrezco las primeras heridas, los primeros dolores y el primer derrame de sangre como expiación de los pecados de mi infancia y de toda la humanidad, como protección contra el primer pecado mortal, especialmente entre mis parientes.

2) LA AGONÍA DE JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS
Padre Nuestro. Ave María.
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco el intenso sufrimiento del Corazón de Jesús en el Huerto de los Olivos y cada gota de su sudor de sangre como expiación de mis pecados del corazón y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda el amor divino y fraterno.

3) LA FLAGELACIÓN
Padre Nuestro. Ave María.
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las muchas miles de heridas, los terribles dolores y la preciosísima sangre de la flagelación como expiación de mis pecados de la carne y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y le preservación de la inocencia, especialmente entre mis parientes.

4) LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Padre Nuestro. Ave María.
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco las heridas, los dolores y la preciosísima sangre de la sagrada cabeza de Jesús luego de la coronación de espinas, como expiación de mis pecados del espíritu y los de toda la humanidad, como protección contra tales pecados y para que se extienda el reino de Cristo aquí en la tierra.

5) CARGANDO LA CRUZ
Padre Nuestro. Ave María.
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco los sufrimientos en el camino a la cruz, especialmente la santa herida en su hombro y su preciosísima sangre como expiación de mi negación de la cruz y la de toda la humanidad, todas mis protestas contra tus planes divinos y todos los demás pecados de palabra, como protección contra tales pecados y para un verdadero amor a la cruz.

6) LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS
Padre Nuestro. Ave María.
Padre Eterno, por medio de las manos inmaculadas de María y el Sagrado Corazón de Jesús, te ofrezco a tu Hijo en la cruz, cuando lo clavaron y lo levantaron, las heridas en sus manos y pies y los tres hilos de la preciosísima sangre que derramó allí por nosotros, las extremas torturas del cuerpo y del alma, su muerte preciosa y su renovación no sangrienta en todas las santas misas de la Tierra, como expiación de todas las heridas contra los votos y normas dentro de las Órdenes, como reparación de mis pecados y los de todo el mundo, por los enfermos y moribundos, por todos los santos sacerdotes y laicos, por las intenciones del Santo Padre, por la restauración de las familias cristianas, para el fortalecimiento de la Fe, por nuestro país y por la unión de todas las naciones en Cristo y su Iglesia, así como también por la diáspora.

7) LA LLAGA DEL COSTADO DE JESÚS
Padre Nuestro. Ave María.
Padre Eterno, acepta como dignas, por las necesidades de la Iglesia y como expiación de los pecados de toda la humanidad, la preciosísima sangre y el agua que manó de la herida del Sagrado Corazón de Jesús. Sé misericordioso para con nosotros. ¡Sangre de Cristo, el último contenido precioso de su Sagrado Corazón, lávame de todas mis culpas de pecado y las de los demás! ¡Agua del costado de Cristo; lávame totalmente de las penitencias del pecado y extingue las llamas del Purgatorio para mí y para todas las almas del Purgatorio! Amén.


El Papa se une al fervor de los valencianos por la Mare de Deu

17 de may de 2014
Envía un mensaje por el 600º aniversario de la Archicofradía de la Virgen, hecho público en su fiesta
La fiesta de la Virgen de los Desamparados de este año en Valencia trajo desde Roma un regalo muy especial. El papa Francisco envió un mensaje felicitando a la Archicofradía de la Virgen por el 600º aniversario de su fundación, que se cumple este año. La misiva fue leída públicamente al final de la ‘Missa d’Infants’ el pasado domingo en la plaza de la Virgen, donde un año más se reunieron miles de valencianos, que mostraron su cariño y devoción a la Mare de Déu.

El Santo Padre saluda cordialmente a los hermanos de la Archicofradía de Nuestra Señora de los Santos Inocentes, Mártires y Desamparados, con ocasión del VI centenario de su fundación, y los alienta a perpetuar y engrandecer el espíritu de caridad desinteresada y sin distinciones para con todos los necesitados que les caracteriza desde sus orígenes.
Asimismo, les exhorta a intensificar la devoción a la santísima Virgen María, que nos indica fielmente a Jesús, como maestra inigualable de vida cristiana y modelo de una fe que sabe irradiar, con palabras y gestos concretos, la infinita ternura y misericordia que Dios nos tiene.
Con estos sentimientos, e implorando la maternal intercesión de nuestra Madre del Cielo, invocada con entrañable afecto en esas tierras valencianas con el título de la Virgen de los Desamparados, el papa Francisco les pide que recen por él y por los frutos de su servicio a la Iglesia, a la vez que les imparte la implorada bendición apostólica, que complacido hace extensiva a sus familias y demás seres queridos.

Cardenal Pietro Parolin


Secretario de Estado de Su Santidad

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